enchantress [odinson] squad of heroines ³

2. El Dios del Trueno

Syrina tenía un humor tan malo que decidió pedir una bebida con el alcohol más fuerte que el bar tuviera. No podía dejar de pensar en su pesadilla de anoche. Había despertado poco antes de que saliera el sol por esas imágenes que su subconsciente le llevó desde los recuerdos, provocándole escalofríos y sudor frío.

—¡Dije que son míos! —declaró Brunnhilde con un sonoro golpe en la barra, amenazando al par de sujetos que estaban sentados cerca de ellas.

Syrina se empinó la copa, consciente de que ni siquiera le haría un verdadero efecto. Se necesitaba alcohol asgardiano para embriagar a una diosa.

—Mira, ellas son las que me metieron aquí —masculló Thor, señalando a la mujer de cabellos blancos como la nieve y suave como la seda, junto a la morena que constantemente bebía alcohol.

—Ah, sí. Recolectora 142 y Encantadora —respondió Korg, mirando en la misma dirección—. Cuídate de esas asgardianas. Son rudas.

—¿Asgardianas? —preguntó sorprendido.

—Sí —contestó Korg—. Encantadora es la de pelo blanco. He oído que es una diosa, y no lo digo sólo en el sentido figurado —dijo, encogiéndose de hombros—. Todos aquí la adoran o le temen. En lo personal, me agrada, siempre es muy...

—¿Encantadora?

—Justamente —confirmó Korg.

—¡Hey! —exclamó Thor, acercándose al límite de la celda, donde había una pared eléctrica de láseres rojos.

Syrina lo miró un momento, pero decidió ignorarlo y pidió otra copa, como si sólo hubiera sido una mosca zumbando a su alrededor.

—¡Hey!

Levantando un poco su vestido por su pierna derecha, lo miró con burla al momento en que ese pequeño control que podía tirarlo al piso fue visible para el hijo de Odín, quien se detuvo abruptamente cuando comprendió la advertencia.

—Hey... —articuló suavemente con tono burlseco.

—No uses esa cosa —le ordenó con el semblante endurecido, apuntándola con el dedo índice.

Syrina siguió viéndolo con mirada de aburrimiento y dejó caer la tela del vestido azul con dorado que llevaba para la ocasión.

—Sólo quiero hablar.

Ella lo miró con una ceja arqueada, curiosa.

—No me digas —dijo con tono burlesco, antes de que Thor quisiera decir algo más—. Asgard está en problemas, ¿no? ¿De qué se tratará? Ah, ya sé. ¿Conflictos familiares? Sí, apuesto a que es eso. La casa de Odín nunca cambia.

Thor estuvo por responderle, hasta que algo detrás de ella le llamó la atención.

—Espera, tú eres una valquiria —exclamó sorprendido.

Syrina vio a Brunnhilde hacer una mueca y dejar su botella con disgusto, formando una mueca de molestia e incomodidad al oír aquella palabra.

—¡Yo quería ser una valquiria cuando era niño! Hasta que descubrí que todas son mujeres. No hay nada malo con las mujeres, claro. Amo a las mujeres. A veces, tal vez demasiado —se rio un momento—. No de una forma rara, sólo con respeto y apreciación. Creo que es genial que haya una élite de mujeres guerreras en nuestros tiempos —concluyó, finalmente levantándole el dedo pulgar.

Syrina lo miró por un par de segundos antes de empezar a reírse, dejando a Thor confundido.

—¿Ya acabaste? Porque eres un poco patético, ¿sabías? Todo un adonis —admitió, chasqueando la lengua a la vez que lo miraba de arriba abajo—, pero patético.