Morena

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     Oscuro es tu cabello, tanto que es negro como tu manto, ese que cobija la noche y arrulla el día, lo deslizas entre tus manos gastadas por el tiempo, es tan largo como tus raíces, las raíces de esa familia, esa jamás derrotada, jamás hundida.

     Puedes sentir como la tierra húmeda moja tus pies descalzos, te vuelves parte de la tierra y la tierra parte de ti.

     El sol ardiente calienta tu piel morena, fuerte e irrompible, como el barro que sostiene el hogar sobre tus hombros, ese en el que cargas a tu familia.

     Tus ojos son tan negros que parecen vacíos, tan grandes como la luna nueva, en ella las estrellas se reflejan y dentro de tu corazón vives cada pequeño punto de luz, cada pequeña esperanza de salvar a tu pueblo, ese pueblo esclavo, atrapado entre las enredaderas, arrastrándose sin perder la esperanza, sigue y sigue, cada día es un año, cada noche es una vida, cada instante en la oscuridad son tus lágrimas, que caen sin parar, jamás derrotadas.

     Escuchas los fuertes llantos de los niños huérfanos, con hambre y sed, tu sangre, tan pura que la pueden beber, cada gota que se derrama da vida a esta tierra marchita, dejas infinitos rastros de flores detrás de ti, esas flores sobre las que bailas por las noches al lado del sol calentándose con tu alma.

     Cada pequeña lágrima que se derrama le da sentido a tu piel, morena, marcada por la vida, tu sangre mancha esos vestidos blancos que cubrían tu pureza, esa que fue arrebatada por él inhumano, se derrama como pétalos de rosas que caen mientras se acerca el invierno y arden, como tus rodillas al caer al suelo, tu rostro toca la tierra bendita de la que vienes, sueltas un último suspiro, que da vida a los vientos fuertes que sacuden los montes y que por un instante es eterno, como tú, morena.



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