"Terror nocturno"

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Las palabras del Señor Russel retumbaban en mi cabeza

"Tener los que amas para ser feliz"

Jamás e amado algo lo sufuciente como para no poder dejarlo ir, o para que me haga feliz de ese modo... a ecepción de mis padres, ellos siempre han estado ahí, dándome todo lo que pedía.
Siempre vi a mis padres como la pareja de esposos perfecta, siempre sonrientes, siempre felices, nunca pelearon, mi papá siempre llegó temprano a casa, mi mamá siempre lo consentía; toda la vida han sido fieles al amor que sienten el uno por el otro. Siempre fieles a la vida que ellos crearon.
Me sentí miserable en ese momento, mis padres siempre me han amado, todo el tiempo dándome pedazos de sus vidas que poco a poco se están acabando...

Esta impotencia, este nudo en mi garganta, la boca de mi estómago ardiendo...Esta culpa que cada vez se adueñaba más y más de toda mi alma.

Me levanté mi cama dejando la computadora de lado, sentía la necesidad de algo, necesitaba....Cariño , ese cariño, ese amor que había hecho a un lado hace mucho tiempo atrás.
Esquivé la silla de mi habitación y salí por esa puerta blanca en donde me medía cuando era niña.
Las lágrimas estaban apunto de salir, siempre e podido llorar frente a mi madre, siempre apoyándome en lo que sea.

Cuando hiba por mitad del pasillo me detuve en seco, Esto es tonto?.
Me asomé por un costado de la pared del pasillo, en donde más adelante, despúes de la sala estaba la cocina, y ahí estaba ella, como todos los días lavando los trastos del día y preparando la comida del día siguiente.

Caminé lentamente por la sala y el comedor, ella se dió cuanta se mi presencia y volteo a mirarme, y con una dulce sonrrisa me preguntó

-Tienes hambre?, quieres que prepare algo para ti?-

No podía hablar, simplemente las palabras no salían mi boca, no podía formularlas.
Seguí camiando en silencio, la perdí de vista gracias al marco de la barra de la cocina, eso me dió unos segundos de respiración.

Al pararme en la puerta de la cocina, la ví ahí, junto a la estufa, preparando esos fideos que tanto me gustan, su rostro reflejaba tranquilidad, no sabía que decir.

-Necesitas ayuda?-

-Me encantaría que picaras los champiñones, estas viejas manos ya casi no sirven!- Dijo acompañada de una risita melancoholica

Sintió algo pecido a una apuñalada en la boca del estomago cuando escuchó esas palabras de parte de su madre.

Sonrió de lado mientras comenzaba a picar los champiñones.

-Mamá?-

-Hmm?-

-Cómo se conocieron tu y papá?- Preguntó sin dejar de mirar la tabla en donde estaba ocupada, no se dió cuenta de que su madre había volteado a verla estrañada por la pregunta que le había hecho.
Con una sonrisa y dos mejillas rosadas dió un suspiro y comenzó a hablar aquella mujer

Algo incómoda y aclarándo su garganta comenzó a hablar.
- Fué en el Invierno de 1958, yo, en ese entonces, vivía en Tokio con tus abuelos y tu tía Hisone; acababa de entrar a la univercidad y había nuevos alumnos de ingreso, provenientes de Estados Unidos.
Ellos tenían que escojer a un tu tutor del grupo bilungüe que existía, yo era una de ellas.
Una tarde, después de clases, fuí a un arcade, era desestresante para mi jugar Final Figth cuando tenía tiempo libre.
Como siempre, puse cien yenes en la apertura al costado de la máquina y comenzé a jugar. Minutos después, un chico se me acercó y me dijo que era muy buena, y me pidió que le enseñara a jugar, horas después, él me acompañó hasta mi casa, antes de dejarme, me pidió que fuera su tutora, le dije que lo pensaría, pues esa era una responsabilidad muy grande -

Demonios de OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora