—¡Dimitri esperate, maldita sea! ¡Por el respeto que alguna vez me tuviste, espera un maldito segundo!— Liam se removía entre las manos del hombre vestido de un traje de negro, y este lo dejó en paz. Lo soltó unos segundos y se tomó la cabeza con rudeza. El ojimiel corrió hacia la cocina y este lo siguió de inmediato. Buscó por todos los muebles hasta que encontró dos pequeñas cuchillas, las cuales guardó entre sus ropas, para posteriormente caminar hacia la salida de la gran casa.
El guardaespaldas lo siguió hasta afuera y dio órdenes de que abrieran las puertas, que le dejaran salir, y lo acompañó hasta la misma calle.
—Señorito, para qué diablos lleva eso.— Dimitri estaba exasperado con la situación. No sabía qué hacer por su jefe. Ex jefe.
—Para defenderme inútil. Es de madrugada, no tengo a donde ir.— Liam caminó lejos del lugar a la vista preocupada y confusa de todos los hombres de Malik.—
—Suerte, señorito Malik.— Dijo Dimitri por última vez. Liam no dijo nada, se limitó a seguir su camino con sus ojos llorosos, pero no se permitió derramar una sola lágrima. Había perdido a su hija. No tenía idea de cuándo la volvería ver. Él hubiese dado la vida por su hija si no fuera porque. El ojimiel ni siquiera quería pensarlo.
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DOS AÑOS DESPUÉS.
—¿Sabes lo que trajo papi para ti hoy, mi amor?— Dijo un pequeño castaño de piel pálida y bonitos ojos mieles a un pequeño de tal sólo un año y par de meses más, al cual cargaba mientras caminaba por la vereda. El menor rió y aplaudió en respuesta a las palabras de su padre y siguió celebrando hasta que entraron a la pequeña habitación en la que vivían, en donde tenían una cama, un baño pequeño sin ducha, una mesa, y una pequeña televisión que el chico había logrado comprar con mucho esfuerzo. Había encontrado trabajo de reponedor nocturno en un supermercado y eso le había sido de mucha ayuda para criar de su bebé.
Sentó al pequeño sobre la manta que yacía en el piso, para que su bebé no se enfermara, pero pudiera jugar a gusto, y comenzó a sacar las cosas que había comprado antes de venirse del trabajo. Un par de yogurth, gelatinas, y unas galletas. Aparte de algunas cosas para la comida.
El chico tomó un yogurth, lo abrió y se lo pasó al menor. Sabía que todo quedaría un desastre, pero sabía cuánto le gustaba a su hijo comer solito y ensuciarse completamente. Se sentó a un lado de él después de prender la televisión y proporcionaba de vez en cuando besos sonoros en la mejilla regordeta del niño, este en respuesta gritaba y reía emocionado.
Aquel momento se dio por terminado por un golpe fuerte en la puerta. El ojimiel se sobresaltó un poco. Nadie lo visitaba nunca, y menos a esa hora. Se levantó del piso, abrió la puerta, y lo que vió le hizo temblar. Su respiración agitada, su estómago contraído. Su piel se puso más pálida aún. Zayn Malik se encontraba frente a su puerta. Sonriendo descaradamente. Zayn Malik en su propia puerta. Sintió náuseas. Pudo reaccionar sólo en el momento que fue empujado levemente por el hombre que entró a su pequeño hogar junto a dos de sus guardias.
Malik recorrió el estrecho espacio con diversión y posó su vista en el pequeño de grandes ojos mieles, pestañas larguísimas y cabello negro. Con su pie movió al niño de su lugar, arrastrándolo unos centímetros, a lo cual este respondió con aplausos y risas, antes de comenzar a gatear por todas partes.
—Veo que te... divertiste bastante mientras estuviste solo.— Zayn soltó con asco en sus palabras, regalándole una mirada fulminante al bebé que jugaba en los pies de sus guaruras.
Liam no entendía a qué se refería. Aún estaba en shock, no dijo palabra alguna. Sólo se limitó a tomar a su hijo entre sus brazos y a sentarlo sobre el hueso de su cadera, para tomar una posición más cómoda.

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LET ME. [ZIAM]
Random"Bebé, déjame ser tu hombre, para así poder amarte. Y si me dejas ser tu hombre, entonces cuidaré de ti." - Zayn Malik.