Orgullo

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Al salir del enorme edificio, dejé que alguien del personal me llevara a casa en uno de sus lujosos carros. Realmente me dolía muchísimo la muñeca, y tenía un dolor de estómago impresionante.

Entré a la casa, sin avisar que había llegado y me encerré en mi habitación. Escuché los pasos de alguien intentando escapar por delante de mi puerta, e inmediatamente me paré y abrí.

P: Oh Dios, ¿qué haces acá?

L: por si no sabías, es MI CASA y tengo derecho a estar acá. La que debería estar haciendo preguntas soy yo. ¡¿QUÉ HACE ESTA ZUNGA EN LA CASA?!

Creo que hace mucho no sentía tanta rabia.

Mi mejor amigo, está saliendo con la persona que más desprecio en este mundo y en el real.

Teresa es una excompañera del colegio, que le robó el celular a nuestra profesora de matemáticas de sexto, y luego me culpó a mí. El plan fue tan perfecto, que hasta mi madre se lo creyó y por pena, terminó sacándome del colegio. A estas alturas la única persona que me cree es la profesora de inglés y Peter.

Y aún así se está metiendo con ella. ¿Mi vida puede ir peor en este momento?

T: Sabes muy bien que fuiste tú.

L: Ya está. No puedo más.

Y cerré sesión antes de que alguien pudiese decir algo.

Cuando me quité el casco, mi perrito seguía durmiendo profundamente a mi lado. Me paré de la cama intentando hacer el menor ruido posible, y salí de la habitación en busca de un acetaminofén. Para mi sorpresa, mi mamá ya había llegado a casa y también estaba buscando pastillas.

– Hola mamá – Le dije abrazándola – ¿cómo te fue en el trabajo?

– Hola, sweetie – Ella domina perfectamente el inglés, así que acostúmbrense a su spanglish – bastante pesado, ya sabes, a veces llegan chicos con historias bastantes complicadas que conmueven el corazón de este hermoso ser.

Y sí que es hermosa, y cada día de mi vida me pregunto qué tan feo era mi padre, ya que no soy ni la mitad de bella de lo que ella es. Pero eso de que ella sea sensible, lo dudo mucho.

– Mamá, ambas sabemos que eres un hielo andante, y por eso eres una de las mejores psicólogas que hay en el mundo.

– No tiene nada que ver, solo amo lo que hago. ¿Qué haces en el botiquín? Dime que no te lastimaste de nuevo en ese jueguito del que nadie te saca ahora.

Tengo que aclarar algo, el juego es de inmersión total, por eso me duele.

– ¿Para qué te voy a mentir? Sí, me lastimé, pero no es por eso.

– ¿También te duele el estómago? Creo que estamos entrando en una epidemia.

Y sin decir ni una palabra más, mi amada madre, simplemente me vomitó encima y como es de esperarse, a mí también me dieron ganas de vomitar. Lo sé, somos muy goals.

Corrí al baño de mi habitación para limpiarme, pero justo cuando puse un dedo dentro, sonó el timbre.

– Mamá, abre por favor, me estoy lavando.

– Abre tú Luna, estás más cerca. Yo también me estoy lavando.

¿Quién diablos viene a molestar en una casa a las 5:30 pm?

Abrí la puerta con bastante recelo para encontrarme con nadie en particular. Solo con eso, ya sabía que era Peter, porque siempre toca el timbre, y sale corriendo a esconderse en el árbol que hay al frente. ¿Cuántos años tiene? ¿5?

Dejé la puerta abierta para que entrara y me limité a seguir lavándome.

– ¿Quién es? – Me gritó mi mamá desde el segundo piso.

– Peter.

– Buenas tardes señora Rebecca, espero no incomodar – dijo desde la sala.

– Tranquilo hijo, sabes que esta es tu casa.

Perfecto ahora también comparto mi casa real con este traidor.

Peter entró en mi habitación y se sentó pesadamente en mi cama, haciendo que Galbi se despertara.

  – ¿Podrías por favor tener cuidado con mi perro?

–  ¿Por qué de tan mal humor naranjita?

Ese apodo me lo pusieron por un reto, y la verdad no me gusta para nada. Estábamos en la fiesta de despedida que le hicimos a un amigo que se fue del país, y comenzamos a jugar verdad o reto. Resulta que me retaron a comer la mayor cantidad de naranjas que pudiera y como era mi fruta favorita en ese tiempo, comí tantas que terminé en el hospital deshidratada por el vómito y el daño de estómago que me causó.

– ¿A qué viniste? 

 – Se supone que íbamos  a subir el top hoy, y te fuiste de la nada.

  – ¿De la nada? ¡¿DE LA NADA?! –  comencé a gritarle de nuevo –  Te estás metiendo con Teresa, y uno: yo no tenía ni idea, dos: sabes que la odio y aún así me haces eso. ASÍ QUE TENGO TODO EL DERECHO DE IRME DE LA NADA

– No me estoy metiendo con ella.

–  ¿Ah no? ¿Entonces por qué salía sigilosamente?

– Porque sabe que la odias. Luna, madura un poco, tú peleaste con ella, no yo. Tengo todo el derecho de seguirle hablando. Además no eres nadie para celarme.

  – Es mi casa, Peter.

– Bien, entonces mañana mismo me voy de ahí.

Peter salió pegando un portazo, y yo lo único que hice fue pegar un grito de frustración.

Mamá entró abriendo la puerta de otro portazo.

– ¿Qué pasó, Luna? 

  – Nada, estoy bien –  le contesté haciendo hasta lo imposible para contener las lágrimas.

Cuando vi que no iba a funcionar, le dije que iba al baño a terminarme de lavar, y de esa manera me dejó sola.

De cierto modo Peter tenía razón, pero mi orgullo es más grande que yo y no me iba a permitir hablarle.

Nota: 

!Buenaaas! Bueno, las cosas en mi vida se están volviendo a poner intensas, así que creo que ya no podré publicar muy seguido.

Agradecería que me apoyasen con sus votos y así, de alguna manera ver que están disfrutando de esto.

L.



Cuando la distancia no exista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora