CAPÍTULO 6

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-¡QUE TE JODAN, PAYASO! - Es lo último que digo antes de cerrar la puerta del almacén de un portazo. El ruido que hace es tan fuerte, que parece que hubiera estallado una bomba. Dos de mis compañeras, las que peor me caen, se me quedan mirando sorprendidas y mi sangre hierve aún más si cabe. -¿Qué os pasa? ¿Tengo monos en la cara, o qué? - La gente gira sus cabezas en mi dirección y cruzo el supermercado lo más rápido que puedo. No soy de dar este tipo de espectáculos, pero después de todo lo que me ha dicho el idiota del encargado, estoy fuera de mí. ¿Quién se cree que es para hablarme de esa manera? ¿Cómo se atreve a decirme que me ha estado regalando el dinero? ¡Quien le ha estado regalando el tiempo y el dinero he sido yo! Tantas horas extras sin pagar... Tantos días festivos sacrificados para venir a hacer los recuentos que a él no le daba tiempo... Llevo años ejerciendo de segunda encargada sin que se haya notado jamás en mi nómina. ¡Ni una mísera propina! ¿Qué más quiere de mí? He defendido mi empleo todos estos años con uñas y dientes, ¿y todavía y se atreve a decirme eso? Quisiera poder estrangularlo con mis propias manos, aunque una buena patada en los huevos también me calmaría -¡MALDITO CABRÓN! - grito antes de salir a la calle. Seco mis lágrimas con rabia y camino hasta el coche.

Al abrir la puerta, prácticamente me lanzo sobre el asiento. Pongo las manos en mi cara y expulso el aire de mis pulmones con fuerza. Tengo que calmarme como sea, no puedo conducir así. Realmente estaba decidida a dejar mi puesto, pero no de esta manera. No así. Nunca me habían echado ni humillado de esta forma... ¿Qué va a pensar la gente de mí? En esta zona nos conocemos todos y seguro que este despido me va a perjudicar mucho. Se correrá la voz y nadie querrá contratarme de nuevo. Pensarán que de verdad no rindo en mi puesto y tendré que desplazarme lejos si quiero volver a trabajar.

-Menuda mierda -exhalo con fuerza -. Sin novio y sin trabajo. Cojonudo, y todo el mismo día. Me estoy luciendo. No tiene que haber nadie más fracasada que yo en cien kilómetros a la redonda- hablo sola - ¡Mi vida es una mierrrdaaa! - Golpeo el volante con ambas manos varias veces.

Mi teléfono comienza a vibrar y lo saco de mi bolsillo para ver quien es. Cuando desbloqueo la pantalla, veo un mensaje de Claudia.

*¿Qué ha pasado? ¿Te han despedido al final? - miro a mi alrededor buscándola. No puede ser que ya lo sepa. Debe estar por aquí cerca.

*¡Joder! Sí que corren rápido las noticias. ¿Dónde estás?

*En casa

*¿Y entonces?, ¿cómo puedes saber eso? - La intriga me mata. Sé que nunca habla fuera del trabajo con las compañeras, así que dudo que se lo hayan dicho ellas.

*Derek acaba de llamarme para que le de tu número, y me ha contado un poco por encima lo que ha pasado. ¿Se lo puedo dar? No quería hacerlo sin tu permiso.

*¿Qué? ¿Para qué lo quiere?

*Para disculparse, imagino. Dice que ha sido todo por su culpa...

*¿Y cómo es que tiene tu número? - Algo parecido a la envidia se mueve en mi estómago.

*Se lo di esta mañana para que lo añadiera a la ficha del gimnasio.

*Ok, pues ponle alguna excusa con el mío. Lo que menos me apetece ahora es hablar con él, ni con nadie.

*De acuerdo, te dejo entonces -entiende lo que quiero decirle -, pero llámame cuando estés más calmada.

*Ok - respondo y suelto de mala gana el teléfono en el asiento del pasajero. Una disculpa no arreglará nada. No ha debido golpear a Juanjo y menos en mi puesto de trabajo, las cosas se hubieran podido solucionar de otra manera.

Pongo las manos de nuevo sobre mi rostro, expiro sonoramente y por fin me veo con fuerzas de arrancar el motor.

De vuelta a casa, mi mente no para de darle vueltas a lo que ha ocurrido y la imagen de Juanjo sujetando su nariz me atormenta y me preocupa a partes iguales. Aunque es un idiota, debo admitir que todavía lo quiero y me apena bastante que le hayan hecho daño. Aunque Juanjo se haya puesto en plan "gallito de corral", definitivamente a Derek se le ha ido la mano...
La idea de ir a verle y terminar de aclarar todo con él, cruza mi mente, y un par de segundos después, ya estoy buscando un lugar seguro para dar la vuelta. Necesito saber que Juanjo está bien o me tiraré toda la tarde comiéndome la cabeza.

Con S de secretos (A la venta en Google Play Libros,  Amazon, Kobo, Nubico...)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora