Cristopher

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Abro mis ojos y la piel en mis brazos sigue manchada de sangre, los cortes me arden tanto que la sola idea de tener que encubrirlos para salir, hace que odie más aun la idea de que tengo que ir al colegio. Mi hermanita entra por la puerta y, sé que se queda impresionada por lo que ve, ella es la única persona que sabe que me corto, a pesar que, creo, no lo entiende de ninguna manera, ella me prometió que nunca avisaría a nuestros padres. Con un extraño tono de voz, me avisa que ya es hora de desayunar, le agradezco,  y me siento inmensamente culpable. Culpable por todo, por ser tan descuidado y permitir que ella lo viera, culpable por no ser más fuerte, culpable por existir. Pero sigo vivo y, extrañamente,  hay una parte de mí que se siente orgulloso por eso.

Me siento tan patético, siendo quien soy, algunos días imagino ser cualquier otra persona, de esas que se alegran por la más mínima situación, de las que se ríen de cualquier chiste estúpido, y no necesitan analizar dos veces una cosa para hacerla. Es raro disfrutar imaginando ser esa clase de persona y, al mismo tiempo, odiar a cualquier persona que se parezca a ese tipo. Que hoy sea el primer día de clases no ayuda en nada, todos los colegios son iguales: cárceles de consenso entre padres y profesores.

Al entrar en el auto de mis padres, el mal presentimiento que tengo de este nuevo colegio aumenta en gran medida. El día es demasiado soleado, y la gente de esta ciudad me mira más extrañada que donde vivíamos antes. No me gusta esta situación, cada vez que avanzamos en la carretera me siento más pesado y es como si me hundiría más. Para colmo, mi brazo empieza a arder de nuevo.

A pesar de que el colegio se ve peor de lo que imaginaba, al salir del auto siento una liberación, después de todo es un nuevo comienzo, puedo ser quien quiera. Tengo todo un mundo dentro de mí, en el cual tengo todo el poder sobre todas las personas y cosas. ¿Porque no aplicar las mismas técnicas? Tengo el factor sorpresa, todo esto puede explotar antes de que alguien se pregunte quien mierda soy. 

Otra vez me descubro a mí mismo soñando despierto, la imagen del colegio quemándose me tranquiliza, pero ya estoy en la puerta del que vendrá a ser mi sala de torturas y debo comportarme para no llamar la atención. Todavía…

Durante dos horas me toca sentarme frente a una chica que me parece adorable solo porque se parece a la protagonista de uno de mis animes preferidos. Pensándolo bien, parece algo hueca y del tipo de chicas que no puede ver más allá de su celular y de su ropa de marca. En otra situación la hubiera odiado, pero trato de no generarme prejuicios de momento, en este nuevo comienzo. ¿Era solo mi imaginación o realmente tenía una parte de su cerquillo quemado? Aunque esto jamás lo reconocería,  necesito compañía de alguien que escuche, así sean mis pesadas quejas. Creo que ese alguien será imposible de encontrar en esta etapa de mi vida.

Pensamiento y DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora