c u a t r o

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Desperté con frío, busque mi cobija por toda mi cama pero lo único que encontré fue tierra.

Abrí de golpe los ojos, estaba en medio del patio de mi casa, varios vecinos estaban afuera de sus casas observándome como si fuera algún objeto sobrenatural en esta tierra.

-¿Acaso nunca habían visto dormir a una persona en su patio?-alce un poco la voz para que la gente me escuchara

Querido Ryan, espera tu muerte.

Decidida a matar a mi querido primo me levanto, estaba por entrar cuando caí de espaldas; la puerta estaba cerrada.

-¡Estoy bien!-alce la mano para que la gente no se preocupara.

Retome mi camino, está vez intente abrir la puerta girando el pomo; que inteligencia la mía.

En la sala de estar se encontraba mi primo tranquilo mirando algún programa infantil, tan tranquilo como si nunca me hubiera dejado dormida en el patio.

-Muchísimas gracias queridísimo primo, fuiste tan amable en cargarme dentro de la casa y no dejar que tu hermosa prima pasará una de las más cómicas vergüenzas no existentes-tome una almohada y comenze a golpearlo ignorando sus gritos-de verdad no sabes lo agradecida que estoy contigo, te quiero tanto-termine de golpearlo dejando a mi primo sin neuronas, le di un último golpe-me faltó una neurona

-¡Auch! ¡Yo no tengo la culpa de que te negarás a ser cargada por estos fuertes brazos!-beso los pocos bíceps que tenía, pobre hombre, le aventé un tacón que de casualidad estaba a mi lado, volvió a quejarse pero no le tome importancia.

-¿Y cómo entraste?-caminaba hacia la cocina en busca de comida, no podía creer que había pasado casi un día sin lo más importante para el ser humano; la comida.

La mirada de mi primo me hizo saber que había echo una estupidez, miraba al piso mientras se rascaba la nuca.

-Tal vez, puede tal vez que las llaves las haya tenido todo el tiempo dentro de mis pantalones-me sonríe tímidamente esperando que no haga nada en contra de el pero se equivoca yo no tengo piedad de nadie, le lanzó un jitomate haciendo que este explote sobre su cara.

-Eso es poco comparado con lo que tengo en mente hacerte por ser tan estúpido-lo mire desafiante, el sólo asintió con miedo-ahora ven y prepara la mejor cena que jamás haya probado, muero de hambre-en menos de un minuto ya lo tenía en la cocina haciendo lo que creo es lo único que sabe hacer; nada.

-No se cocinar- se sinceriso conmigo, lleve una mano a mi pecho fingiendo indignación tal y como lo hacía la abuela cuando le dije que no me gustaba el brócoli, aunque no creo ser el único ser humano al que no le guste el brócoli ya veo de donde saque lo dramática.

-Entonces llévame ala comida, fenómeno detestable-tome su sudadera era lo suficiente grande para mantenerme a una temperatura en la cual no me congelara.

Espere impaciente fuera de casa, ni un rastro de mi primo peor que una chica. Rode los ojos.

-Muévete baboso-me importó una mierda si los vecinos escuchaban mi vocabulario, cuando vi una cámara de vigilancia de uno de los vecinos apuntando hacia mi levanté mi dedo corazón mostrándoselo sin ninguna pena y haciendo una pose triunfal.

Ryan salió de la casa apresurado, con la camisa al revés y tropezando en una piedra que yacía en el final de los escalones.

Idiota.

Me reí de el y entre al auto.

-¿A donde quieres ir?- lo mire indignada.

-Acabo de llegar a San Francisco, eres tu quién debe de saber a donde llevar a esta diva.- negué con la cabeza y el comenzó a hablar entre dientes.

Me reí, extrañaba estas escenas.

Encendí la radio y puse la primera canción que se que a el no le gustaba, pero ese era el punto. Molestarlo. Sonreí cínica viendo como apretaba el volante con fuerza. Alce el volumen y disfrute del pequeño viaje.

Cinco minutos después nos encontramos fuera de un restaurante de comida rápida, entramos y esperó a que Ryan pida nuestra comida.

Me senté en una mesa alejada de toda la sociedad, esperando a Ryan.

-Seras estúpido...-susurro cuando lo veo hablando coquetamente con una chica.

Ruedo los ojos y vuelvo mi vista a otro lado. Pero me arrepiento, tal ves será mejor ver al estúpido de mi primo en su intento de coquetear.

-Hola lindura.-trago en seco cuándo un brazo se envuelve a mi alrededor atrayéndome hacía el.

Volteo y aunque no me alegra mucho entablar conversaciones con extraños me relajo un poco al ver que no era la persona menos esperada.

A mi lado un chico alto, pelo castaño y ojos cafés se encuentra con una sonrisa de oreja a oreja, en ella se puede leer claramente "estarás en mí cama y no podrás evitarlo."

Lo miro confundida y lentamente alejo su brazo de mí.

-Deberías saber qué es el espacio personal.-le informo y después vuelvo mí vista a otro lado.

El chico parece ser de esos qué no se dan por vencido tan fácilmente pues se acerca más a mí, aunque esta vez sin abrazarme.

-Mi nombre es Zack pero tú me puedes decir "amor de mí vida."-el chico hace comillas entré el estúpido apodo qué se a puesto.

Me río. Y al instante lo reconozco quedando en shock.

-No voy a presentarme dos veces en un día.

-Ohh, así qué eres nueva aquí.-me mira de los pies a la cabeza.

-Algo así.-decido seguir la plática, pues al parecer mi primo estará muy ocupado con aquella chica.

-Y ¿como te llamas?.-lo observó con los ojos entrecerrados.

- Abigail Miller.-respondo lentamente y el abre los ojos de par en par.

-¿Abi? ¿Eres tú, enserio?.-me observa de los pies a la cabeza y asiento con miedo.

El suelta un suspiro y mira apenado al piso.

-Tu...¿Me recuerdas?.-pregunta aún con la vista baja. Trago en seco.

Zack Snyder, mejor amigo de él chico que tanto me hizo dañó en el preescolar.

-Claro que lo hago.-respondo un tanto triste al recordar el pasado.

Inmediatamente Zack alza la vista.

-Yo... Lo siento, ¿Sabes? Cuando tú te fuiste todo fue una tortura, me arrepiento tanto de a verte tratado así, no sabía que había pasado contigo y... Lo siento, créeme.-Zack toma mis manos y puedo ver qué su mirada está cristalizada.

Alejo lentamente mis manos de las suyas.

-Zack, no tienes porqué hacer esto se que ahora soy delgada...-el niega y me interrumpe.

-No es por eso, es por ser tú, no importa tu físico, es por que realmente lo siento.-me mira cabizbajo.

En otro caso diría que esto solo es un juego, pero recuerdo perfectamente a Zack, el nunca me insultó o algo parecido, pero tampoco nunca me defendió de sus amigos. Tal ves el estaba aterrado y no quería que le hicieran lo mismo.

Tomo una mano de Zack y el me observaba confundido.

-No es tu culpa Zack, además éramos tan solo unos niños.-el me mira con una enorme sonrisa y me abraza tan rápido que no me da tiempo de reaccionar.

La abuela siempre me decía que debía perdonar y que yo sabía quienes merecían el perdón. Y Zack, el definitivamente lo merecía.

Zack y yo intercambios números, al parecer el asistía al mismo instituto que yo, el estaba emocionado por eso y de alguna manera yo igual.

Al vernos así parecíamos dos niños de cinco años. Ojala así hubiera sido...

Ya no soy la mismaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora