Capítulo 3

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Capítulo 3

Ellos se separaron entre risas, murmurándose cosas que aunque no podía entender desde aquí, las oía retumbando en mi mente, atormentándome de la peor forma posible; con mi imaginación.

Sin embargo, no fue tan malo como el hueco que sentí en el estómago, apretándose al igual que un torbellino en mis entrañas en el momento que vi a Katherine entrelazar sus huesudos dedos con los de Harry y arrastrarlo de un tirón hacia la entrada de este lugar. Esto no podía estar pasando, ¿Por qué de todos los sitios, tenía que ser aquí? ¿No era suficiente con que tuviese que verlos cada mañana, dando sus espectáculos de caricias en los pasillos o en el estacionamiento del campus, que ahora también tenía que experimentarlo en primera fila?

Una fría corriente de viento se escabulló dentro cuando abrieron la puerta, doblando unas cuantas hojas del periódico de un señor algo mayor que lo estaba leyendo tranquilamente en una de las mesas más cercanas al mostrador.

-Mírame, estoy hecha un desastre.-dijo ella mientras se escaneaba la ropa mojada con una mirada.-Tengo que arreglarlo cuanto antes.-

-Tú nunca eres un desastre. Siempre te ves perfecto para mí. -le aseguró orgullosamente el muchacho de cabello castaño, siguiéndole de cerca el paso mientras terminaba de atravesar el umbral. La brisa meció vacilantemente la campanilla dorada que colgaba del marco superior de la puerta de cristal, haciéndola tintinear en un susurro. -

-Necesito ir al tocador un momento. Pídeme un Caramel Mocchiato. -Ignoró el cumplido como si fuera algo que escuchase a diario, y se fue entonces, contoneando sus esqueléticas caderas hacia el pasillo en penumbras donde se ubicaban los baños de damas y caballeros como si este se tratase de una pasarela de un desfile en París. -

Entre tanto, Harry observó todo su trayecto con fascinación en el rostro hasta que ella desapareció de su vista. Había un brillo travieso bordeando sus ojos verdes que delataba muy bien lo que pasaba por su mente., lo cual provocó que me sintiera aún más enferma. Después de unos segundos, se acercó al mostrador para hacer su pedido, descansando desenfadadamente sus brazos cruzados sobre la extensa tabla de madera caoba, esperando que el empleado terminara de remplazar el rollo de papel de la caja registradora y lo atendiera.

Sinceramente no comprendía como alguien como él podía estar con un ser tan vacío como ella. Más allá de los impecables y costosos peinados de salón, las proporciones ideales de su cuerpo y la simpatía forzada en la que se desempeñaba a la perfección con todos los de su clan, no lograba ver ningún signo que realmente la humanizara. Tal vez no la conocía lo suficiente para juzgarla, pero, ¿por qué alguien que ha recibido todo en la vida, necesita tantas mascaras?

En cambio él, no necesitaba ninguna. Simplemente era quien deseaba ser con todos sus altibajos, virtudes, torpezas y errores. Una aparente actitud optimista como su filosofía de vida y un sinfín de sonrisas predominantes a lo largo del día. A pesar de que a él tampoco lo conocía en absoluto, estaba convencida de que cualquier oscuridad interna que él pudiese poseer palidecería inmediatamente en comparación con la de Katherine Greenwood.

De un momento a otro, se había sentado en una de las mesas que oscilaban la barra sin que lo notase. Y por si no fuera poco, a una distancia bastante peligrosa de la mía.

Sin embargo, lo que me preocupaba no era precisamente que me reconociera; ya que en el pasado nos habíamos cruzado miles de veces en el campus sin que él siquiera se volteara a verme. Pero el riesgo aún era demasiado alto y tampoco quería someterme a esa tortura emocional de verlo todo meloso con otra persona. Ya había recibido suficientes golpes por un día...

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⏰ Última actualización: Feb 16, 2019 ⏰

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Just A Little Bit Of Your Heart «H.S.»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora