Parte II

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Era su día libre, por consiguiente no tenía planeado salir de su casa, se sentó en el sillón y agarró el libro que había tomado de su biblioteca. –Reproductor – Accionó por voz el equipo y este se prendió en la categoría de música clásica. Se disponía a relajarse cuando el celular le sonó, era un mensaje. Bufó y lo tomó de encima de la mesa.

"Iremos a Chicken Feed, ¿Te apetece acompañarnos?"

"Te agradezco Hank, pero no me siento muy bien, nos vemos el lunes."

Mintió y dejó el celular de vuelta sobre la mesa. No le importaba mucho, tampoco era como si fuera a venir corriendo porque se sentía mal. Hank era una figura paterna para ella mas que propiamente su tío, su verdadero padre se había ido de la casa hacia bastante tiempo y recordaba pasar tardes enteras en su casa cuando su madre debía hacer jornada completa en el hospital en el que trabajaba. Un flashback de un tiempo no tan lejano vino a su mente y la distrajo por completo de su lectura. Respiró hondo e intentó concentrarse más fue en vano. Un pequeño Cole jugando en la sala con Sumo mientras ella esperaba tener noticias de Hank o de su madre, ambos desaparecidos en acción, odiaba sus trabajos, irónico sería que años más tarde ella misma terminara metida en la policía. Detuvo sus pensamientos antes que las lágrimas que venía conteniendo, comenzaran a resbalar por sus mejillas y no fuera capaz de frenar el dolor que le seguía a eso en medio de su pecho.
Sus ojos seguían los párrafos del libro que había elegido, pero lo cierto era que su mente se había quedado más bien en el pasado.

Tenía muchos recuerdos feos de su pasado, fantasmas que no podía ignorar y que habían ido moldeando su personalidad, lo único que sentía que hacía desde que se unió a la policía, fue usar los casos que iba recibiendo como una excusa para no lidiar con la mierda propia que cargaba ella encima desde hacia años.

Pasaron las horas, su libro trataba del típico romance cliché, pero este involucraba una humana y un androide, comenzó a ver la historia desde otra perspectiva, usando a Connor como modelo para el personaje que describía la autora, era un autómata programado para asistir a una joven que tenía el próspero futuro de bailarina de patinaje sobre hielo rozando la punta de sus dedos, el sueño de toda su vida iba a finalmente cumplirse en el torneo mundial al cual había sido seleccionada para el año entrante, pero un desafortunado accidente automovilístico la dejó paralitica de la cintura para abajo condenando su vida para siempre a una silla de ruedas. Meses después el novio y compañero de la chica, cortó la relación puesto que a su lado se sentía estancado, aquello terminó de destrozar a la joven llevándola a querer quitarse la vida, el androide la encontró justo a tiempo, luego de haber tomado cuarenta pastillas para dormir con whisky. Tal extrema situación lo llevó a romper las barreras de su software, convertirse en divergente, salvarla y terminar desarrollando sentimientos por ella.
El timbre sonó, miró el reloj en la pared del living y marcaba las cinco de la tarde, no esperaba a nadie...

Cerró el libro dejándolo sobre el sillón y se dispuso a dirigirse hacia la puerta, observó por la mirilla.

–¿Connor? – Murmuró interrogante para si misma. Si el androide estaba allí, significaba caso. ¿O podría ser...? Hmm no Emma, no vayas por ese lado. Sin embargo, aquel beso en la frente...
Quitó las trabas de la puerta y abrió, vio a Connor y luego sus ojos bajaron al pequeño ramo de jazmines que sostenía en su mano izquierda.

–Hank me ha dicho que no se sentía bien y yo... – Extendió la mano con el ramo y se los entregó. –Le he comprado flores – Emma tuvo ganas de echarse a reír allí mismo, pero se contuvo.

–Gracias Con... ¿Otra vez con la formalidad? – Se hizo a un lado dejándolo pasar y se fue a poner los jazmines en agua. –Tengo curiosidad – Volvió a hablar ante el silencio del androide. –¿Por qué jazmines? La mayoría de los hombres apuntan a las rosas – Lo cierto era que no le molestaba en absoluto, ella tenía debilidad por los jazmines y su aroma. Y él no era la mayoría de los hombres. ¿Verdad Emma?
Se contuvo de llevarse la mano a la cara por su estupidez.

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