En busca de algo

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Estás decidido. Estás completamente convencido de querer saber lo que realmente Holmes siente por ti. Porque estás casi seguro, siente algo. Lo habías pensado en el caso de los tres Garrideb para luego confirmarlo en el caso del pie del diablo.

Todo está basado en suposiciones, algo que Holmes jamás hace. Pero tú no eres Holmes. Además no es que realmente tus líneas de pensamiento estén postradas bajo suelo arenoso, no, todas tus pistas están, hasta cierto grado, basadas en algo. Una línea, una frase, el más mínimo de los movimientos de Holmes. Cada cosa. Todas y cada una de las acciones de Holmes están, si no escritas en tus archivos, sí bien guardadas estratégicamente en tu memoria.

No, no estás obsesionado con encontrar algo para mantener al menos un momento más tus sentimientos románticos para con Holmes. Es solo que, aún si no sintieras por Holmes más que amistad y compañerismo (como dices tener) de todas formas estarías enfrascado en esta búsqueda, porque realmente hay cosas que te harían llegar a este punto. Está bien, no tienes muchas anotaciones que te lleven a un ápice de lo que quieres encontrar. Pero estas pensando en Holmes. Lo que él hace no tiene nada de dónde compararse con cualquier otro.

Si Holmes hace una cosa para demostrar algo, un hombre común y corriente que supiera lo mismo que Holmes quiere demostrar, no haría nada parecido a lo que Holmes habría hecho. Así que ciertamente no te decepciona el no encontrar muchas señales. Sí, hay aún una cosa que logra hacerte voltear a un lado para hacerte ver de frente la cruda y maldita realidad. Pero no es suficiente. Si bien puedes aceptar tus sentimientos y además, afrontar la idea de que Holmes siente, en cierto punto, al menos una pequeña parte de lo que tú, también es cierto, hasta el punto en que ya no puedes aguantar más, que muchas de las cosas que Holmes hace no hay forma alguna de encontrarle un trasfondo.

Simplemente no puedes pensar algo más cuando Holmes te pregunta por si ya has cenado, cada vez que llegas de tu consulta. Te resulta difícil encontrar un doble sentido cuando Holmes te dice lo que hay dentro de su cabeza a la mitad de un caso medianamente resuelto... sin embargo, ¿Cómo no pensar algo más cuando Holmes se escabulle en tu habitación a las tres de la mañana, para despertarte de la modo más dulce y de la misma forma decir tu nombre? Si bien luego esa dulzura cambia a su típico tono para decirte lo malo del asunto, no puedes omitir esa suavidad tan fácilmente. Mucho menos puedes esperar no notar la intensidad de esos ojos de plata liquida cada vez que te mira en medio de sus palabras excitadas al descubrir el maravilloso cierre de un complicado caso.

Tienes tantas razones para enfrentar a Holmes, como para dejar huir tus sentimientos. Holmes y su manía de decir algunas frases sin dar mayor explicación sobre ellas es realmente una de las cosas que menos te gustan de él, y sin embargo, por contrario que sea, te resulta interesante.

¿Qué es de todas formas lo que esperas? Es verdad que no quieres a un Holmes pegado a ti todo el tiempo diciendo lo mucho que te ama e idolatra. Eso afectaría tanto tu reputación como la de Holmes, y ciertamente te lastimaría más romper con la de Holmes. Bien sabes que, como el ser humano simple y normal que eres, no tienes muchas opciones para saber la verdad. Pues tanto puede que cosas se te hayan olvidado como que una que otra nota se hubiese perdido, omitiendo así una buena parte de las pistas que te llevarían a una solución factible y, ahora, por demás deseada. Entonces lo único que te queda es... ¿afrontarlo? ¿Verlo a la cara y exigirle una respuesta, cuando ni siquiera tienes la pregunta correcta? ¿Cuál es entonces, del millar que tienes, la cuestión con la que le podrías enfrentar?

Para tu fortuna, hoy es tu día de descanso y, por lo tanto, crees que necesitas uno después de pasar toda la mañana y tarde revisando documentos. Holmes fue de visita (obligada) con su hermano, y la señora Hudson está ocupada con algunas amigas. Entonces, como lo dicta la regla, y aun teniendo lo que queda del día libre para descansar, no lo desaprovecharás. Mientras estás acostado sobre las mantas de tu cama, empiezas a dormir, piensas lo bueno que sería si Holmes tomara la iniciativa. Con aquella ultima broma, el sueño se roba tu consciencia.

Es más de media noche cuando un errático caminar en la sala interrumpe tu sueño. Nada más Holmes abre con presura la puerta inmediatamente tratas de ordenar tu atuendo, sin embargo, en cuanto el fuerte olor a alcohol llena tu olfato, omites toda clase de arreglo sobre tu persona. Holmes camina de la forma más extraña que hayas visto en un hombre ebrio, se tropieza cada pocos segundos y se disculpa con cada cosa que pisa o patea hasta que llega a tu lado, donde, tratando de no reír, esperas por ver cuál será la próxima escena de esta extraordinariamente inusual madrugada.

—Su ardua búsqueda no ten-tendrá ¡hip! Resultados, mi querido Watson —¿Es que realmente Holmes se vuelve adivino cuando está borracho? No es como si pudieras saberlo, en los años que has vivido con él, nada como esto ha pasado—. Por lo tanto... —un pequeño eructo es afortunadamente cubierto—. Disculpe eso Watson... ¡hip! Como le decía, creo sin-sinceramente que debería responderle cara a cara. —Sorpresivamente Holmes se lanza sobre ti, sus brazos te rodean sin fuerza la cintura, y su rasposa voz susurra suave sobre tu oído—. Sus sentimientos son altamente correspondidos... ¡hip!

La temblorosa lengua lame sus delgados y firmes labios, los mismos se posan levemente y por apenas un segundo sobre tu mejilla roja como cereza. Realmente no sabes qué pensar. Holmes está totalmente ebrio y estando consiente de quien se trata, tu cabeza se marea con solo llegar a una conclusión.

La fisiología de Holmes es tan común como la de cualquier mortal. Pero el solo hecho de que los efectos adictivos de la cocaína no sean tan efectivos en él, te hace nuevamente dudar de los efectos que puede tener el alcohol en Holmes. Pero, aun si Holmes está mintiendo ¿qué razones tiene? No solo terminarás molesto si resulta que es una broma. En cambio, si ha utilizado como escusa el estar ebrio para dejarte en claro sus sentimientos, bueno, que si no te gusta, al menos puedes entenderlo por el simple hecho de que es Holmes de quien hablas.

De todas formas, por el momento, ya no tienes más que decir, Holmes cayó dormido, por tu parte, con solo pensar en lo bueno que sería pasar una noche -o al menos parte de ella- compartiendo el mismo lecho que Holmes, ha llevado tus ganas de dormir muy, muy lejos...

Las razones de WatsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora