Él Señor Williams se fue corriendo muy rápido con Erick en brazos. Yo no sabía que pensar estaba perplejo, todo lo que causaron mis ojos es una locura.
Estaba tirado en el suelo, me sentía devastado por todo lo que había pasado en solo una tarde. Me levanté con las pocas fuerzas que tenía para investigar el cuerpo del Director Connor. Estaba con agujero en su estómago. Algo me llamó mucho la atención, a pesar de estar en ese estado su corazón se podía ver latiendo sin ningún problema, me acerqué a verlo, mi peor error. El Director Connor me pegó un mordisco en el hombro y su corazón se detuvo.
Corrí hacia mi casa y me encerré en mi cuarto para curarme la herida yo mismo, por más que usara banditas curativas se caían y seguía sangrando.
Una de las banditas calló al suelo y en ese preciso instante mis padres tocaron a la puerta. Corrí lo más rápido a mi cama y me arropé hasta el cuello.
-Hola, Ethan ¿Dónde estabas? -Dijo Papá.
-Seguramente donde su novia -Agregó Mamá entre risas.
-Fui a visitar al Señor Williams -Contesté con seguridad.
-MALDITA SEA, TE DIJE QUE NO FUERAS ALLÍ -Gritó Papá
-Amorcito, Recuerda que le dijimos al Señor Williams que no dejara entrar al vago de su amigo Erick.
-¡¿Por qué?! No entiendo el motivo para que lo alejaran de mí.
-Somos tus padres y sabemos lo que está bien para ti -Dijo Papá preocupado.
-Ethan ¿Por qué te estabas poniendo una bandita? ¡¿Qué te pasó?!
-No es nada, solo me raspé la rodilla. Ya me curé yo mismo.
-Así me gusta, fuerte como su padre.
-Ethan, venimos a decirte que vamos a salir por algunos negocios que tenemos, llegamos en la madrugada.
-Cuídense -Dije con una de las sonrisas más falsas de mi vida.
Apenas escuché que el coche de mis padres se alejó de la casa procedí a coser la herida. Encontré en los trastes viejos una aguja algo oxidada con hilo, este dolor ya no lo soportaba, tenía que tomar riesgos. Subí a mi cuarto y me senté en mi cama para coser la herida. Apenas di el primer dedal de la aguja mi cuerpo empezó a temblar, veía algún tipo de símbolos en todas partes. Era un dolor tan terrible, la herida era solo en el hombro pero la sentía en todo el cuerpo. Mis lágrimas caían al suelo, pero no me importaba, yo seguí adelante. Mi habitación parecía un manicomio con tantos gritos. Suerte que vivía en una casa algo alejada de la ciudad.
Al terminar de coser la herida dejo de sangrar. Cuando me levanté de la cama todo el hilo se rompió. Repetí el mismo proceso de coser la herida una y otra vez, pero no daba resultado.
Estaba frustrado, no aguantaba más este dolor, y ver los símbolos no era algo que fuera muy bonito. Decidí suicidarme con las pastillas de mi madre para el insomnio, eran más de 100 pastillas. Me miré al espejo para darme un adiós. Mi herida comienza a sangrar más y las visiones se convierten en una voz que dice "Cose la herida con un cabello de tu madre"
Era mi única alternativa, tenía que intentarlo. Agarré algunos cabellos de su peine y los amarré. Agarré la aguja con el cabello de mi madre e intenté coser de nuevo mi herida, me paré y el cabello no se rompió, efectivamente, había funcionado. Ya no me dolía la herida, además, dejé de ver esos símbolos. Era algo muy extraño todo esto.
Antes de que olvidara los símbolos los dibujé, tenía que mostrárselo a Erick. Si, él llego al punto de saber la escritura de los demonios. Lo suyo era una obsesión a otro nivel.