Esa mañana, Syrina se despertó por el hedor a alcohol que inundó su gran habitación con la llegada de Brunnhilde.
—Levántate —le dijo la valquiria—. Es hora de entrenar a tu campeón.
La diosa ni siquiera se quitó el antifaz dorado para dormir (de tela tan suave como sus sábanas y su camisón) ni se movió un centímetro.
—Entrénalo tú —casi gruñó, molesta por ser despertada tan temprano—. Aún me faltan unas horas de sueño de belleza.
Brunnhilde rodó los ojos y entró a la cocina para buscar alguna botella de alcohol que tomar, dado que ya se había acabado la suya. El ostentoso piso, más grande que el del Gran Maestro, era blanco y dorado con detalles carmín. Estaba diseñado para su comodidad, como había mandado a hacer el Gran Maestro. Syrina adoraba su alcoba de princesa, que tenía una gigantesca cama, una cocina pequeña y superficial, un baño tan grande como el apartamento de Brunnhilde, una sala y el tocador más exagerado que uno se pudiera imaginar.
—¿No dormiste bien? —preguntó tras un eructo.
Syrina formó una mueca al escucharla y se quitó el antifaz, resoplando.
—No —contestó seca—. Una pesadilla.
La misma pesadilla que había estado teniendo últimamente. Hela regresando a Asgard y atormentando a la gente, masacrando a personas con su ejército atrás y Fenris a su lado, con sangre goteando de su hocico.
Sabía que no lograría reconciliar el sueño y que Brunnhilde no se iría, así que se levantó y se dirigió al armario para cambiar su camisón por un largo vestido casual que acentuaba su figura. Su forma de vestir era lo único en Sakaar que la hacía sentir como en Asgard, su antiguo hogar.
Lavó su rostro y dientes después de comer una fruta que le robó a Brunnhilde de las manos. Se peinó el cabello en perfectos bucles blancos y se sentó frente a su tocador para maquillarse, mientras Brunnhilde seguía rebuscando en el refrigerador. Dejó sus labios con un suave tono rosa natural y sus pestañas quedaron rizadas y oscuras.
—¿Sabes qué? —habló Brunnhilde al momento en que Syrina se delineaba los ojos— Cada vez que vengo aquí, vomito internamente con tanto dorado.
—Bueno, cuando yo voy a tu piso y veo tanto verde, vuelvo acá y vomito en serio —respondió, poniéndose de pie. Brunnhilde se rio bajo y secamente—. Vamos. Mi campeón nos debe estar esperando.
Salieron de la alcoba y bajaron un par de pisos para llegar a la planta y cruzar algunos pasillos hasta dar con la habitación de Hulk, quien tenía la tercera habitación más grande de la torre, por órdenes de Syrina. Ella le tenía cierto cariño, aunque no le gustara admitirlo, así que le daba todo lo que quisiera y lo consentía. Claro que todo el mundo pensaba que quien realmente lo consentía era el Gran Maestro.
Syrina vio a Hulk sonreír al verlas en su entrada; se levantó de su cama, con su martillo en mano y recargado en su hombro derecho, vestido con todo el traje de combate (que Syrina había mandado a diseñar para él), y caminó hacia ellas.
—Hulk entrena —dijo con su voz grave, mirando de costado.
Syrina frunció el ceño, confundida.
—¿Hablas solo, campeón?
—No —respondió, señalando hacia la ventana—. Hulk habla a Thor. Hola, chica grande.
Syrina arqueó una ceja, sorprendida. El Gran Maestro debió darle una habitación aparte. ¿Por qué le había asignado el dormitorio de su campeón?
![](https://img.wattpad.com/cover/158054707-288-k504628.jpg)
ESTÁS LEYENDO
enchantress [odinson] squad of heroines ³
Fanfiction❝ Syrina sólo quería confundir, seducir y manipular a Thor. Nunca imaginó que terminaría perdiendo en su propio juego ❞ UNIVERSO CINEMATOGRÁFICO DE MARVEL. ESCUADRÓN DE HEROÍNAS. CELESTE STONE. © 2021. #1 THOR [03/05/19] #1 DIOSDELTRUENO [03/05/19] ...