Agua para todos

36 1 6
                                    

    Era la temporada de verano en el pequeño reino de Alkristal, un reino cuyas riquezas materiales eran más que extraordinarias. Pero a nadie de ese reino le interesaban el oro, ni la plata, ni los diamantes ya que el único interés que tenían era conseguir agua para su supervivencia. Hacia un año y medio que el agua desapareció misteriosamente e incluso no había llovido ni una sola vez en el transcurso de ese tiempo, las pocas plantas que habían se marchitaban e iban muriendo cada vez más.

    El gobernante de aquel reino era el gran sultán Rin Matsuoka, su cabello era de color rojo oscuro, sus ojos eran como dos hermosos rubíes y algo muy peculiar en él era que sus dientes eran triangulares como los de un tiburón. Cuando tenía nueve años su padre murió a las puertas del palacio cuando un ladrón lo acuchilló en el pecho, su madre al no soportar tal pérdida se envenenó a sí misma, quedando así como único sucesor de la corona. Actualmente tenía dieciocho años, pero a pesar de su posición de líder que ocupaba no hacía nada por mejorar la condición de escases de su reino; su gente le pedía ayuda en todo momento pero él negaba saber la causa de aquel tremendo problema, siempre respondía que no había nada que pudiera hacer si no conocía el por qué de la desaparición del agua. Pero la verdad era otra. Rin de alguna forma en esos nueve años de su vida tras la muerte de su única familia se formó en él un sentimiento de egoísmo y celos, ver a otros niños al lado de sus padres le hacía sentir miserable; por lo que la forma en que pensó hacer tristes a esas personas fue quitarles lo más esencial para el cuerpo humano: el agua. No le parecieron nada mal los resultados, personas murieron por la falta de agua que necesitaba su cuerpo, por lo que prolongó ese injusto "castigo".

    - Esto es para que sientan lo que yo sentí al perder a mis padres -pensó el sultán.

    Haruka Nanase, de pelo azabache y ojos azules como zafiros, era un humilde comerciante que vivía en un pueblo llamado Almiah lejos a las afueras del reino de Alkristal, suele ser serio y todas las personas que han interactuado con él rara vez le han visto siquiera una sonrisa asomarse en sus labios. Era hijo único, pero decidió independizarse de sus padres a la edad de dieciséis años, por lo que ellos decidieron irse de aquel pueblo para vivir y acompañar a la abuela de Haruka que vivía muy muy lejos de ahí. Un año después Almiah cayó en la desgracia de falta de agua y no llovía desde hace seis años. Haruka cansado de esa situación decide emprender un largo viaje al reino vecino, con la ilusión de restaurar la tranquilidad de su pueblo. Se armó con unas cuantas mudas de ropa y algo de alimento, subió a su mascota Chappy, un tierno camello que adoptó hace unos años atrás y fijó rumbo hacia Alkristal.

    Calculó que serían unos seis días para llegar a su destino; a mitad de camino Haruka decide buscar un lugar para descansar ya que se estaba haciendo de noche, para su suerte halló una cueva que tenía una forma algo extraña, pero se veía acogedora así que entró y en pocos minutos quedó profundamente dormido. Haruka era madrugador por lo que se despertó muy temprano, luego de tallarse los ojos notó un brillo en el interior de la cueva, se acercó al pequeño resplandor y tomó entre sus manos la cantimplora de color dorado que era dicho objeto el que brillaba. Rápidamente la abrió pensando que ahí encontraría aunque sea un poco de agua, pero al voltearla de su interior sólo salió arena por lo que la volvió a cerrar y la dejó en el mismo lugar tal y como la encontró. Volvió en sus pasos, se acercó a su camello y de su equipaje sacó algo de caballa la cual freiría luego de encender una pequeña fogata. Correctamente frita la caballa comenzó a comer. Mientras desayunaba vio al lado suyo la misma cantimplora dorada que dejó anteriormente, restándole importancia del por qué apareció ahí simplemente la agarró y la lanzó de vuelta adentró. Ya satisfecho colocó correctamente su equipaje en Chappy y en cuanto subió a su lomo vio que aquella cantimplora dorada apareció otra vez debajo de él, le ordenó a su camello que pateara aquella cantimplora hacia la cueva y su mascota obediente así lo hizo; pero sólo bastó un suspiro de parte de Haruka para que la cantimplora esta vez apareciera delante de él sobre el cuello del camello, ya intrigado -y un poco harto- de tan misterioso objeto decide volver a abrirlo dándole unos leves golpecitos con su mano, tal vez había un animal dentro; pero, aunque su rostro no lo reflejaba, se llevó una gran sorpresa cuando del interior salió una persona conectada a la cantimplora, acompañada de un montón de polvo brillante.

Alma' liljamie (Agua para todos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora