VII. AU REVOIR.
En el pueblo de Vernazza estaba un joven sentado en la pradera esperando a una muchachita de cabello castaño y rizado, habían pasado varios minutos que pronto serían horas pero él no perdía la esperanza de que llegara.
El atardecer le recordaba a ella y dónde estuviese el sol estaría Emile.De su mochila sacó una triste hoja arrugada y un bolígrafo rojo mientras que los rayos naranjos pintaban su cuerpo y próximamente sus saladas lágrimas.
Deseaba que Emile Capone hubiese llegado. Era su amor, él sentía en sus entrañas que Emilia Antonia Capone era con quien estaba destinado a pasar sus días.
En su mente no había posible respuesta a que ella faltase a su última vez en sabrá Dios que tanto tiempo. Solo podía pensar en que tan roto su corazón se sentía sin saber él la razón correcta.Su mano dolía al escribir pero nada comparado con su corazón, de donde las palabras salían como sangre de una herida. Una profunda herida que probablemente sanaría tras años de agonía.
Se rehusaba a partir sin ver a Capone, ella le prometió verlo ahí, pasar su última tarde juntos pero se veía imposible a dadas las circunstancias.
Timothée sentía que la vida le jugaba una pésima broma al hacerlo enamorar y luego golpearse con un gran muro de realidad fría: no la volvería a ver.Tal vez decidió faltar, tal vez lo olvidó, tal vez tuvo miedo de verle y dejarlo ir, tal vez simplemente Timothée Chalamet no tuvo el suficiente significado para ella como él sentía que Emile tenía para él.
Su vida no hacía sentido ni pintaba razonable sin ella.Aquel último atardecer de verano lloró como nunca había llorado.
Escribió como nunca había escrito.
Maldijo como nunca lo había hecho, pero algo más que ella le enseñó en corto tiempo fue a amar como nunca había amado a nadie. A amar a otro más que a sí mismo.
Su pequeña Italia, su partisana, su Emile Capone lo había dejado en la puesta de sol.Lo había dejado con el corazón partido, sueños rotos y una carta escrita de puño y letra, con los sentimientos a flor de piel y una herida al rojo vivo.
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SUNSET SHIMMER ⋆ TIMOTHÉE CHALAMET
FanfictionEl brillo del atardecer era precioso pero nada comparado en la manera en la que sus ojos verdes capturaban aquel resplandor y lo emanaban a su propia manera en los últimos días que pasarían disfrutando uno del otro. Aquel brillo dorado que se queda...