Capítulo 3

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Aquel pequeño recorrido fue bastante discreto, sosegado y muy silencioso. Apenas se disponían las palabras a salir salvo para leves expresiones tales como “Me gusta como esta decorado los alrededores” o “Me alegro de ello” entre otras insignificantes preguntas y confirmaciones.

Cuando habían llegado al jardín, Eleonor se despegó suavemente del brazo de Ettore y se dispuso a abrir la puerta alegremente al divisar a Cipriano no muy lejos de allí con su regadera de metal. Una vez dentro del jardín, avisó a Ettore de que iba a traer a Cipriano para que se pudieran conocer y una vez hecho esto, se dispusieron a comenzar.

 -Buenos días, me llamo Cipriano,  mucho gusto en conocerle –Dijo Cipriano muy respetuoso y de forma simpática. Era muy característico suyo hacerlo de esa manera; hablase con quien hablase.

 -Buenos días, yo soy Ettore, Ettore Di Lorenzo; mucho gusto. Puedes hablarme de tú a tú si gustas –Dijo Ettore con una sonrisa mientras ambos se daban la mano.

-Me alegro que os hayáis conocido. –Dijo Eleonor muy contenta-  Como verás, Cipriano deja el jardín estupendo ¿Verdad que es un lugar muy tranquilo?

-Si, la verdad es que se está muy a gusto. –Dijo Ettore mientras miraba a sus alrededores.- Verás Eleonor, deberíamos ir a ver las demás estancias, dentro de poco tengo que mostrarte parte de los preparativos y será mejor hacerlo antes de la hora de comer.

-Entiendo… -Contestó Cipriano, aún sabiendo que la pregunta no había sido realizada para su contestación.- Bueno, no os preocupéis, tendréis más tiempo a partir de ahora para pasear aquí. –Dijo mirando al suelo y con un tono de voz monótono.

-¿Qué preparativos, Ettore? ¿Por qué íbamos a tener más tiempo, Cipriano? –Dijo Eleonor muy nerviosa mirándolos a los dos.

 En ese instante, Cipriano reaccionó. Cerró su mano como un puño con fuerza, dio un paso y cogió suavemente la barbilla de Eleonor, se quedó mirando fijamente sus confusos ojos y finalmente concluyo con: “Todavía no lo sabes”. Cipriano solía tener este tipo de reacciones, cosa que conseguía poner muy inquieta a Eleonor ya que a veces podía sentir incluso su respiración, por lo que ella le contestó alejándose y mirándolos a los dos con soberbia.

 -Llevo toda la mañana preguntando sobre algo que no sé, soportando sucesos extraños y escuchando comunicados sin sentido; no pienso mover ni un centímetro de mi cuerpo hasta que no sepa hacia dónde desemboca todo este conjunto de cosas –Dijo Eleonor firmemente con expresión altanera.

 Ambos se quedaron sorprendidos. Cipriano nunca la había visto tan molesta y disgustada y mucho menos Ettore.

 -No te estoy entendiendo en absoluto Eleonor, di claramente el por qué de tanta exasperación o no saldremos nunca de esta confusión. Tú misma deberías de saber que no estamos para perder nuestro preciado tiempo. –Dijo Ettore con una actitud un poco indiferente.

 -… -Eleonor se mordió parte del labio con coraje.- No sé que tiempo estamos perdiendo, no te puedo dar “el por qué de tanta exasperación” –Dijo emulando sus palabras- Ni si quiera sé por qué estáis aquí tú y tu familia, porque dudo que sea por una mera visita; he aquí la causa de mi hastío, odio no saber que es lo que se trama a mis espaldas, así que ten la mínima comp.. –Cipriano la cogió del brazo y Eleonor cortó radicalmente sus palabras.-

-Está bien Eleonor, detente. –Dijo Cipriano con voz tranquilizadora pero con su mirada muy firme en la suya.- quizás debas hablar con tu padre, en vez de con nosotros.

Eleonor cogió el brazo de Cipriano para poder quitar su mano de la mano de éste, entonces lo miró por 1 segundo, abrió la puerta del jardín y fue andando serenamente hasta palacio con la idea muy clara de hallar la habitación en la que se encontraba su padre.

Ai Giusti. Nuestra historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora