Hojas

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Observo mi clase, todos a mi alrededor se mueven lentamente, solo que eso no evita que todos sepan que es lo que hacen aquí, excepto yo.

Mirar a través de la ventana es lo único que se hacer, siento como las palabras chocan a mi alrededor, pero nadie puede escuchar las mías, en ocasiones lloran, ríen, gritan, caen cuáles hojas en otoño, que emprenden un viaje con el frio viento, puedo sentir como el frío se aleja de mi piel, pero dentro de mi recién comienza.

A veces siento la necesidad de desprenderme de toda mi ropa, quitarme todo lo que tengo y lanzarme a la profundidad de un río, dejar que el agua recorra mi piel, sentirme limpio y dejar que me lleve a cualquier lugar, incluso si ese viaje es eterno, nada me haría más feliz que conservar la tranquilidad que me abraza ahora.

No quiero estar con nadie más, a pesar de tener la sensación de que mi corazón cae de mi pecho siempre tengo a alguien que lo sostiene, aunque yo no lo deseé, todas las personas que me rodean son amadas, no siempre de la manera correcta, ni de la manera en la que yo deseo que lo sean, pero lo son.

Siempre he creído que todos merecen ser amados, el amor propio es suficiente para que tan solo con abrir nuestros brazos podamos volar sin ningún límite, sin embargo, la mínima muestra de amor ajeno nos hunde, nos atrapa, nos condena, nos enseña, nos conduce, nos hace soñar, nos hace vivir.

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