CAPÍTULO VII

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Un sonido extraño me despertó.

Estaba acostada sobre una pequeña barca.
Ahí estaba de nuevo ese hombre.
Que remaba la barca con un largo bastón.

Miró a mi alrededor, estamos sobre un enorme lago de aguas oscuras.

Llegamos hasta una cueva.
Que estaba adornado con muchos candiles
Podía observar que tenía un enorme piano, también vestuarios y muchos espejos que estaban entrecubiertos de una cortina roja.

Se detiene justo a lado de un pequeño puente.
Deja el bastón a un lado y bajá de la barca.
Y extiende la palma de su mano hacia mi.

El me observa con sus ojos bicolores.

-No te haré daño. Jamás lo haría.
Por favor, ven conmigo.

Acerco mi mano a la suya, y a pesar de ser delgada, es muy suave.

Salgo de la barca y atravesamos el puente.

Suelta mi mano.

Y se aproxima hacia donde están sus vestuarios.
Retira su capa y su sombrero.
Lo que me permite ver su cabello negro y brilloso.

Vuelve hacia mi.

-Este es mi hogar, y ahora también es el tuyo.

-¿Donde estamos?
-Estamos debajo de teatro de la ópera. En las catacumbas.

Se acerca poco a poco a mi, doy unos pasos hacia atrás hasta topar con la pared rocosa de la cueva.

-No tengas miedo.

Está justo frente a mí.
Acaricia mi pelo y parte de mi mejilla derecha.

-¿Quién eres realmente?

El se separa y se dirige hacia el piano.
Toma una silla y se sienta frente a este.

-Mi nombre real es Erik.
Y he estado aquí toda mi vida, escondiéndome de la sociedad.
Atrapado en las sombras...

-¿Nunca has salido?
-Solo conozco este teatro. Es el único lugar en donde me siento seguro.

-¿Tienes padres?
-Tenía. Murieron; y es una bendición. Ellos nunca me quisieron... En especial mi madre.
Nunca se atrevió a darme un abrazo y mucho menos un beso.
Pero dejemos eso en el olvido.
Quiero vivir el presente...

Se levanta de su asiento y camina de nuevo hacia acá.

Se coloca detrás de mí, y lentamente me rodea entre sus brazos, pasando sus manos de la cadera hacia mi estómago.
Hace a un lado mi cabello, y besa con suavidad mi cuello.
Mi cuerpo lo aceptaba, sentía algo muy bello y placentero.

Levante mi vista hacia el y acaricie su rostro, que eran igual de suaves que sus manos.

Después acaricie su máscara, estaba tan dura y fija hacia su rostro.

El se alejó y me dió la espalda.

-¡Nunca toques la máscara!
¡Estarás bien, si no la tocas!

-¿Por qué no?
-Solo... No lo hagas.
-Claro.

-Te ves cansada ¿Quieres ir a dormir?
-La verdad es que si estoy cansada.
-Sigueme.

Extiende su mano y coloco la mía encima de él.

Me lleva hasta otro cuarto de la cueva.
Hay una bella cama con forma de cisne, con sábana de terciopelo de color rojo y arriba, hay una cortina negra.

-Puedes dormir aquí.

Me coloco dentro de la cama y me cubrí con las sábanas.

-Que descanses.

MÚSICA Y AMOR [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora