Trente

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"Despierta, alfa" -Richard sacudió a su pareja con una sonrisa grande. El lindo omega admiraba por la ventana el amanecer. El mundo era suyo, así que no tenía de que preocuparse. La vista hacia donde girara la cabeza era perfecta, aquel sentimiento de satisfacción completa era suficiente para sonreír cada mañana-.

Las ventanas abiertas le daban la bienvenida a la brisa mañanera que les hacía compañía en Metrópolis. Y aún con las manos llenas de sangre, él y su pareja salían a las calles coronados como reyes cada noche, para recordarle al mundo que no había nadie a quien no pudieran derrotar. A quién no pudieran someter. Volverlos un esclavo más, recordándole al mundo la miseria que les habían dejado.

"No quiero" -Jonathan tomó por la cintura a su omega, sin abrir los ojos, con una suave sonrisa le robó un húmedo beso demostrándole como todos los días, que él era todo su mundo y lo agradecido que estaba por tenerlo en su vida-.

"Tenemos una cita con el ex-presidente y su esposa" -Dick besó con brusquedad sus labios disfrutando a su gusto de la boca ajena que le hacía compañía-. "Anda, aún es temprano, tenemos tiempo para otra cosa" -El alfa sonrió tranquilo comenzando a subir sus largas manos por su trasero, y levantando su playera para sentir su desnuda cintura debajo sus tibios dedos-.

Tres años antes, la situación era muy diferente a como se encontraban en ese momento.

Richard acababa de separarse de Bruce, un alfa que reinaba en ciudad estrella, pero que tenía cierto amor a otros omegas, por no decir que cada semana cambiaba de omega, prometiéndole al menor que sería la última vez y que sólo lo quería a él.

Estaba demasiado cansado de esa situación, simplemente ya no podía seguir así, por lo que viajó aquella vez a Metrópolis, se quedó en casa de su amigo Diego, mejor conocido en las calles como "Bane", un robusto alfa que daba clases de español en una escuela secundaria. Y que casualmente, decidió ir al "Daily Planet" uno de los bares más importantes del país, invitándole todo lo que pidiera para que pudiera desahogarse, y el menor aunque estaba molesto y dolido, prefirió solo beber una cerveza, escuchando a su amigo en lugar de que fuera al contrario.

Una ligera risa se hizo presente junto a él, gracias a un comentario con respecto a su belleza, de parte de su amigo borracho, por lo que algo molesto giró hacia aquella risa, y se encontró con Jonathan Kent, un niño rico de Metrópolis, de veinte años, dos mayor que él, con genes kriptonianos gracias a su padre, Clark, un alienígena conocido por ser actor, que aunque contaba con super poderes, no le interesaba usarlos, a diferencia de a su primogénito, el cual veía con una sonrisa al omega enojado.

"Soy Jonathan, ¿Tú?" -El menor le vio aquella vez sin ganas ni interés, y suspiró profundo a punto de voltearse. En otra ocasión, el alfa hubiera obligado al omega a verle, pero al ver lo exageradamente lindo que este era, lo dejó pasar, incluso a media luz, la apariencia cincelada del omega lo hacía ver perfecto, Jon jamás creyó conocer a alguien así de lindo, por lo que volvió a insistir-. "Hagamos algo, si logro golpear al tipo de allá con esta bolita de papel, aceptas darme lo que queda de la noche, y sino, yo pago las bebidas de tu compañero" -Richard esta vez sonrió leve, estaba al tanto de sus poderes, pero, asintió, tampoco iba a negar la belleza del impertinente y molesto alfa-. "Y me dirás tu nombre" -El menor volvió a asentir y fue turno del alfa golpear con la bolita de papel al sujeto confundido-. "¿Quieres irte?"

Dick no supo bien porqué aceptó aquello, pero la sonrisa de aquel alfa lo convenció por completo, así que después de que el alfa cargó a su amigo como costal y pagará la cuenta de todas formas, Dick salió caminando junto a él, presentándose con cierta vergüenza y notando la linda sonrisa de su acompañante.

Esa fue una de muchas apuestas que hicieron, donde aunque el menor sabía que el alfa ganaría, seguía apostando, incluso a su propia suerte.

Desde aquel momento iniciaron sus salidas continuas, salidas dulces o diferentes, Nathan tenía muchas ventajas gracias a sus poderes, y el menor, gracias a su belleza. Una sola sonrisa podía convencer a cualquiera de hacer lo que este pidiese.

NEON (ᴊᴀʏᴅɪᴄᴋ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora