Recuerdo cuando era pequeña, mi madre solía quedarse dos milésima de segundo mirando la tarjeta de crédito antes de pagar, pasaba el dedo pulgar por encima de su propio nombre como frotándola, esperando a que la cuenta subiese, pero ni siquiera era de débito, hoy todavía sigue haciendo lo mismo, va a la caja abre el monedero y se que mirando su tarjeta de crédito, como un ritual. Supongo que yo no lo hago con la mía por que sé que no es como una lámpara mágica, que por mucho que frotes el genio no ara crecer el dinero. Pero puedo prometerle a mamá que algún día mis letras estarán en un bonito escaparate, en una bonita librería de Barcelona, con una bonita portada y con Marta Torres como autora y entonces ya no tendra que esperar al genio cuando quiera uno de sus bonitos monederos, entonces simplemente seguiremos igual de unidas, igual de felices, igual de risueñas, con la misma sabana que cuelga por los pies en el sofá una noche cualquiera, por que si algo me enseño ese tic de su mano encima de su tarjeta fue que lo material a veces no es suficiente, que el amor de verdad, que la felicidad no se compra en los banco, se fabrica en un pequeño lugar llamado abrazos, apellidado corazón y con apodo a incondicional.
Lámpara mágica
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Déjate soñar los 365 días
PoezjaLa vida sigue, fluye, se escapa, avanza y no espera, sobre todo no espera, simplemente deja rastro de los que están y los que no. Una vez me dijeron que esto no era una carrera, que no se trataba de llegar el primero, se equivocaban esto es una puta...