No sé dónde ha dormido Justin. Me despierto desnuda, sola y minúscula en una cama gigantesca y, al incorporarme, descubro un dormitorio impresionante. La noche anterior no me había parecido tan increíble: el parqué color arena cubre una superficie de unos cien metros cuadrados, el cielo azul brilla a través de unos ventanales diáfanos, cuelgan gruesas cortinas de terciopelo color crema, cuenta con un salón privado en los mismos tonos y una bañera desmesurada preside un rincón de la habitación. Tengo que pellizcarme para creerme que es cierto lo que ven mis ojos. Lo único que recuerdo del final de la noche es a Justin llevándome en brazos, totalmente desnuda y somnolienta, subiendo las escaleras y colocándome con delicadeza sobre ese colchón mullido, rodeada de almohadas. Me dio un beso en la frente y otro en cada uno de mis pechos, tendí la mano para retenerle y me besó lánguidamente la palma antes de desaparecer. Debí de dormirme un segundo después.
Esta mañana, el sol brilla ya en lo alto, no tengo nada de ropa a mano ni sé dónde está mi maleta. Me enrollo en la larga sábana blanca y entreabro la puerta de la habitación con la esperanza de no encontrarme a nadie. En el pasillo, me espera un carrito con un copioso buffet de desayuno, acompañado por una nota de Justin en una tarjetita. «Recupera fuerzas».
El mensaje me arranca una sonrisa y me hace arrepentirme de haberme dormido tan rápido. El largo viaje y el tórrido encuentro al raso me dejaron muerta. Acerco el carrito a la bañera y me preparo un baño. No es plan de desaprovechar la oportunidad de disfrutar y no me apetece ir a buscar a
Justin por este laberinto de escaleras y de habitaciones inmensas vestida únicamente con una sábana. Me sumerjo en el agua hirviendo y muerdo un scone con pasas todavía caliente, me bebo de trago un zumo de naranja recién exprimido, nunca me había tomado uno tan bueno. ¿Cómo puede alcanzar todo tal grado de perfección en el mundo de Justin?
Dos golpes en la puerta me sacan de mi ensueño. Una voz de mujer joven me anuncia en francés, pero con un fuerte acento americano, que han guardo mis cosas en el vestidor contiguo y que el señor Bieber estará fuera por la tarde, que se llama Hannah y que se encuentra a mi disposición si deseo disfrutar de los servicios mientas espero a que vuelva el señor.
Después, recita de memoria una lista de actividades: sauna, masaje, spa, tenis, fitness, playa privada, deportes náuticos o paseo ecuestre. Me lo pienso durante unos segundos y contesto: «Eh, sí, gracias, prefiero la playa». Tras pasar varias horas tomando el sol en la arena y paseándome frente al mar, empiezo a aburrirme. Y, sinceramente, echo de menos a Justin. Decido volver y consigo descubrir el camino a la cocina. A ver si tengo suerte y hay algo con lo que refrescarme.
Me encuentro a una veintena de personas en plena efervescencia.
Cocineros revoloteando, camareras atareadas, un bullicio de palabras en inglés, platos entrechocándose y las inmensas manos de Justin pidiendo silencio. De repente, todo el mundo se detiene y se calla. Justin impone respeto y siento una pizca de orgullo del tipo: «Mirad lo que sabe hacer mi hombre». Con su voz grave y pausada, organiza, delega, reestructura, anima e insiste en que no queda más que una hora antes de que lleguen los invitados y que exige que todos den lo mejor de sí mismos. Lanza una sonrisa devastadora y choca las manos para invitarles a seguir trabajando.
Después, sale de la cocina sin verme y me da un empujón al pasar a mi lado. Le cojo por el brazo: « ¡Justin!» Lo he dicho un poco más fuerte de lo que me hubiera gustado.
– Ah, __________, no te había visto. Perdona, ¿te he hecho daño?
– No, no. Pero... tú...
– Tengo que hacer un montón de cosas. ¿Necesitas algo?
– No, nada en realidad. Sólo... bueno... ¿Y yo qué hago?
Duda, se echa hacia atrás y me estudia de pies a cabeza. Aunque su mirada me tranquiliza, su frialdad me consume y la sonrisa con la que termina me confunde todavía más.
– Si quieres sentirte útil, tengo una idea. Pide a Hannah que te dé instrucciones y un uniforme.
Se inclina hasta acercarse a mi oreja, su aliento tibio en mi cuello me hace temblar, y murmura: «Estoy seguro de que te quedará muy sexy…».
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Cien facetas del Sr.Bieber:[Volumen II] Deslumbrante-Terminada
RomanceLa relación entre el tenebroso Justin Bieber y la dulce __________ da un giro inesperado. La tensión aumenta, la suerte está echada y nada parece poder cambiarla...