C a p í t u l o | U n o

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|8 de diciembre 2053|
Detroit; Michigan
|Penthouse; propiedad de Rk800|
14 años después

    Los acontecimientos ocurridos en el año 2038 habían sido uno de los que más marcaron la historia de la humanidad. El reconocimiento de una nueva raza habitando en la sociedad les dio los mismos derechos y deberes humanos a los Androides.  Aunque los primeros años fueron difíciles, —más aún para el departamento de policías de Detroit— ambas razas lograron convivir en armonía y aceptarse mutuamente.

    Habían pasado ya catorce años del ataque terrorista al nuevo Jericho donde se habían perdido muchas vidas y se había derramado sangre. Tanto Connor como Hank lograron encontrar a los culpables, haciendo uno de los progresos más grandes para la policía. Fue así como Anderson fue ascendido a Capitan del departamento y el Androide acompañante fue ascendido a Teniente. El primer Teniente de la dicha raza en el país.

   Pero eso no fue lo único que el destino les había regalado. A pesar de que Connor había perdido a su esposa, pudo disfrutar de la familia con su hija, una Androide diseñada especialmente para los equipos de SWAT y la criminología. El primer Androide con la capacidad de crecimiento. Y un conocimiento que cada día la hacía más humana.
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La azabache ignoraba continuamente el sonido de la alarma que le indicaba que tuvo despertarse aproximadamente hace dos horas atrás. Se revolvía continuamente en las sabanas experimentando la maravillosa emoción humana a la que ella denominaba flojera.

  Cuando tomó algo más de conciencia sobre la situación, salió de su modo reposo mientras que perezosamente miraba la hora que marcaba su alarma. Se sobresaltó y se reprendió así misma por la tardanza, levantándose rápidamente para hacer su pequeña rutina diaria de mañana.

En el departamento no parecía encontrarse absolutamente nadie, por la razón que sacó la conclusión de que el mayor ya estaba en su trabajo.

    Cuando terminó de arreglar su habitación y arreglarse el cabello ella misma se dirigió hacia la cocina. Un lugar grande y espacioso completamente equipado, cosa que le parecía completamente inútil ya que en el penthouse solo vivía ella y su padre, y ella lamentablemente sabía que los Androides no pueden consumir productos que no estén hechos con thirium, recordando la mala experiencia de cuando terminó en CiberLife tras haber ingerido un alimento humano por curiosidad en la casa de su tío Hank.

    Saliendo de sus pensamientos, la Androide toma una pequeña bolsa de thirium del congelador, para luego depositar el líquido sobre un vaso descartable para llevar en el camino.

    Se colocó sus audífonos rápidamente, se puso sus deportivas como calzado, tomó su chaqueta y se colocó la capucha para evitar que la nieve termina por dejarla completamente mojada. Terminó por cerrar el departamento para así bajar hacia el lobby y emprender camino hacia la estación de policía de Detroit.
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     El camino a pesar de estar completamente nevado no se le dificultaba para caminar sobre el bonito paisaje. De hecho, era un recorrido por disfrutar ya que siempre los adornos navideños decoraban las calles.

  Al llegar a la estación Eleonor saluda amablemente a las Androides recepcionistas y entra al ascensor para finalizar su camino hacia el ultimo piso.

  Dice de manera apurada y en voz alta el piso donde quiere llegar mientras las puertas estaban a punto de cerrarse pero por sorpresa una mano masculina lo detiene y el susodicho entra al ascensor algo apurado sin percatarse de la azabache en el ascensor.

   Eleonor imita una pequeña tos que cumplió el objetivo de sacar al joven de su transe y este, algo sorprendido la mira.

—Eleonor, un placer— dice la ojiazul extendiendo la mano mirándolo a sus azules ojos.

Luego de unos pequeños instantes el joven le devuelve el saludo con aires de superioridad típico de humanos. —o al menos así pensaba Eleonor—

James Reed— dice dandole un pequeño apretón de manos.

Virus; La hija de Connor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora