5. Loki

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Cuando Hulk saltó por la ventana, después de que Thor lo hiciera, Syrina resopló frustrada. El dios del trueno había logrado mover algo en su interior. Por más rencor que le tuviera a Odín, ella amaba Asgard. Ese mundo alguna vez fue su hogar... y donde estaba Heimdall. Él necesitaba ayuda para proteger y salvar a los asgardianos. En su corazón, todavía añoraba su mundo natal.

A pesar de los años, el sentimiento asgardiano no la había abandonado. Una vez, hace tiempo, ella fue una guerrera, una diosa muy poderosa y alabada. Extrañaba ser ella misma. Si tenía que pelear contra Hela para salvar su hogar, estaba dispuesta a hacerlo... otra vez.

—No estarás pensando en ayudarle, ¿o sí?

La voz de Brunnhilde a sus espaldas la hizo voltear.

—Oh, conozco esa mirada —se burló la valquiria, tomando una de las botellas de la repisa antes de darle un largo trago—. Su discurso te ha conmovido.

—No me ha conmovido —mintió Syrina, poniendo la frente en alto—. Pero sí iré con él. Si Hela conquista Asgard, no tardará en hacerlo con otros mundos. Thor no podrá matarla, lo sabes. Tengo que terminar con Hela de una vez por todas.

—Claro —dijo poco convencida, entrecerrando los ojos. Se quedaron mirando fijamente un momento, hasta que se encogió de hombros con despreocupación—. Pues ve. Yo me quedo.

—Sabes que eso no es cierto —bufó con una media sonrisa, y se dirigió a la ventana de la que Thor había saltado—. Sólo necesitas un rato para pensarlo. Pero cuando estés lista... espéranos en tu basurero para crear un plan.

Brunnhilde puso los ojos en blanco y no volvió a mirarla. Syrina sonrió, sabiendo que estaba en lo correcto. Se paró sobre el alféizar del ventanal y saltó. Justo un par de metros antes de caer, convocó una lanza dorada y la encajó en el concreto del muro, interrumpiendo su caída libre.

Sonrió satisfecha cuando quedó de pie en el suelo y sin ningún rasguño. Desencajó el arma y la volvió polvo, desvaneciéndola. Corrió hacia la chatarrería, a donde probablemente habrían huido. Entonces, la proyección del Gran Maestro a gran escala se mostró justo frente al edificio que él llamaba "palacio", y acusó a Thor de llevarse a Hulk.

Halló unas enormes pisadas en la tierra, que identificó como las de Hulk, y las siguió hasta una nave medio destruida. Otro par de pisadas salieron desde la nave, dirigiéndose hacia la plaza de Sakaar.

—Genial. Vas justo al lugar en el que es más probable que te encuentren. Inteligente —masculló, rodando los ojos.

La gente en las calles, principalmente concentrada en la plaza, vestía de verde y usaba carteles y rostros representativos para celebrar a Hulk. Se introdujo entre el gentío, haciéndolos a un lado sin cortesía, e importándole poco que la insultaran o le reclamaran.

Un poco de alboroto le llamó la atención a su izquierda. Notó a un tikuna amenazando a un sujeto alto con una tela verde que le cubría la espalda y la cabeza. Syrina supo que se trataba de él. Ahora sabía que reconocería esa altura y hombros fornidos en cualquier lado.

Corrió hacia ellos y, justo cuando el tikuna estuvo por atacar, levantó la mano a la altura de su cuello y apareció una daga con la que le atravesó la yugular. El tikuna cayó como peso muerto, chorreando una inmensa cantidad de sangre que Syrina evitó para no mancharse los zapatos y el vestido. El arma se desvaneció como polvo dorado, dejando ningún rastro de lo que había matado al tikuna.

Thor miró la escena con asco y luego a Syrina. Entonces sonrió, más feliz de lo que pensó que se sentiría por volver a verla.

—¿Qué se supone que es eso? —preguntó divertida, señalando la tela verde que llevaba encima.

enchantress [odinson] squad of heroines ³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora