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—Anda

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—Anda... por favor, Ken...—Junté mis manos a modo de súplica.

—¿Para qué?

—Porque la feria casi cierra, es lo último que pido—. Lo empujé a la fila del carrusel.

Así es, insistí para que se subiera al juego de caballitos que suben y bajan.

¿Por qué? Porque quiero tomarle fotos desde abajo y tener algo con qué sobornarlo por el resto de su vida.

¿Algo cruel? Así me gusta.

Luego de que terminara trepado en un caballo color marrón y yo le tomara varias fotos, nos dirigimos a un local de esos donde ganas peluches a cambio de tirar botellas de vidrio.

Resulta que Kendall tiene mala puntería.

Arqueé una ceja.—Permíteme—. Me abrí paso.—Uno, por favor— Le dije al señor que atendía. Me entregó tres pelotas.—Aquí vamos...

Y tiré las tres botellas en un sólo turno. Elegí un panda de peluche, giré sobre mis talones y le sonreí con prepotencia a Kendall, quien me veía con los ojos como platos.

—¿Quién eres? ¿Hawk Eye?— Farfulló impactado.

—Ehh no. Es lo que pasa cuando tu hermano te presta sus dardos—. Reí ligeramente.—Sólo sigamos.

—Okay...

🎆

Entre banderillas, algodones de azúcar, peleas absurdas y platicas divertidas, por fin entrábamos de vuelta al auto.

Tenía un pequeño problema y es que estaba más adolorida que nunca. Pero no quise decírselo, no quería arruinar nuestra cita. Es sólo que tantas actividades me agotaron.

—¿Te divertiste?— Preguntó luego de un rato.

—Me divertí muchísimo. Gracias por todo esto, Kendall.

—De nada, Loca del locker.

De pronto sonó una canción movida en la radio con la que no pude evitar menear la cabeza de un lado al otro al ritmo de la música.

Me vió de reojo, sin despegar la vista de la carretera.—Veo que te gusta esa canción.

E involuntariamente comencé a cantarla entre murmullos. Me detuve lentamente al recordar su presencia.

¡Alexia!, ¡estás en una cita!

Me sonrojé por la vergüenza.—¿por qué te detienes? Sigue, cantas bien.

Sonreí de lado.—Con una condición.

—¿Qué?

—Que la cantes conmigo.

—¡Pero canto horrible!— Reprochó.—Sueno a uno de esos pollos de plástico que chillan si los aplastas...

Su comentario hizo que me carcajeara.

—¡Sólo canta y diviértete!— Lo animé. Pareció convencerlo pues amplió su sonrisa y comenzó a cantar conmigo.

El auto se convirtió en una discoteca. Cantábamos a dueto y no podía evitar reír cuando Kendall intentaba alcanzar las notas agudas.

Y así el trayecto se me pasó demasiado rápido.

—No intentes negarlo, Ken. Parecías nenita asustada en la montaña rusa.

—¡No me juzgues!— Porfió.

—Hasta Lily subiría sin gritar tanto—. Le aseguré.

—En fin, ya llega...— Se detuvo al ver algo que lo hizo abrir los ojos como platos.

—¿qué tienes?— Volteé a su dirección, encontrándome con mi peor pesadilla.

Veíamos el grisáceo humo saliendo de una estructura demasiado familiar. La casa está en llamas.

Mark...

Fue lo primero en lo pensé. Abrí la puerta con las manos temblorosas y mis piernas se movieron solas hasta la cerca.

Jadeé.—Dime que no es cierto...

—¡Hay que llamar a los bomberos!

—¡MARK! ¡MASON!— Grité desgarradoramente y corrí a la puerta, que parecía querer caerse en cualquier momento.

Sentí un fuerte agarre en mi antebrazo.—¡Alexia! ¿¡Qué crees que estás haciendo!?

—Debo entrar. ¡Debo salvarlos!

—¿¡Estás loca!?— Ladeó la cabeza.—No lo hagas...

—¡Tengo qué!

—Pero-

Y entonces lo tomé por el cuello de la camisa y presioné nuestros labios, callándolo.—Gracias por la cita. Perdóname, pero...

Recargó sus palmas en mis mejillas.—Alex...

—¡Se lo prometí!—. Exclamé mientras nuestras narices chocaban. Cerraba los ojos, evadiendo las lágrimas, aunque fue en vano.

No sé cómo tuve la fuerza de voluntad de separarme de él, no sé qué provocó el incendio, no sé dónde están mis parientes, tampoco sé si Kendall me siguió o no. Pero lo más importante es: No si saldré de esta.

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Yo... no tengo palabras.

Debieron tomarse mi mensaje algo más... literal.

 literal

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Not Alone Donde viven las historias. Descúbrelo ahora