Dios, qué guapo es. Ojalá se me tragara la tierra. Me muero de vergüenza de que me encuentre con este horroroso modelito improvisado. Me bajo la camiseta demasiado corta que no me cubre ni siquiera todo el culo. ¿Por qué no le habré recibido en picardías de raso? Porque no tengo.
– ¡Qué sexy la minifalda! Me encantan también los calcetines. ¿Nos quedamos aquí plantados o me invitas a un café?
– Entra, haz como que no ves el desorden.
Su gran cuerpo entra en mi casa con una corriente de aire frío y mi piso parece todavía más pequeño con él aquí. Echo un vistazo rápido a la habitación: el suelo está cubierto de libros, hay ropa tirada sobre en el sofá y revistas dobladas y correo abandonado invaden la mesita. No podría haber venido en peor momento. Intento peinarme como puedo mientras me voy corriendo a la barra de la cocina para preparar un café. Vuelvo para despejar el sofá y hacerle sitio mientras se quita el abrigo y lo tira sobre el respaldo de una silla.
– El café se está haciendo. Siéntate, voy a arreglarme un poco.
Intento aparentar estar relajada y me precipito al cuarto de baño. Justin me coge al vuelo, me agarra la mano, se sienta en el sofá y me atrae hacia él, acariciando mi muslo desnudo.
– No cambies nada.
Me sienta sobre sus rodillas, de lado, y la temperatura de la habitación sube instantáneamente. Intento hacerle hablar.
– ¿A qué se debe esta visita?
– Tengo que volver a Angoulême esta mañana. Mi avión sale en dos horas y me apetecía desayunar. Me han dicho que estos son los mejores croissants de París.
Muerde uno todavía caliente, arranca un trozo con los dedos y me lo desliza entre los labios. Me quita una miga que se me había quedado en la comisura de los labios y me besa justo ahí. ¿Estoy soñando? No consigo creer lo que está pasando ante mis ojos, Justin está en mi mundo.
– También quería enseñarte una cosa. Pero, antes, el café.
Me despego de él de mala gana para servirle el caliente líquido negro, sin duda bastante fuerte, en dos tazas desparejadas. Bebe un trago de café caliente y después saca un sobre blanco del bolsillo interior del abrigo.
Mira a la mesita y me pregunta: « ¿Puedo?». Barre con el antebrazo todo lo que había encima y que ahora cubre el suelo. Alinea meticulosamente sobre la mesa unas fotografías en blanco y negro. Sólo resalta el color de los lazos rojos brillantes. Reconozco mi cara. Los brazos, los hombros, los pechos y el culo también son míos. Me asiento al lado de él, sobre el brazo del sofá, con los ojos como platos.
– Magníficas, ¿no te parece? Pero me gustan todavía más estas.
Sobre las fotos para las que recuerdo haber «posado», extiende más instantáneas. El cuerpo desnudo de Justin recostado sobre el mío. Su cabeza entre mis piernas y mis manos atadas despeinándole el cabello.
Después, son sus manos las que me cogen el pelo mientras sigo echada boca abajo, con el cuerpo arqueado y una venda burdeos tapándome los ojos. Nuestras piernas entrelazadas, su pelvis pegada a mis nalgas y mis dientes mordiéndome los labios. Mi cuello estirado de perfil, mis uñas arañando el suelo y mi boca deformada en un grito que parece desgarrador.
Su rostro, indescifrable, con los labios húmedos ligeramente entreabiertos.
Después, mi cabeza inclinada hacia él y mis ojos azorados clavados en los suyos cuando me quitó el lazo para que asistiera a su orgasmo apoteósico.
– La última es mi favorita.
Mientras pronuncia estas palabras, me levanta por las piernas para colocarme a horcajadas frente a él. Mete las manos por debajo de mi camiseta, me acaricia la tripa y llega hasta mis pechos. Pellizca con dos dedos mis duros pezones, produciéndome una mezcla de dolor y placer. Sin dejar de mirarme, sube una mano por la espalda y me coge la nuca para acercar mi rostro al suyo. Muerde delicadamente mi labio inferior y, después, introduce la lengua en mi boca. Le devuelvo el beso y me abalanzo sobre él, abrazándole el cuello y pegándome a él. Me besa con pasión y siento cómo mi sexo se hincha de impaciencia. Le quito el jersey y aprovecho para desnudarme, lo más lentamente posible a pesar de la urgencia de mi deseo. Justin me coge los pechos y se los lleva a la boca para devorarlos, literalmente. Después, se pone a morderme los hombros, el cuello y me hace desfallecer cuando me chupa el lóbulo de la oreja. Le escucho jadear mientras mis dedos se pelean con la hebilla del cinturón. Le libero su sexo prisionero de los pantalones, apretando su glande turgente contra mi vientre. Saca un preservativo del bolsillo trasero de los vaqueros
y me lo tiende, abro el envoltorio con los dientes y lo deslizo en su miembro erecto. Me mojo sólo con pensar en que pronto va a penetrarme con la fuerza que tan bien conozco.
Justin se levanta de golpe, cogiéndome por las nalgas y me aprieta contra la pared de enfrente, mis piernas le abrazan la cintura. Estoy en sus brazos, tengo la impresión de ser ligera como una pluma. Ahora sólo me tiene cogida con una mano y, con la otra, agarra su sexo erecto para guiarlo hacia mi interior hambriento. Primero, juega con mi clítoris, que está a punto de estallar, y luego se introduce en mí profundamente. La violencia de sus envestidas me causa vértigo y las estanterías repletas de libros se caen ruidosamente al suelo. Chillo de placer, me olvido de los vecinos, le araño la espalda hasta hacerle sangre mientras me penetra, fuerte y profundo, hasta hacerme gozar con un grito ahogado. Sigue con sus embates contra la pared, se le tensa todo el cuerpo y termina con un rugido bestial que no olvidaré en toda mi vida.
Desde la ventana del tercero, veo a Justin alejarse, con el abrigo negro flotando en el viento helado. Se sube el cuello y desaparece en la esquina de mi calle. Me giro para observar el caos de mi piso. Justin ha entrado en mi casa, como un tornado y, de repente, se acabó, ya ha regresado a su mundo. Me deja sola en el mío, desnuda y todavía temblando, con su taza de café y nuestras fotos esparcidas como único recuerdo de su visita.
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Bien, terminó el segundo volumen, ahora subo el 3! Busquenlo en mi perfil :)
GRACIAS POR LEER!
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Cien facetas del Sr.Bieber:[Volumen II] Deslumbrante-Terminada
Roman d'amourLa relación entre el tenebroso Justin Bieber y la dulce __________ da un giro inesperado. La tensión aumenta, la suerte está echada y nada parece poder cambiarla...