¿Por qué?

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 Me distraje mirando sus labios y el desorden de su cabello, que en cualquier otro mundo, diría que es sexy, pero en realidad no lo es. Ahí podría vivir perfectamente un enjambre de abejas. Esos ojos azules infinitos, una combinación entre el azul del cielo y el mar, siento que me podría ahogar ahí perfectamente. Y ni hablemos de sus pecas, Dios, este hombre es demasiado perfecto para ser r..

 – ¿Oye? ¿Me estás prestando atención?

 – Deberías ser ilegal.

  – ¿Ah? Sé que soy inmaduro pero eso no es lo que determina que tenga cédula o no.

Mierda, ¿qué haces? reacciona Luna.

– Nada, solo ignórame. ¿Qué me estabas diciendo? 

– Que si quieres ser mi novia. 

 –   ¿Yo?

    –  Sí, tú. Eres la mujer más hermosa que he visto sobre la faz de la tierra.

Y de la nada, abrí los ojos y mandé el reloj a la mierda, instintivamente.

– Siempre tienes que dañar todo, ¿verdad?  – Dije maldiciendo el reloj mientras lo recogía.

Me dispuse a abrir la puerta de mi habitación cuando caí en cuenta de algo...

¿Realmente soñé con GarFick? ¿Qué carajo?

Y comencé a reír como una loca mientras subía las escaleras para despertar a mamá.

   – Mom?  –  Dije mientras me metía a la fuerza en su cama.

– ¿Mamá?  –  La moví desesperadamente al ver que no se movió.  – ¿Meredith?

   – ¿Qué quieres Luna, son las 6 am?

–  ¿Estás bien?  –  toqué su cuello y me di cuenta que estaba hirviendo.  – Dios, tienes mucha fiebre, mamá. Sé que prometimos madrugar a hacer ejercicio pero creo que va a tener que esperar, levántate y vamos al médico.

Se volteó para mirarme, y su ojo izquierdo estaba cubierto de sangre. Ahogué un grito.

– ¿Qué?  –  Dijo notando mi cara de pánico.

– Mamá, creo que ti-tienes sangre en el ojo.

– ¿Qué?  –  Se paró de golpe y corrió a mirarse al espejo.

En medio de la desesperación llamé una ambulancia, pero me dijeron que no era grave y no iba a ser posible realizar el servicio.

– ¿Cómo no va a ser grave? Mi mamá está ardiendo en fiebre y tiene sangre en el ojo.

– Solo llévela al hospital, lo sentimos, no podemos hacer nada.

Tiré el teléfono contra la pared. Mamá va a morir, me voy a quedar sola, ¿y ahora quién me va a hacer el desayuno? ¿quién me va a masajear los pies después de un día largo? 

   – Luna, ¿qué haces? ¿vas a destruir la casa? 

–  Llamé una ambulancia.  –  Ella rompió en carcajadas.

– Seguro no es nada, puedo ir al médico sola.

– Ni loca, me voy a vestir ya mismo.

Entré rápidamente a la ducha, y me di un baño de gato. Salí y me puse el primer vestido que encontré, para luego darme cuenta que no me había depilado las piernas, y se veían horribles. Lancé el vestido contra la ventana, y me encontré con un Golbi mirándome con decepción.

– No estoy en mis días, perro estúpido.

Él me miró con ternura, y se echó en mis pies. ¿Cómo podía enojarme con esta bolita de pelos?

Terminé poniéndome un jean blanco y un camibuso de estrellas, con unos tenis azules oscuro.

– ¡Estoy lista! ¡Vamos!

– Pide el taxi.

Marqué el típico siete veces dos, y me dejaron en espera. Comenzó a sonar esa canción odiosa por unos tres minutos, hasta que por fin alguien se dignó a hablar.

– Lo sentimos, no hay ningún vehículo cerca de su ubicación.

Perfecto, ¿puede ir peor?

Siempre puede ir peor.

– Mami, no hay taxi.

– Pues, dile a Peter que nos lleve.

Peter sacó su licencia de conducción hace 6 meses y la única vez que me subí en su carro, nos accidentamos. No fue grave, pero me dejó una linda cicatriz en la ceja.

– Ni loca.

– ¿Peleaste con él?

– Eh... Voy al baño.

– Jamás aprenderás a mentir, Luna Sansari. Aprende a separar tus problemas de la necesidad. Ahora, mueve ese trasero y ve a la casa del lado, ¡YA!

Ese grito me sacó de la casa, y en cuestión de segundos, estaba como un perro arrepentido tocando el timbre de la casa de Peter. Para mi suerte, abrió su mamá.

– Hola cariño, Peter no está. ¿Qué necesitas?

Peter pasó por detrás y me lanzó una mirada asesina.

– Mi mamá está muriendo de fiebre, y no hay taxi disponible así que quería ver si nos podían llevar  –  Dije, ignorando el hecho de que obviamente, mi mejor amigo no me quería ver ni en pintura.

   – Claro, déjame le digo a Leonard que las lleve.

Y en cuestión de media hora, estaba sentada en la sala de espera, mientras el médico revisaba a mi mamá.

Cuando la vi salir, tenía cara de todo, menos de estar bien.

– Luna, tenemos que hablar.

Nota: 

Imagínense la nota ustedes, porque la verdad, no sé qué poner.

L.

Cuando la distancia no exista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora