enchantress [odinson] squad of heroines ³

4. Brunnhilde

Syrina no pudo dormir bien esa noche, otra vez. La cabeza le daba vueltas y vueltas, recordando cuando ella y las valquirias fueron al recóndito lugar donde ella encerró a Hela tras enfrentarla.

La diosa de la muerte no tuvo piedad con ninguna, asesinando a todas las guerreras, excepto a Brunnhilde. Pensar en ella con los pies sobre Asgard otra vez le provocaba sudor en la frente. La gente, el pueblo... Asgard estaba desprotegido. No se imaginaba lo que Hela podría estar haciendo para recuperar su poder y conquistar mundos nuevos.

—Andando —le dijo a Brunnhilde cuando logró despertarla de entre la docena de botellas vacías que servían como cojines en su cama.

Cada día debían ir por su campeón para llevarlo a entrenar. Brunnhilde luchaba contra él para practicar viejos y nuevos movimientos, ya que ella y Syrina eran las únicas oponentes que lo hacían dar su máximo esfuerzo. Claro que la diosa de la armería y la manipulación sólo observaba sentada, rehusándose a mover un dedo. Prefería recurrir a sus poderes de manipulación, que luchar. No porque fuera mala en ello, sino porque confiaba en sus encantos. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que peleó en un combate cuerpo a cuerpo.

Brunnhilde pateó el arma de un guardia que cuidaba la entrada del cuarto de Hulk y Thor, riéndose. Los guardias se rieron con ella por su jugada, pero se tensaron inmediatamente cuando vieron a Syrina. Como había dicho Korg, ella era temida o adorada.

—Déjenos a solas —ordenó Syrina a los guardias, quienes obedecieron y se fueron al instante.

—Hola, chica grande —saludó Hulk con su martillo en mano, retando a Brunnhilde.

La valquiria corrió hacia él y éste intentó darle con el arma, pero fue demasiado lento, ya que Brunnhilde se deslizó por debajo y le dio una patada en la cadera que lo desestabilizó y lo hizo caer. Syrina rodó los ojos ante sus juegos, pero no ocultó su sonrisa de diversión.

—Brunnhilde te venció otra vez, campeón —le dijo Syrina con una ceja arqueada y sus brazos cruzados—. ¿Debería preocuparme?

Hulk se rio aún cuando Brunnhilde pasó por encima de él con el rostro tenso y los ojos llenos de coraje. Syrina volteó para mirar lo que ella parecía querer asesinar, y descruzó sus brazos al notarlo.

Thor la miró con una sonrisa muy sutil, intentando recargarse sobre la repisa llena de botellas con alcohol, pero fracasó y terminó por descansar sus brazos por en frente. Pudo percibir que había intentado verse relajado, pero sólo logró delatar su inseguridad.

Syrina sonrió de lado con ironía.

—No te rindes, eh —le dijo Brunnhilde, caminando directamente hacia la salida.

Hulk había logrado hacerlas entrar para que el dios del trueno pudiera hablar con ellas. Thor miró a la valquiria entonces, siendo por fin capaz de despegar sus ojos de la hermosa asgardiana con cabello blanco.

—Necesitamos hablar —le pidió Thor, siguiendo a la valquiria.

—No. Tú quieres hablar —le corrigió Brunnhilde, frunciendo el ceño con desinterés, cada vez acercándose más y más a la salida.

Syrina no se movió de su lugar. Tenía curiosidad.

—Necesito que se quede —le pidió Thor a Hulk, mirándolo por encima de su hombro.

Lo siguiente que Syrina vio fue cómo Hulk arrancó la cabecera de su cama, hecha de la mandíbula superior de alguna criatura de gran tamaño, y la lanzó hacia la entrada, impidiendo que Brunnhilde siguiera avanzando.