"El frío de tu aliento en mi oído"

32.1K 2.2K 64
                                    

Me muerdo el labio inferior mientras espero, estoy en el sanitario de mujeres.  Debería correr, ese hombre podría matarme, pero no lo hago. No pasa mucho cuando la gran puerta se abre, mostrando esa una esbelta figura, sus ojos se clavan en mí y ahora me siento muy nerviosa. Cierra la puerta con seguro y siento como aprieto más mi mordida a mi labio inferior.

—Acabemos con esto.—dice sacando el arma y luego me apunta, mis ojos se abren, mierda, me va a matar.

—¿Me has traído aquí para matarme?—exclamo horrorizada.

—¿Para qué más te traería?—sonríe burlón y puedo notar la perfecta dentadura.

—Para prometerte que no diré nada.

—Vamos pequeña, elige, cabeza o pecho.—sonríe y desliza su arma por mi pecho, mis latidos se hacen cada vez más fuertes . Me mira impaciente, no se porque me parece tan conocido su rostro. —Oh vale, como sea, pecho.—coloca los ojos en blanco, jala el martillo y luego apunta de nuevo para disparar.

—¡No, para!—grito, ¿que carajo hago?

—Oh por dios, te dispararé en la puta boca.—coloca los ojo en blanco de nuevo. Mierda, ya se quien es.

—Eres...Grant Segal.—murmuro nerviosa. Sonríe.

—O asesino profesional, lindo detalle que me reconozcan.—hace una mueca. Nos quedamos en silencio por tan sólo dos segundos. —Ah, ¿en dónde estábamos? Si, te iba a matar.—sonríe una vez más y me apunta listo para disparar pero me tiro al suelo apoyándome sobre mis rodillas, en forma de suplica.

—¡Por favor no, prometo no decir nada, lo juro!—suplico, el rueda los ojos.

Empiezan a tocar a la puerta fuertemente, frunce el ceño y me mira, yo hago la misma expresión y quiero gritar pero me levanta bruscamente del suelo agarrándome del brazo y me pega a la pared.

—Beth, abre.—escucho gritar a mi padre.

Tapa mi boca con una mano y con la otra sostiene la pistola apretándome la cabeza. Esta tan cerca mío que puedo sentir el frío de su aliento en mi oído y mis fosas nasales se llenan de perfume con combinación a olor de cigarro, no es un olor muy agradable en realidad.

—Di que ya sales, que no pasa nada.—susurra con amenazante.

—¡Beth, voy a entrar!¿Que esta pasando?—grita una vez más mi padre.

—¿Entendido? Si no te vuelo la cabeza.—susurra arqueando sus cejas y asiento rápidamente. Me quita la mano y me aprieta más la pistola a la cabeza.

—¡Papá, me he manchado! ¡Ya salgo!—grito.

—Beth, si te pasa algo dímelo.—grita él. Volteo para mirarlo de nuevo y me encuentro con sus luceros azules mirándome con intensidad.

—No pasa nada, ya salgo.

—Déjame entrar.

—Papá, déjame.—grito y luego simplemente escucho silencio.

—Se ha ido.—murmura y deja de apuntar mi cabeza, se aleja empezando a caminar hasta la puerta del baño.

—No me matarás.—murmuro. Se detiene y voltea.

—Voy a verificar que no estén afuera, no he terminado contigo.—sigue caminando y pega su oreja a la puerta.

—Te liberaron ayer.—hablo de nuevo y luego me arrepiento. Me mira y esboza una sonrisa, se despega de la puerta y camina hacia mi.

—No sabes mantener esa boquita callada,¿cierto?

—No puedo creer que estés al frente mío a punto de matarme en este momento.

Se carcajea, si decía que la risa de Adam es linda, nunca había escuchado la de él.

—Prometo dejar un autógrafo mío tatuado en tu cuerpo cuando te mate.—me guiña un ojo.

—Podrías haberme matado pero no lo has hecho.

Veo como me apunta y luego escucho un extraño sonido como si hubiese disparado pero en verdad, el tiro no se ha escuchado, aprieto los ojos pero no siento dolor. Abro los ojos y lo miro confundida, ha disparado a unos centímetros al lado de mi cuerpo.

—Eso es para que aprendas a mantener tu boca cerrada cuando te encuentres a un asesino. Fuera.—dice fríamente. Abro la boca para decir algo pero me muerdo el labio inferior para callarme. —¡Maldita sea, fuera!—exclama y sólo asiento para dirigirme a la puerta.

—Gracias.—murmuro esbozando una leve sonrisa aunque esta de espaldas, no me mira.

No obtengo alguna respuesta. Abro la puerta y salgo al restaurante, mi padre esta sentado en una de las mesas y sonríe aliviado al verme. He estado a punto de ser asesinada por Grant Segal, uno de lo mayores asesinos del país.

—¡Beth! ¿Ya has resuelto?—la voz de mi papá me saca de mis pensamientos , ya estoy sentada junto a él y no me he dado cuenta, sólo asiento y me concentro de nuevo en la comida del menú.

Veo a Grant dirigirse a una de las mesas minutos después, esta sentado junto al ejecutivo y político importante Sulivan Sarkozy, frunzo el ceño.

—No se si te has dado cuenta de quien esta aquí pero por esa razón estaba preocupado.—murmura mi padre.

—Lo se, esta con el señor Sulivan, ¿acaso el no intento matarlo?

—Si, tampoco lo entiendo.

—¿Tú lo conoces?—pregunto distraída sin dejar de mirar como Sarkozy habla con Grant.

—¿A quien?

—A Grant.

—No he tenido la oportunidad de tener una conversación con el asesino más buscado del país.—dice sonriendo.

—Si es perseguido,¿que hace aquí?

—Si esta con Sarkozy, esta protegido, pero si el quiere lo puede entregar, aunque no hay pruebas. ¿Qué pedirás?—pregunta cambiando de tema. Solo asiento aunque tengo curiosidad.

—Pasta.—esbozo una sonrisa.

Shades Of Cool {1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora