Lunario

Sacrificio de amor

Mi primer cuento.

Esta historia comienza en Reconquista, siglos antes de la llegada de los conquistadores. En esos tiempos estas tierras no estaban en paz, la lucha por el territorio entre los guaraníes y los tobas llevaba mucho tiempo.

Era invierno, a punto de llegar la primavera. Y a pesar de la guerra, una joven pareja hacia los preparativos para su boda. Lirá era la única hija del cacique: bella y bondadosa, una perfecta princesa guaraní. En cuanto a su amado: Keya, él era el gran guerrero de la tribu aunque terco, nunca sabía cuando rendirse. Y aunque era un casamiento arreglado, ambos estaban muy enamorados.

El gran día de la boda llegó. Lirá estaba preciosa, lucía un gran y hermoso vestido acampanado de color rosa, hecho especialmente para ella. Pero algo interrumpió la ceremonia: los tobas atacaron, eran cientos y no había posibilidades de ganar. Aún así los guaraníes decidieron enfrentarlos. Keya y los demás hombres se alistaron para la batalla.

El enfrentamiento fue corto, pero devastador para los guaraníes, no querían rendirse, por último sólo quedaban unos pocos hombres, entre ellos Keya.

Lirá, al ver esta masacre y a su amado en peligro de morir, decidió ir con el Yamán, el médico brujo de la tribu. Éste convocaría a los espíritus protectores en su ayuda, pero Lirá debería entregar algo preciado a cambio. La joven aceptó, y  ofreció su maravillosa

belleza y su alegre juventud. No tenía nada que perder, ella sin su amado no podría vivir. El brujo conjuró a los espíritus pidiéndoles que los tobas regresaran a sus tierras y sanaran a todos los guerreros heridos. Los altísimos cumplieron su petición al pie de la letra. Pero les dio pena desperdiciar tal belleza, así que convirtieron a Lirá en un gran árbol que cada primavera cuando llega el día en que debió casarse, se transforma en un gran manto de hermosas flores rosadas y acampanadas, igual que su vestido. Los guaraníes en honor de Lirá le dieron el nombre de Lapacho, que significa: "sacrificio de amor".

Y en cuanto a Keya, él se convirtió en cacique, el mejor de la historia de los guaraníes. Trajo paz y prosperidad a su pueblo, pero jamás se volvió a enamorar como lo había hecho de Lirá.