Capítulo 1

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Bienvenidos a este cielo lleno de nubecillas de algodón. Espero que nuestro cielo se agrande muy pronto porque hay mucho que compartir.

Podéis seguirme en mi instagram aurora_ramos13 para más noticias, novedades y adelantos. Por el instagram comunicaré si hay cambios en las fechas de actualización que por ahora serán los sábados.

Espero que disfrutéis junto a mí de esta historia. Ahora si, comencemos...

Abro los ojos, molesto, por los primeros rayos de sol que entran por el cristal de la ventana. Otro día más de mi vida obligado a levantarme a las seis de la mañana para seguir con mis labores principescas. Labores que odio con toda mi alma. Me duele la cabeza demasiado como para pensar en obligaciones. Me prometí a mí mismo que no volvería a tener resaca, pero sabía perfectamente que sería mentira. Aunque tengo que aprender a controlarme más o por lo menos llegar más temprano al palacio para dormir más horas y estar más descansado al día siguiente.

Resoplo mientras me levanto con gran lentitud. Oigo un par de golpes en la puerta:
-Señor, ¿puedo pasar? - pregunta Alfred, mi mayordomo y más fiel sirviente desde que tengo conciencia.

-Adelante –le doy permiso. Alfred entra con paso firme y cierra la puerta. Como todas las mañanas, me prepara tanto el baño como el traje que me pondría durante el día. Se encarga de mi agenda y de todo lo relacionado con asuntos de palacio, sin él estaría perdido.

Una vez que salgo del baño veo que Alfred ha desaparecido. Aunque su deber también es ayudarme con mi vestimenta me niego rotundamente a eso. No soy un incompetente. El traje esta sobre la cama recién planchado y extendido para no formar arruga alguna.

Me extraña bastante sus colores. Tanto pantalón como chaqueta son de un azul marino casi negro. Los zapatos negros con un brillo impecable y las múltiples medallas colgando en el pecho de la chaqueta. Es el traje de la armada de Dinamarca. Ese traje solo se utiliza en actos oficiales. Una vez vestido me dirijo al gran espejo de la habitación. Realmente me gustaba ese traje. Me hacía verme imponente e importante.

Salgo de mi habitación, situada en el tercer piso, y me dirijo hacia el salón comedor donde me espera el desayuno. Mi madre, la reina Margarita, ya está desayunando su tradicional bol de frutas variadas como de costumbre mientras que mi mirada recorre la mesa en busca de tostadas y dulces. Digamos que si por mi fuera comería dulces las 24 horas del día y si tenían chocolate mucho mejor.

-Buenos días madre –saludo al entrar.

Mi madre muestra una gran sonrisa al verme. Hoy tiene un peinado un poco más elaborado de lo que normalmente suele usar, y un maquillaje más acentuado ahora que me fijo bien. Está usando joyas que no usa a excepción de ocasiones especiales. Algo no cuadraba.

-Buenos días cariño. Estás muy elegante –me devuelve el saludo, haciendo alusión a la vestimenta que llevo.

-Gracias. Aunque no sé a qué se debe. Padre no me ha comunicado nada –digo confuso.

-Eso es para que no te escaquearas –dice una voz grave y seria, pero sobre todo autoritaria. El rey Frederick acaba de entrar en la estancia. Ruedo los ojos. Desde hace años, cada vez que entro en alguna habitación en la que él está presente noto un cierto aire de tensión.

- ¿Cuándo me he escaqueado de algo oficial? -pregunto contrariado. Obviamente esa pregunta era retórica porque la respuesta era que si me había escaqueado de mis obligaciones más de una vez.

-Bueno, la última vez que vino la Corona Italiana no te presentaste. Y como no mencionar que debías de tener mucho trabajo cuando nos visitó la Corona Francesa y tampoco estabas presente -replica mi padre sarcástico.

-Eso es porque intentas casarme con cada princesa que pasa por esas puertas -contesto con desdén.

-Tienes 24 años, estás en la edad de casarte. No sé cuándo llegará mi hora de abdicar el trono y quiero que tengas a una mujer a tu lado que te quiera. Aunque ya solo me conformo con que sea una buena mujer – mi padre suspira cansado- tú eliges a cuál de las dos prefieres.

Aprieto los dientes. Mi padre había intentado por todos los medios que me casara con alguna princesa. Pero yo quiero divertirme, no atarme de por vida a una mujer que me corte las alas. No iba a permitir que decidieran por mí, ni siquiera mi padre.

-No me vas a obligar a casarme. Tengo toda la vida por delante para hacerlo –aquello era el colmo. La mirada que me echó mi padre fue de pura ira. Un escalofrío me recorre el cuerpo. Mi padre puede ser la persona más agradable sobre la faz de la Tierra, a menos que lo enfades, entonces podía ser el mismísimo diablo.

-Cielo- mi madre intenta captar su atención, intranquila pero mi padre no aparta la vista de mí.

-Escúchame jovencito-dice remarcando el "jovencito"- Hoy entrarán por esas puertas la Familia Real Rusa. Te comportarás como es debido y asistirás a las reuniones convenientes. Y si yo considero que alguna de las princesas rusas es la adecuada, te casarás con ella. Me he cansado de esperar que maduraras y sentaras de una vez por todas la cabeza. A partir de hoy te tomarás tus labores como príncipe y heredero de la Corona Danesa a rajatabla. Es mi última palabra.

Y dicho esto, mi padre abandonó la sala pegando un portazo. Me había quedado paralizado. No puede hacerme esto. No es justo.

-Cariño- me llama mi madre. La miro -tu padre lleva razón en esto. Sin embargo, se ha callado lo único importante de su decisión.

- ¿Y qué es? -pregunto cansado.

-Él cree que una mujer hará que te tomes las cosas enserio. Quiere que seas un gran rey y un gran marido. Desde que cumpliste la mayoría de edad tu padre dejó que eligieras al amor de tu vida y sin embargo elegiste irte de fiestas, en las que debo decir que no dejas en muy buen lugar a la Corona.

-Pero no soy diferente al pueblo. Soy un adolescente como todos -espeto- también tengo derecho a disfrutar de la juventud.

-Es cierto que eres adolescente pero no todo el mundo es príncipe. Si el pueblo ve a su futuro rey como lo está viendo ahora tememos que puedan alzarse en una revolución-mi madre muestra un semblante serio y regio-la monarquía es muy respetada en Dinamarca y pretendemos que siga siendo así.

Mi madre estaba preocupada de verdad, y triste. Sus ojos me demostraban que esperaba más de mí. Ella no me había criado así. Desde pequeño me había inculcado amor hacia mi pueblo. Ese pueblo que ahora me da igual. Bajo la mirada hacia la mesa. En estos momentos me siento la decepción más grande del mundo.

Sabía de antemano que mi padre no era partidario de mis salidas nocturnas ni de mis amigos, pero mi madre nunca había objetado nada. Pensaba que tenía su apoyo, hasta ahora.

Mi madre abandonó la sala a los pocos minutos para retocarse el peinado y alisarse el vestido. Cosas de mujeres supongo. Me recuesto en el respaldo de la silla y cojo el periódico del día. En el titular aparece una foto de una chica de espaldas con un vestido hasta las rodillas con un poco de vuelo, bastante formal. Tenía el pelo recogido en un moño con un lazo sujetándolo. Con su mano izquierda tenía agarrado a un niño pequeño que miraba hacia atrás a la cámara con curiosidad. No tendría más de 5 años.

En el titular decía: "El pequeño príncipe Alexis de Rusia en su primer viaje oficial de la mano de su hermana mayor".

Río para mis adentros. Ese era el heredero de la Corona Rusa, un niño de apenas 5 años.

-Pobre infeliz-digo- si supieras lo que te espera te bajarías de ese avión ahora mismo.

Después de todo iba a ser divertido tratar con el heredero al trono.

Aquí finaliza el primer capítulo. Espero que os haya gustado el comienzo además de los primeros personajes en aparecer.

Parece que el Príncipe tiene problemas ¿no creéis? ¿Cómo será la primera conversación con el heredero?

Nos leemos el próximo sábado mis nubecillas de algodón.

Anillo por compromisoWhere stories live. Discover now