Capítulo II: Entre maldiciones

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— << To abandon this wasteland and never have to pretend,

Everything's okay,

And you're the same as everybody else, — La joven de ojos verdes canta sin miedo por la calles bajo la iluminación anaranjada. Con motivación canta la canción sabiéndosela de memoria.

So stop apologizing,

There's nothing wrong with being different,

Despite their>>— La canción se detiene de golpe, tomando de sorpresa a Meledith. Rápidamente saca su teléfono del bolsillo de la chaqueta azul de su escuela. La pantalla estaba completamente negra, se había apagado.

Meledith aprieta el teléfono con rabia, y piensa irritada:

-"¡Joder maldita sea estúpido teléfono! Te cargue ayer la noche y ahora vienes a descargarte. No,no..."- Mira hacia arriba dejando los ojos en blanco con sus manos haciendo el gesto de puños-"Eres poco fiel conmigo, por mi te dejaría en el piso en este mismo momento para que te robasen... ¡Aán mejor! En la calle para que te aplasten y no verte más. ¡¡ERA MI CANCIÓN FAVORITA!!"-

Lanza el teléfono en contra el piso de cemento, rebotando el teléfono hacia la vía derecha de vehículos . Donde de momento estaba vacía, sin que pasase ningún auto por el momento.

— ¡Me Cago en ti! — De pronto en su conciencia sale la voz de su madre, con la típica frase:

-"¡Meledith Villarroel!, ¡¿Qué te he dicho de las malas palabras?!, ¡No te he educado para que digas tales cosas!"-

Meledith intentando ignorar la voz de su madre en la mente, su expresión facial pasa de ser furiosa a fastidio. Luego ve su teléfono en la calle, inesperadamente pasa rápidamente un auto encima de celular táctil. Sonando como un plastico que grita agudamente.

— ¡No! ,¡¡No!!

Meledith corre al medio de la vía de transito para recoger el destrozo de su celular. Con incomodes de intentar recoger todo lo roto lo antes posible antes que venga otro auto, siente el ruido de uno acercándose.

Grita desesperadamente intentando aún recoger el artefacto tecnológico roto.

El auto frena, chillan las ruedas y de seguida un olor a ruedas quemadas. Meledith toma del todo con las manos tiritando y corre hacia donde estaba antes al lanzar el teléfono móvil con furia. Sintiéndose arrepentida.

"Maldita sea, mi vieja me va matar... Aun más, cuando pienso en decirle "Vieja" en vez de madre. Se me sale de la boca y estaré dentro en casa por meses."— Agacha su cabeza por la frustración— "¿Ahora donde escuchare música? Me maldigo yo con mis impulsos de idiotez..."

Guarda los retos de su teléfono en su bolso que cuelga en su hombro derecho, estando de luto y explicarle a su madre lo sucedido. Meledith es sincera a la hora de decir la verdad, su debilidad es mentir frente de las personas. Hay veces que le ha jugado a favor y otras en contra.

Luego del hecho "maldito" como lo piensa Meledith, intenta ver la hora pero como no tiene su reloj personal que está destruido. Busca el gran edificio que se ve en cualquier rincón del centro, ya que en la azotea tiene una gran pantalla con publicidad de Coca-Cola que además de promover la gran marca reconocida por la gente, da la hora y los grados ambiente.

Encuentra la hora en color verde detras del logo de la empresa de bebida, eran las 20:30 pm.

"Maldito taller de música... me hace salir muy tarde."- Se queja internamente mientras que encuentra una lata en medio de su camino y la va pateando, entrando a mano derecha un callejón.

"Para la próxima buscaré una escusa para salir antes, sino terminaré saliendo el día siguiente del taller..."

Pasa un rato luego de haber encontrado la lata, se mantenía entretenida pero al pasar los minutos se añeja del juego. Al terminar, lanza una patada a la lata, dando a una sombra cerca de un basurero de la calle. Escuchándose un maullido de dolor, la joven de colegial se impresiona.

— Eso... ¿Fue un maullido?

Cuando ve la rara sombra de cuatro patas se esfuma rápidamente detrás del basurero. Meledith recurre a pasos rápidos al supuesto lugar donde aquella sombra se habría escondido.

Lo que veía la chica de pecas salpicadas en sus mejillas y debajo de los ojos verdes, era de no creerse para luego seguir su camino. Ella tiene una gran afición  por los animales, sobre todo por los felinos.

Ve un gato arrastrándose en el piso, embarrado y sucio. Parecía no tener fuerzas, alrededor de su cuerpo parecía haber estado en una pelea entre los de su especie; capas liquidas de sangre secas.

—Gatito... ¿Dónde te metiste?...

El felino parecía ser de pelaje claro, a pesar de la suciedad con un resaltante collar rojo con bordeado plateado, intenta maullar a repuesta que Meledith le hace con lastima.

—Oye... lo siento por la lata pero— Meledith curiosa acerca lentamente sus manos al cuerpo delicado característico del animal—, no creo que lata te haya hecho todo esos rasguños... —

Meledith se imagina una escena donde la lata al momento de darle al gato que ha sacado largas cuchillas listas para solo dañar al pequeño. Pero luego la idea de desvanece ya que le parecía muy fantástica y poco coherente:

-"Imaginación please(plz)..."

Lentamente acerca una mano al lomo del felino, un momento pensó que tendría infecciones o enfermedades pero luego no le importo. Lo acaricia lentamente y en sus labios dibuja una leve sonrisa, que parecía demostrar lastima ante el indefenso animal.

— Nanai, tranquilo... — su voz delicada hace sentirse sentimental.

El felino lentamente se acuesta, comenzando ronronear como muestra de tranquilidad.

"¿Si lo llevo a casa?, No sería la primera vez aunque..."— Meledith aparte la vista del pequeño infatigable— "El otro gato se escapo a los pocos días..."

Luego vuelve la vista concentrándose en las heridas, viendo que el pecho del gato lentamente hacia el proceso esencial del cuerpo. De pronto la hermosa e inigualable vista Gris como las nubes cargadas de llanto expresan delante de Meledith el dolor que sentía.

"Su mirada..."— Sintiéndose hipnotizada por aquellas gemas grises del dolor le miraban, que nunca antes había visto en un gato.

Vulnerable el gato lentamente acerca su mejilla tallar la mano que Meledith le hacía cariño entre las orejas. Cerrando sus ojos que parecieron llegar dar algún mensaje que solamente Meledith entendió.

Se escucha pasos cercanos en el callejón que daba a la calle que Meledith vivía, la chica teme y rápidamente se saca su chaqueta, toma el peso del felino.

Meledith no sabía porque lo enrollaba entre la chaqueta, solo seguía lo que su instinto que le dictaba. Antes que esos incómodos sonidos de los pasos se acercasen mucho más, aún mas recordando que ella vivía dentro las calles más peligrosas de la cuidad. Maldiciendo el sueldo de su madre, coloca la cabeza del gato en sus pechos; apretándole levemente para comenzar a caminar a pasos rápidos para salir de ese callejón que su salida estaba a unos metros.

Piensa en cómo decirle a su madre sobre el teléfono y del Gato, pero le parece más importante llegar lo más antes posible a casa para darle atención al felino. Recuerda el color innato del gris, provocándole curiosidad y rareza por el gato.

—"Muchas gracias por ayudarme, chica de bellos ojos verdes..."

My Knight CatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora