5: El testamento

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"Parece como si nos perdieramos en el medio, y cuando las cosas se ponen más difíciles, te alejas y eso me mata"
You kill me (in a good way), Sleeping with sirens
.
.
.

Marinette se puso lívida y se tambaleó ligeramente. Abrió la boca, tratando de hallar el modo de explicarse, pero era como si se
hubiera bloqueado por completo, y un sudor frío le recorrió la espalda cuando Adrien dio un paso hacia ella, iracundo y amenazante.

-¿Nada que decir, Marinette? -la interpeló, antes de agarrarla por la muñeca para tirar de ella hacia sí.

Aunque no era así, cualquiera
que estuviera observándolos pensaría que solo estaba
consolándola. Adrien se inclinó y le susurró al oído-: Tranquila, yo
sí tengo mucho que decir. Y si crees que devolviéndome el dinero del boleto de avión es lo único por lo que tienes que preocuparte, estás muy equivocada.

A Marinette no le pasaba nada, se aseguró Adrien mientras se alejaban de la catedral en su limosina. Aunque estuviera pálida, aunque se estremeciese de cuando en cuando y no hiciese más que retorcer las manos en su regazo. No tenía frío, ni se encontraba mal. No le pasaba nada.

Era todo fingido. Marinette Dupein-Cheng no era más que una vil mentirosa con el corazón de piedra. Se había preguntado qué había pasado con ella en estos últimos años, cómo es que la amistad entre ella y su hermano había durado más que la suya con ella.

Al final había acabado concluyendo que lo había engañado igual que a él. Y no solo eso, sino que además lo había convencido para que le ocultara algo que no debería haberle ocultado.

No sabía si alguna vez llegaría a sentirse agradecido con él por
haber roto su promesa y habérselo contado. ¿De qué servía que le
dijeran a uno que le habían arrebatado algo que ni siquiera había sabido que tenía?

Al principio se había quedado aturdido. Había usado preservativo al hacer el amor con ella, y aunque era consciente de que los preservativos no eran seguros al cien, no podía aceptar que Marinette hubiera decidido, sin consultarle, sobre algo que también le pertenecía a él.
Apretó los puños, lleno de ira y de rabia, y Marinette tuvo que escoger ese momento para girar la cabeza hacia él y mirarlo con esos
grandes ojos azules tan llenos de falsedad.

-¿Desde... desde cuándo lo sabes? -le preguntó, casi en un
murmullo.

No iba a dejarse engañar tan fácilmente; por desgracia conocía muy bien esas tretas femeninas. Se había cruzado con muchas mujeres como ella, que se fingían frágiles para dar pena y salirse con la suya. Era algo que había acabado por detestar, y un arte en el que Lila había resultado ser toda una maestra.

-¿Eso es lo que te preocupa? -le espetó-. ¿Cuánto tiempo pasó
hasta que lo descubrí? ¿No cómo me sentí al saber que te deshiciste del bebé?

Marinette palideció aún más, pero él no estaba de humor para mostrarle piedad.

Ella no había tenido la menor piedad con él cuando había
arrastrado a su hermano a encubrir sus actos.

-¿Eres consciente de lo que me has arrebatado? ¿Sabes que el
hacer a Louis cómplice de tus mentiras nos enfrentó, que me robó tiempo que podría haber pasado con él en los meses antes de su muerte?

A Marinette se le escapó un sollozo.

-Por favor, por favor no digas eso...

Adrien sintió que la ira se
apoderaba de él.

-¿Por qué no? ¿Porque te resulta demasiado duro oírmelo decir?

Ella apretó un puño contra sus labios y lo miró con los ojos llenos de lágrimas.

Dos Veces tú (A MLB A.U. Story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora