Camila

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Al despertar, la sensación de pesadez continúa, agarro mi almohada con fuerza y, me doy cuenta que sobre pienso demasiado y nadie me conoce de verdad. Ayer, las cosas parecían ir perfectas, tenía algunos amigos que parecían cercanos,  una mejor amiga con la cual compartíamos hasta las medias y un novio deportista que; a pesar de parecer saber solo sonreír y decir hola, era lindo conmigo. Cuando llego al cuarto de al lado, mi madre me observa como a uno de sus especímenes conservados en alcohol, y la entiendo, tengo pintura por todas partes, mi cerquillo esta quemado, y mis brazos estan rasmillados.

Mi vida era mucho más pacífica, me gustaba ser conocida por todos, escuchar mi tipo de música y de vez en cuando dibujar algo que me parezca adorable en mi cuaderno. Algunas personas me llaman “fresa” o “gomela” por mi apariencia, la verdad es que a mí me gusta vestirme bien porque me hace sentirme mejor conmigo misma. En general, la gente piensa que soy una persona tranquila  e incluso tierna, pero tengo tantos pensamientos en mi cabeza que van totalmente en contra de esa impresión, ni si quiera yo misma termino por enterarme como soy realmente. Me gustan las conversaciones profundas, hace tiempo que no tenía una, de forma desesperada querría conocer a alguien con quien pueda tenerlas.

Pero nadie me conoce. Al menos un noventa por ciento de mis pensamientos nunca salen de mi cabeza. Incluso, confieso que tengo pensamientos sobre fantasías sexuales que sorprenderían hasta a los pervertidos de mi curso. Pero eso es solo una muestra, a veces tengo pensamientos que me asustan a mí misma, cosas que deseo para los demás o que deseo para mi misma.

 Incluso presiento que en las cosas que me auto considero buena, son las mismas que nadie se imaginaria que yo las practico. Tengo conocidos tan variados que se odiarían si se conocieran entre sí, y a todos ellos solo les muestro una pequeña mascara de mi personalidad. Puede parecer hipócrita, lo acepto, pero es la única forma que eh encontrado para socializar.  

 Hoy, todo parece falso, me alegra estar así, frente a mi madre, con la apariencia más destruida que alguna vez tuve. Enfrentarme y decir, también soy así, no soy como mi ex mejor amiga, estoy demente, soy jodidamente diferente. Obviamente no le digo, y solo me quedo callada, como si hubiera sufrido un ataque de pintura en la calle. Y por suerte, exactamente eso es lo que piensa mi madre, como si la nueva forma de asalto fuera con látex y aerosoles negros. Tengo esta ventaja frente al mundo, la mayoría de las personas siempre pensaran lo “mejor” de mí. Quizás si se daría cuenta de mi cerquillo  la situación hubiera sido diferente 

Le hago ojitos y mi madre me abraza como si estuviera a punto de llorar, tengo que reconocer que me conmueve demasiado y sí me pongo a llorar, pero no por las razones que ella piensa que son.  Después de millones de preguntas, que evado al aludir que todavía no quiero hablar de esto, ella incluso me ofrece quedarme en casa, y faltar a primer día de clases. Yo quiero ir, sobre todo para zafarme de la cara preocupada de mi madre. También, porque necesito un respiro de mis amigos del barrio para analizar lo que paso ayer.

Pensamiento y DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora