Salimos del hospital y nos dirigíamos a la panadería del frente, en ese momento salió una enfermera desesperada y agarró de la mano a mi mamá.
— Le entregamos los resultados incorrectos. Disculple. Por favor no nos demande, señora Evans.
— Lo sé, tranquila.
— ¿Cómo que lo sabe?
— Pues que no me he acostado con nadie en mucho tiempo, y es imposible que esté embarazada.
Comencé a reirme ruidosamente y la enfermera me miró con cara de asombro.
— ¿Eres Luna, no? Mi hijo estudia contigo
— ¿Quién es su hijo?
— Juanca
Miré a mi mamá con suplica, porque sabía que la conversación iba para otro lado y no quería responder preguntas en este momento.
Juan Camilo y yo hemos estudiado juntos absolutamente todos los grados y ha estado detrás de mí unos cuatro años a pesar de que lo he rechazado de mil maneras.
~Analepsis~
Estaba sentada en la hierba recién cortada de una de las zonas verdes del colegio, mirando el hermoso amanecer que aún no comenzaba, eran al rededor de las 4:30 am, mamá me había llevado temprano al colegio porque tenía que salir de la ciudad a un congreso Nacional de Psicólogos.
La hierba estaba un poco mojada porque en la noche había llovido. Yo había dormido como un bebé, pero seguía con sueño, ¿y por qué no? podría dormir ahí mismo unas dos horas antes de entrar a clase...
Abrí lentamente los ojos, y la luz de la ventana me golpeó demasiado fuerte para ser una ventana, cuando terminé de abrirlos me encontré con hermoso cielo azulado y a Juan Camilo acariciándome el cabello.
Me levanté de golpe y retrocedí asustada frente al gigantesco hombre acuerpado que tenía delante de mi.
— ¿Qué diablos haces? — Dije aclarándome la garganta.
No dijo nada, y se limitó a mirarme con ternura, lo que solo hizo que me diera rabia.
Salí caminando directamente al salón 20 a un paso que según yo, era inalcanzable. Pero no tuve en cuenta, en medio de mi aún somnoliento estado, de que Juan Camilo es un excelente deportista de alto rendimiento, y me alcanzó en dos zancadas.
— ¿Pensaste que te ibas a escapar, naranjita?— Dijo sosteniéndome el brazo con fuerza.
— Suéltame, te lo ordeno.
— No.
Se acercó lentamente a mis labios, intenté retroceder pero me tenía arrinconada contra el baño.
—¡SUÉLTAME JUAN CAMILO!
Soltó un grito de dolor y se retiró cojeando, dejando frente a mí, a un Peter sonrojado por haber corrido probablemente desde la cancha de nuestro colegio.
— ¿Estás bien, Lu?
—Eh... — Comencé a revisarme el cuerpo y efectivamente señores, tenía un lindo morado en mi brazo derecho.
— Hay que decirle a la coordinadora.
— Ni loca, llamarán a mi mamá, y está en una reunión muy importante que esperado por cinco años. No pienso arruinarle su momento.
— Lo entenderá.
— Sí pero no.
— ¿Entenderá qué, señorita? — Dijo una mujer de mediana altura, cabello rizado bastante largo, y ojos negros impenetrables.
— ¿Entender qué, Luna Sansari? — repitió nuestra hermosa coordinadora.
— Nada.
— Que Juan Camilo la está acosando otra vez, mire. — Me agarró el brazo y le mostró el moretón. — La lastimo, ese hijo de su...
— Sin vulgaridades, Peter. A coordinación, los dos, ya.
— Pero si no hicimos NADAAA.
~En el presente~
Y sí, ese es el porqué no quiero hablar con la enfermera. Horas después mi mamá estaba sentada en coordinación odiando a Juan Camilo con todo su ser por haber, cito, "tocado a su princesa". Y ahora odio que haya dicho eso, porque cada que Peter puede, me dice princesita.
— Lo siento, debo irme. — Le dijo mi mamá a la enfermera, y seguimos nuestro paso a la cafetería.
Una vez dentro, ordenamos buñuelos y milo frío.
— La enfermera ya te adelantó lo de mi diagnóstico falso, ¿te imaginas un hermano o hermana? — Dijo entre risas. — Bueno, ahora lo otro de lo que teníamos que hablar seriamente.
Clavé mi mirada en la mesa. Jamás me gustaron este tipo de situaciones. No sé tomar las cosas en serio. No sé reaccionar frente a situaciones complejas.
— I'm dating with someone.— Sus ojos irradiaban sinceridad.
No entendí nada.
— En español por favor, mamá.
— Estoy saliendo con alguien, Luna.
Me ahogué con el milo.
— Pero le dijiste a la enfermera que hace muchísimo no te acostabas con alguien.
— Estar saliendo con alguien no es sinónimo de estarte acostando con esa persona.
— Oh... ¿Hace cuánto?
— Un año. Y me está pidiendo que me vaya a vivir con él.
— ¿Cuál es el problema?
— Vive en Canadá. Quiero que me entiendas Luna, esto es muy importante para mí, sería una nueva oportunidad, comenzar de cero, una mejor educación para ti, un mejor trabajo para mí.
Mientras ella echaba su discurso, las lágrimas caían por mis mejillas. Dejé de prestarle atención en cierto momento, y comencé a recordar todo lo que había vivido en mi corta pero alocada vida. No me quería ir. No quería dejar a Peter atrás. Pero por otro lado, mi madre tenía razón en todo lo que estaba diciendo. Y yo quería salir de mi rutina, de mi encierro. Quería que ella fuera feliz. Y al final, eso era lo que me movía a hacer todo. La felicidad de mi mamá.
— Está bien, vamos.
— No tiene que ser ya, Luna.
— Cuando quieras, vamos.
— ¿Segura?
— Segura.
Saltó de su asiento y me envolvió en un abrazo de oso. Su felicidad era más que evidente, y yo no podía estar más confundida.
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Cuando la distancia no exista.
De TodoLa distancia quita y otorga. Si quitase sentimientos tal vez sería mucho más fácil. Pero me lo regaló a él.