Deseo - Temo

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Temo se despidió de Pancho, Susana, Sebas y de las calcomanías. Prometió regresar para la fiesta de quince años de Julio y Lupita en un par de semanas.

Temo llegó justo a las 8 de la mañana a casa de Ari. Tocó a la puerta. Ari abrió y aún seguía en pijama.

"No manches, Temo. Me quedé bien dormido. Ven, pásale." dijo Ari.

"El camión sale a las 9, entonces aún tenemos tiempo." contestó Temo.

"Déjame me baño y ahorita nos vamos. Deja aquí tu maleta, pásale a mi cuarto."

Temo entró al cuarto de Ari. Estaba igual que como lo recordaba la última vez que estuvo ahí. Miles de recuerdos inundaron su mente.

"Siéntate; si quieres ver la tele ahí está el control. Ahorita salgo y nos vamos." dijo Ari.

"Sí, no te preocupes. Tomate tu tiempo." dijo Temo.

Temo se sentó en la cama de Ari. Paso sus manos sobre las sabanas; eran las mismas que la última vez que estuvo ahí. Temo no pudo evitar recordar varios momentos de intimidad que tuvieron ahí; su primera vez fue uno de ellos. En la casa de Susana siempre había gente por lo que la casa de Ari se volvió su lugar predilecto cuando no estaba Polita y Ari no tenía que cuidar a Arqui.

Después de varios segundos Temo sacudió su cabeza tratando de sacar esos recuerdos de su cabeza para volver al presente. Vio una pelota de basketball descansando sobre el escritorio de Ari.

"¿Todavía juegas basket?" preguntó Temo con voz fuerte para asegurarse que Ari lo escuchara.

"Sí, a veces." gritó Ari desde la regadera. "Un día de la semana nos vamos a echar unas canastas a un parque que está allá por mi depa."

Temo tomó el balón y empezó a botarlo. Quiso hacer una maniobra avanzada que no le salió por la falta de práctica; esto hizo que perdiera el control del balón el cual rebotó sobre la mesa de noche de Ari provocando que se cayera una caja que estaba sobre ella.

"¿Todo bien?" preguntó Ari aún en la regadera.

"Sí, todo bien." contesto Temo.

Temo se apuró a recoger la caja. La abrió para asegurarse que no se hubiera roto nada; el corazón se le detuvo por un microsegundo cuando vio lo que había dentro; una pulsera de hilo azul con negro que decía Aristemo; un anillo dorado; un monito de plastilina con su forma y una corteza de árbol barnizada con las letras T-A-H-I grabadas sobre ella.

Temo no lo podía creer. Después de todos estos años Ari aún conservaba esos recuerdos pero lo que más le sorprendió fue ver la corteza del árbol donde grabaron sus apodos de cariño en aquella cita que recordaron hace apenas un par de días ¿Cómo consiguió esto?, Temo se preguntó.

Temo dejó de escuchar el agua corriendo. Inmediatamente cerró la caja, la volvió a poner sobre la mesa de noche y se sentó sobre la cama.

Ari salió corriendo del baño; traía sólo una toalla en la cintura. Temo lo volteo a ver e inmediatamente alejó la mirada para darle cierta privacidad. Aparte, a Temo le apenaba que Ari lo sorprendiera viéndole semidesnudo, no sabía que es lo que podría pensar.

"Ya nada más me visto, bajamos a la panadería, agarramos algo para comer en el camino y nos vamos de volada." dijo Ari.

"Sí, no te preocupes."

Ari se apresuró a vestirse. En menos de 5 minutos ya estaban cerrando la puerta del departamento. Bajaron a la panadería; tomaron un par de piezas de pan dulce, dos sandwiches y dos cafés.

Llegaron a la central justo a tiempo. Se subieron al camión y acomodaron la maleta de Temo y la mochila de Ari en los compartimentos.

"¡Pido ventana!" exclamó Ari.

"¿Todavía te arrullan los camiones?" preguntó Temo.

"Sí; ya sabes que nada más agarrando carretera caigo dormido, pero si me haces plática me mantengo despierto." respondió Ari.

"No te preocupes." dijo Temo. "Traje un libro para leer."

Tal como lo dijo Ari, apenas el camión salió de la ciudad, Ari cerró los ojos y se fue quedando dormido. En ese momento Temo sacó su libro y se puso a leer; de vez en cuando volteaba a ver a Ari brevemente y continuaba su lectura.

Habían pasado 3 horas de camino. Temo continuaba leyendo. De pronto sintió que Ari se movió para acomodarse; volteó a verlo y su cabeza quedó viendo hacia él. Temo cerró su libro, reclino su asiento para que quedará a la misma altura que el de Ari, descansó su cabeza sobre el respaldo y volteo a verlo. Temo volteó a ver los labios delgados de Ari, estaban a escasos centímetros; un movimiento brusco del camión y sería la excusa perfecta para juntarlos.

Temo cerró los ojos y recordó su primer beso con Ari en su cita; aún tenía presente la manera en la que sucedió: después de hacerse promesas de amor frente a frente, sus narices se acariciaron la una a la otra; ambos con un ligera sonrisa y con los labios entre abiertos se acercaron y se besaron. Ari ligeramente abría la boca para rozar con la punta de su lengua el labio superior de Temo; Temo por su parte intentaba tomar el labio inferior de Ari entre los suyos. Siguieron de esta manera por varios minutos. Era cómo en una especie de lucha por dominar el momento en dónde su única arma eran sus bocas. No hubo vencedor, pero sí dos ganadores. Todo esto sucedió con el árbol, en donde habían grabado su muestra de amor para toda la vida, como único testigo.

Temo volvió al presente y de nuevo la duda invadió su cabeza ¿En qué momento Ari regresó a ese lugar? cómo le hizo para cortar esa pieza? y la más importante de todas ¿por qué aún la conserva?, se preguntó Temo.

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Notas del autor

Gracias por tu voto si te gustó este capítulo.

Espero que hayan disfrutado de este capítulo, es el que más me ha gustado escribir después del de Los Consejos de Susana. Me gusta tomar escenas de la novela y hacer un mini análisis o de plano escribir acerca de lo que no vimos, como el beso.

Por cierto ¿Cómo creen que Ari haya obtenido la corteza del árbol? Para qué o por qué aún la conserva?

El siguiente capítulo se llama CDMX y será desde el punto de vista de Ari. Lo publico el miércoles a las 7pm.

Gracias por leerme.

Amor valiente: 7 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora