Cincuenta y tres | Karma.

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Min Yoongi no solía compartir mucho respecto a nada, era una suerte tener a Hoseok y Namjoon, quienes sabían cuando era momento de preguntar y cuando de limitarse a acompañarlo en silencio. Sin embargo, era consciente de esa vez le sería difícil deshacerse de sus mejores amigos.

De acuerdo, él admitía que era una novedad. Todo respecto a Jungkook era una novedad. Nunca antes había tenido una cita; jamás, en su corta vida, experimentó aquel sentimiento que, ahora, estando tirado sobre su desordenada cama, lo atormentaba. Por supuesto que era una tortura, pues le gustaba ser dueño sí mismo, dueño de sus pensamientos y sentimientos.

Jungkook provocaba todos esos deseos que, al menos para Min Yoongi, no eran más que una pérdida de tiempo.

Quizá se trataba del karma. Quizá, sólo quizá, Jungkook era su propio karma. Pero, al final de todo, era eso: suyo.

—Responde, maldita sea —dijo para sí mismo, dando vueltas en la cama. Después analizó, ¿realmente había hecho eso?—. Marica. Eres un marica, Min Yoongi.

Miró la brillante pantalla del móvil y suspiró. Jungkook no respondía sus mensajes, podía asegurar que ni siquiera los recibía. Se sentía malditamente frustrado.
Entonces llegó a la conclusión: ¿para qué tenía un maldito celular ese niño?

Quiso arrojar el aparato contra la pared, no obstante, se mantuvo en su lugar. Frunció el ceño y tecleó con rapidez.

"De cualquiera manera, estaré esperándote donde acordamos", leyó el mensaje una y otra vez para, finalmente, enviarlo. No quería parecer desesperado, por supuesto que no, sin embargo, debía admitir que era exactamente como se encontraba.

Era su primera cita, después de todo.

—De acuerdo, Yoongi —suspiró, reincorporándose sobre la cama—. No seas un idiota. Él irá.

Una hora, quedaba exactamente una hora para ver a Jungkook. Entonces, a pasos rápidos, se encaminó a la ducha: tomó un baño rápido, algo inusual en él, pues normalmente le tomaba media hora siempre y cuando hubiese música.

Su mente divagó por varios minutos, mismos en los que se dedicó a colocarse la ropa que usaría aquella noche. Algo no muy lejos de lo habitual en él, no era más que unos jeans negros, camisa a cuadros y zapatillas. Miró el espejo frente a él, se veía bastante presentable. No obstante, no era lo importante, nada de todo eso era importante cuando Jungkook no respondía a sus mensajes.

Su preocupación no disminuyó, por el contrario, aumentaba conforme pasaban los minutos. La cita no importaba, la integridad de Jungkook sí. Mil ideas cruzaron por su mente, todas y cada una de ellas horriblemente exageradas.

Un fuerte nudo se formó en su garganta. Fuera de Hoseok y Namjoon, todo le valía poco; ahora, Jungkook se añadía a su pequeña lista. El miedo estaba a su máximo punto.

Más tarde, sentado en una de las mesas de aquel modesto restaurante, Min tuvo que ordenar algo de la carta y apenas darle unos cuantos bocados. Casi no podía tragar.

¿Dónde se había metido Jungkook?

—Mierda... —musitó. Dejó los cubiertos a un lado y tomó el celular. No existía respuesta.

La idea surgió tan pronto pagó de su, a su parecer, muy mala comida. Y, a decir verdad, no sabía si el chef altamente calificado tenía un mal sazón o era él quien no había logrado disfrutar ni un sólo bocado. Estaba seguro de que eran ambas. Se levantó sin siquiera pensarlo, salió del local y se dirigió a su automóvil.

Su corazón latía a mil por hora mientras conducía en dirección al departamento de Jungkook. La necesidad de llegar corría por sus venas. Jeon jamás había demorado en responder, era un idiota por esperar tanto tiempo.

WHO ARE YOU? | YoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora