Una vez muerta, y liberada de su cuerpo humano, Athena llegó una vez más al Olimpo, mientras que, observando un cometa azul dispararse hacia la estrella más brillante de la famosa constenlación, sentada en el suelo miraba largamente el manto celestial de la noche, lamentando haber sido separada una vez más de aquél al que amaba. Pero no estaba triste, pues sabía que se volverían a ver. Mas no podía evitar sentir tanta pena, pues no quería que él siguiera muriendo así, luego reencarnando una y otra vez, constantemente atado como un satélite alrededor de ella, sin poder descansar en paz.Athena;
Ya no puedo hacerlo más. Dijo llorando profundamente. ¡Debo dejarte ir! Cerró los ojos.
En ese momento no se dio cuenta, pero aquella constelación comenzó a brillar con mucha más intensidad, como si cayera a su lado. En realidad era ella quien se encontraba a su lado. Cuando por fin abrió los párpados tras tomar una decisión, se sorprendió de verse a sí misma, flotando por encima del Olimpo, colocada en el cielo. Levantando la vista, lo que presenció simplemente no tenía palabras. El alma de Pegaso se encontraba frente a ella, rodeada de una inmensa luz, convertido por ella en una estrella fugaz.
Pegaso;
Por favor, no llores por mi causa. Posó su mano sobre su mejilla,pero ella no pudo sentir más que el calor de sus cosmos. Todo está bien. Yo estoy aquí
Athena;
Lo sé. Y por eso debo dejarte libre, para que descanses en paz
Pegaso;
Por más que quieras hacerlo, no te lo permitiré
Athena;
¿Es que no te ves cómo estás. Que por mi causa estás así?
Pegaso;
Esto no es tu causa. Suficiente has hecho con rescatarme del inframundo, y hacerme un lugar aquí, donde ahora pertenezco
Athena;
Todo es mi culpa. Perdóname...
Pegaso;
¿Yo. Perdonarte de qué? Hey, mírame. Los ojos Marrones buscaron a los azules. Ahora es mi turno de salvarte
Athena;
Pero, es que me duele verte morir así o que tú...
Pegaso;
Acasó, no hiciste lo mismo por mí. No te sacrifiscaste solo para salvarme, así que tranquila. Yo siempre regresaré, ni la muerte puede impedírmelo, aun cuando llegue el fin de los días. Recuerda que mi vida te pertenece solo a ti.
Athena;
Y yo decido qué hacer con ella. Sí. Pero sé que aun cuando te lo prohíba terminantemente, aun a riesgo de desafiarme, eres tan terco que sin importar lo que te diga, siempre volverás por mí...
Pegaso;
Aun cuando eso signifique darle la espalda al mundo entero...
Athena;
Lo sé. Pero lo que sí puedo hacer es quitarte tus recuerdos.
Pegaso;
¿Qué?...
Athena;
Mientras yo vuelva, tú reencarnarás y estarás a mi lado, se que no puedo impedírtelo por más que quiera. Siempre me serás un caballero, un guerrero. Pero te despojaré de tu memoria para que renazcas sin sentir obligación alguna hacia a mí. Sin ataduras, libre. Para que hagas lo que quieras
Pegaso;
Pero sabes que no funcionará. Pase lo que pase, sin importar ni el tiempo ni el espacio, yo regresaré, nos volveremos a encontrar.
Athena;
Así es. Eso te lo prometo. Tomó su rostro entre sus manos. Y es por eso que no puedo arriesgarte atándote así. Si es el destino que estemos juntos, más allá de todo, entonces me encontrarás. Y diciendo esto, se volvieron a mirar mutuamente para desaparecer tras la luz dorada del cosmos de ella.
"De esta manera, ambos siempre volverían a reencontrarse, sin importar lo que sucediera, o el, tiempo que pasará. Pero sín que ninguno recordará nada..."
Continuará...

ESTÁS LEYENDO
The Love Of A Goddess
RomantizmSegún la leyenda contada desde principios del siglo la Diosa de la Tierra se enamoró de uno de sus caballeros...