C a p í t u l o | D o s

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      Sorprendida por el nombre del susodicho, lo ve directamente a los ojos para analizar en su pupila de quien verdaderamente se trataba. Se perdió entre los análisis de sus ojos y categorizó —Según ella— que sus pestañas probablemente podrían aparecer en una de esas revistas de moda humana que tanto solían venderse.

  Volviendo al punto, si, se trataba de nada más ni nada menos, del mismo hijo de Gavin Reed, aquel molesto oficial que solía hacer chistes fuera de tono y de humor algo negro en la estación. No iba a decir que lo consideraba una persona agradable, sin más no esperaba que su actitud fuera como el conocido dicho "De tal palo tal astilla".

  –¿Que tanto miras? Me siento acosado.– Promueve molesto el único humano del ascensor.

—Solo analizaba tus ojos, para saber que no estés mintiendo— Digo algo molesta.

-—Y si no lo soy, ¿Que? ¿Acaso te programaron para verificar rostros? Ya existen otras computadoras para eso, aún no se como te permiten el acceso arriba.– Proclama con un sonrisa sarcástica, y antes de responderle peor, el ascensor se abre y salgo rápidamente de este.

  Me dirijo hacia la oficina de mi padre —que le habían dado tras la remodelación del edificio, su ascenso a Teniente— y dejo mis cosas debajo del su escritorio. Me llaman la atención algunas de las carpetas que se encontraban sobre este, y decido abrirlas, analizando toda la información de los crímenes que se habían cometido en la última semana.
 
  Rápidamente me llama la atención la imagen de un hombre sin pelo y con un ojo faltante –que cubría con un oscuro parche– entre sus crímenes se encontraba el transporte de una sustancia desconocida, y, probablemente ilegal, de la cual había una pequeña foto el el archivo, no muy relevante, e incluso su apariencia era similar al thirium, pero algo más rojiza. Y me acorde que tengo prohibido mirar estos documentos.

   Aún no entiendo como no es que puedo ayudar el el departamento de policía, soy de los androides más avanzados existentes, soy perfecta para el trabajo. Aveces detesto que mi padre sea sobre protector, me cree incapaz, y jamás se ha percatado de que soy mejor que el, solo espero hasta demostrárselos, a todos.

Sigo husmeando, ahora en archivos viejos del escritorio, moviendo cosas de aquí para allá, aburrida, y un pequeño artículo de revista se cae al suelo. Lo junto rápidamente y lo leo, parece un pequeño recorte, como esos que aparecen en las esquinas de los diarios, y nadie los lee, pero aparentemente fue importante para mi padre, ya que este lo había guardado.

  Se trataba de mi. Una queja ignorada de un pequeño grupo de humanos al sur de Florida, Estados Unidos, quienes se quejaban de CiberLife por haber creado un androide al que categorizaban peligroso. Lo ignore, creyendo que quizá sea un grupo de campesinos aún no adaptados a la época.

Jamás me di cuenta que las revistas de hoy día eran del tamaño de aquel artículo.

  Tras ordenar todo de vuelta en su lugar, me dirijo a buscar a Hank y a Connor, quien según me dijo uno de los detectives a los que consulte, se encontraban en la sala de interrogatorios, hacia donde me dirigía lentamente.

Los encuentro a ambos en aquel lugar, uno sentado al frente mío, Hank, quien miraba a mi papá, que se encontraba gritándole, del otro lado del vidrio espejado, al tipo que había visto en los archivos anteriores, pero esta vez sin su parche, y su ojo faltante me resultaba inquietante.

  —Menuda forma de descargar estrés— dije en voz alta al observar a mi padre tratándole de sacar información al tipo de los archivos, llamándolo así porque ni siquiera se mencionaba su nombre.

—Algún día lo entenderás— responde pasivamente Hank, mientras me miro por un segundo para luego volver su vista al vidrio. Yo solo asiento casi de manera que no se me escuchaba. No solía hablar mucho, pero no quería parecer mala persona. O mala máquina, no lo sé.

  De repente algo inesperado sucede, el tipo se suelta de las esposas que lo sostenías y golpea a mi padre fuertemente el el abdomen, inmovilizándole. Este corre rápidamente hacia la puerta y escapa. Hank no llega a sacar su pistola que voy tras el, comprendiendo que mi tío era demasiado viejo para correr.

—Eleonor vuelve , ni se te ocurra— es lo que escucho antes de salir rápidamente de la estación policial tras el susodicho.
 

Virus; La hija de Connor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora