Melissa Wilson
Thomas no me deja mover ni una sola maleta dentro de su departamento y ciertamente tengo demasiadas ganas de pegarle una patada y verlo caer al suelo en cámara lenta.
- ¿Y bien? ¿te gusta? - me señala todo el lugar.
- Thomas no se si lo recuerdas pero he estado aquí muchisimas veces, nada aquí es nuevo para mi. - ruedo los ojos.
No es como si hubiese comprado una jodida casa para nuestro hijo.
- Pero le he puesto peluchitos para el bebé, mira, - se acerca a un estante. - aquí hay uno.
Me pasa un oso, verdaderamente horrible, le falta un ojo y como sustituto del mismo tiene un botón, voy a ser sincera, estoy a punto de salir corriendo en el momento en el que lo veo, siento que es como Annabelle o Chucky y quiere el alma de mi hijo.
- Si, bonito pero más bonito se vería si lo tiras, esa cosa asusta Thomas. - me siento en el sofa.
- Oye, pero era mía cuando era un niño.
- Con más razón, no quiero que mi hijo salga como tú.
- ¿Como yo?
- Si, así de imbecil.
Me tira el peluche en la cara.
- Oh lo siento Mel ¿te lastime? ¿estas bien? ¿llamo a un medico? - me mira preocupado y yo me rio.
- Thomas, puedes hacer eso, solo no juegues muy bruto ya que podrías lastimar al bebé y mi vientre es zona restringuida de tus peluches asesinos.
- Lo siento, hoy me pondré a leer muchisímas páginas en internet sobre el cuidado de los bebés desde la panza.
Sonrío. - En realidad aún no es un bebé, es del tamaño de tu pulgar, si no es que más pequeño.
- Oh por dios ¿tan diminuto? Cualquier cosa podría lastimarlo, ¿que haces aquí? Ve a la cama. - me toma en sus brazos y yo me quejo hasta que siento la cama detrás de mi.
Me acurruca y deja un beso en mi frente.
- Thomas, acabo de despertarme y, ¿quieres que vuelva a dormir? Tengo hambre.
- Hambre, comida ¡ya vengo! Ni se te ocurra levantarte. - sale rápidamente de la habitación dejandome sola.
Mamá tenia razón, esta en la sangre de Thomas ser sobreprotector y ahora lo será el doble.
Anoche ántes de acostarme a dormir la llame y le di la noticia de que será abuela, le dije que no le contará nada a mi padre ya que quiero ir a visitarlos este fin de semana y darle la noticia personalmente.
Tengo 25 años pero sé con claridad que para mi papá aún sigo siendo su bebé y espero que no se tome nada mal esta noticia.
Thomas aparece en la habitación con un plato de sopa.
- Sopa de pollo para ti.
Le sonrío, - gracias.
En la tarde Thomas se va a la empresa y quedo yo sola en ese departamento, pedí el día libre en el trabajo pero mañana, aunque Thomas no este de acuerdo, iré, no pienso ser su mantenida.
Estoy viendo Riverdale cuando mi móvil suena, le pongo pausa a la serie y contesto.
- ¿Si?
- Mel, soy Alexia ¿estas en casa de mi hermano no?
- Si, estoy aquí.
- ¿Que estas haciendo?
- Estoy viendo Riverdale.
- Ahora voy para allá, llevo un pastel, prepara un té para cada una.
Y sin más cuelga.
Siento que esta historia comenzó muy rápido, les explicaré como nos conocimos con Thomas.
Alexia es mi compañera de trabajo y la primer y única amiga que tuve al llegar a Roma, anteriormente viví en Venecia junto a mis padres pero Roma siempre fue el lugar en el que quisé vivir.
Conseguí empleo en una editorial bastante conocida aquí, el dueño es amigo y socio de Thomas, trabajo en el sector de diseño, tengo una excelente imaginación a la hora de crear portadas a libros.
Un día Alexia me invitó a cenar a su casa, ese día en la cena estaba Thomas, no voy a negar que me atrajo desde un principio ya que es bastante atractivo, luego cinco meses y unos tantos tragos de más nos acostamos, después de esa noche somos compañeros de cama.
Lamento defraudarlos, no es una historia de amor, todo fue atracción fisica desde un principio y sigue siendo así, con la diferencia que ahora le tengo un pequeño afecto.
(...)
- Que horrible oso, siempre lo odie.
- Asusta y le he dicho que lo tire pero no quiere hacerme caso.
- Es un imbecil, - Alexia se acerca al tacho de la basura y tira el oso con un ojo de botón. - no se enterará.
- Si lo hace le diré que fuiste tú. - continúo comiendo el pastel de chocolate y frutilla que trajo.
- Como sea, ¿como te sientes con esto del embarazo? Cuando me dijeron que Thomas había salido del edificio con una chica, no pensé que era contigo y me enfade por un momento.
- Me siento, bien supongo, aveces olvido que estoy embarazada pero luego lo recuerdo y coloco mi mano aquí dónde algo esta creciendo poquito a poquito dentro mío.
- Bueno, no es la primera vez que algo dentro tuyo va creciendo, no nos olvidemos del aparato reproductor de mi hermano.
- ¡Alexia! ¿Como vas a decir eso?
- Lo siento - se ríe. - Me han dicho muchas veces que no tengo mucho tacto con las cosas.
- Y esas personas estan en lo cierto.
- ¿Mañana iras al trabajo?
- Si...
- Por supuesto que no. - la voz impotente de Thomas nos interrumpe. - cualquier esfuerzo de más podría lastimar a nuestro bebé, he estado leyendo.
Ruedo los ojos. - ¿Que esfuerzo Thomas? Estoy sentada enfrente de una computadora, no hago ningún esfuerzo que pueda lastimarlo, cuando cumpla los seis meses de embarazo puedo dejar el trabajo ya que ahí debo de estar más tiempo en reposo.
- Ella tiene razón idiota, tú no haz leído nada.
- Yo pienso en mi hijo y ese pastel no le va a hacer bien ¿porque no tomas la sopa?
- No puedo estar nueve putos meses viviendo a base de sopa imbecil, no sabes nada de embarazadas.
- Lo hablaremos luego... - mira hacia el estante. - ¿dónde esta mi oso?
Oh oh.
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Propuesta Millonaria © ✓
Romance[COMPLETA] ¿Quien dijo que la convivencia era fácil? Y más si se trataba de una mujer embarazada y de un hombre con caracter fuerte. - Antojos. - Nauseas. - Llantos. - Mucha sensibilidad. - Bipolaridad. Solo quiero decir una cosa: buena suerte Thoma...