Por Esa Promesa...

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"¿Ahora lo entiendes?" Un susurro... "Esto les pasará a tus queridos caballeros si no desisten. Y más importante..." , su mirada, su voz estaba en su cabeza, "lo que te pasará a ti, hermana mía, si continuas por este camino. Ese, será tu destino...", y sus ojos se abrieron de golpe. Se encontró así misma sentada junto a la cama, con su cabeza recostada y su mano tomada fuertemente de la de aquél cuerpo inerte de cabello castaño revuelto. Se puso pie, tomó las vendas, tijeras y cintas adhesivas que se encontraban en una bandeja encima de la mesa de noche, junto a la cabecera, y comenzó a cambiar las viejas que resguardaban las múltiples heridas, por las nuevas a aquél. Y mientras lo hacía, siempre mirando su rostro, pendiente de cualquier cambio, pensaba; "lo último, no fue parte de la advertencia de ella. Sé que fue un sueño tuyo. Aquello que tanto anhelas. Ser una persona normal. Estar juntos, sin ataduras, sin obstáculos, solo nosotros". Recordaba que él ya llevaba tiempo así. Primeramente había rezado para que los dioses se apiadaran de su alma y lo perdonaran. Luego intento curarlo con su centro Niké. Pero al ver que aquello no funcionaba, resolvió verter un poco de su sangre sobre la herida que ya comenzaba a cerrarse. Sin embargo, al recordar que una similar a esa, y con la misma arma, se la hicieron al primer caballero de Pegaso, ella solo pudo derrumbarse en llanto.

Aunque sabía que aquél procedimiento si funcionaría, él tendria que pagar el precio por llevar dentro de sí la sagre de un dios. Y si el veneno de la espada maldita de Hades no lo mataba antes, la sangre de ella si lo haría en mayor tiempo; su corazón latería tan rápido por el pesado flujo sanguíneo, que este lo haría explotar si él no lo controlaba en el menor tiempo posible. Lloró ella desconsoladamente y en silencio sosteniendo la mano de él entre las suyas, pegada junto a su mejilla, con la esperanza de que sus cálidas lágrimas fuesen suficientes por lo menos, para retrasar el proceso de envenenamiento inclusivé durmió en el mismo lecho, abrazada fuertemente a él, recordando aquellas palabras que miles de años atrás había dicho, y entre susurros le repitió al oído...

Athena;

"Quiero ver tus ojos marrones aunque sea solo una vez más"...

Y terminó besando una esquina de sus labios, pero sus párpados no se movieron. Su rostro seguía completamente inmóvil...

Athena;

"Sé que sigues vivo, luchando y aspirando por seguir aquí, conmigo. Aún después de la muerte, sé que no me dejarás sola jamás".

Al terminar de vendarlo, tomó de nuevo su mano...

Athena;

"Y de ser necesario, ellos, nuestros amigos, y yo también lucharé, con tu mismo espíritu cuidándonos a todos, solo para traerte de vuelta, y estar juntos al fin"...

Ese mismo día, en el Santuario , en aquél mismo jardín lleno de flores, ella tejía una cadena con estas en la muñeca izquierda de él quien, sentado en aquella silla de ruedas, parecía dormido pacíficamente, mientras que rezando y brindándole protección por medio de la pulsera que hacía, decidio ir al templo de su hermana Artemisa en busca de ayuda. Sin importar, de ser necesario, hasta traspasar una siguiente dimensión para tal fin. No le importaba ponerse a sí misma en riesgo, era su turno de salvarlo. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario.

Continuará...

The Love Of  A  GoddessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora