Nunca pensaste que eras muy buena para nadie, pero eso está muy lejos de la verdad.
Sé que hay dolor en tu corazón y estás llena de cicatrices, ojalá pudieras ver lo que hago.
Todo sucede por una razón, todo es una bendición disfrazada, solía pregun...
El día de hoy, éramos libres, nada de escuelas, estudios, nada, estaba relajandome en la tabla de surf en el mar.
Mi hermana se estaba divirtiendo más adelante mientras yo dejaba que los rayos del sol me dieran en el rostro.
-¡Vamos!-. Escuché el gritó de Natasha y abrí un ojo para verla.
Se estaba posicionando para surfiar, Natasha me gritó y entendí lo que quería, aún no encontraba el porque de su mania de gritar.
Baje una de mis manos, rosando el agua, cerré mis ojos concentrándome para después abrirlos, haciendo que las olas comenzarán a formarse.
Volví abrir mis ojos, estaba segura que habían adquirido el mismo tono que los de mi padre.
Gire para ver a mi hermana quien gritaban en júbilo mientras yo utilizaba mi poder para que ella surfiara.
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Era divertido verla hacer locuras, después de un tiempo, Natasha cambio su lugar conmigo para poder divertirme un rato.
Era bastante curioso el cambio de color que adquirían nuestros ojos al utilizar nuestros poderes, los de Natasha eran distintos, un ojo tenía el color al igual que mi padre y el otro tenía el tono de los de mi madre, mientras que los míos eran iguales a los de mi padre.
-¿Que dices si vamos por algo de comer?-. Le dije cuando estábamos al mismo nivel.
-Si, me parece justo, tengo demasiado hambre-. Dijo Natasha soltando un gruñido.
-¡Pues vamos! La última es un huevo podrido-. Dijo después acostándose en su tabla para comenzar a remar con sus manos.
Rápidamente me acosté comenzando a remar, las dos reíamos tratando de llegar a la orilla, estuvo claro que yo soy un huevo podrido.
Al salir a la orilla, dejamos las tablas en su lugar, después fuimos a los baños para cambiarnos de ropa, al regresar a nuestro lugar, yo mire a toda la gente en la playa.
-¿Qué opinas si comemos un delicioso helado?-. Dijo Nat con una medio sonrisa.
-¿Tú vas a pagar por todo?-. Dije alzando una ceja.
-¿Y yo porque?-. Dijo frunciendo el ceño.
-Por que eres la indicada-. Dije encogiéndose de hombros.
-Mira nada más, está bien, pero mueve tú trasero-. Dijo Nat golpeando mi hombro.
En el camino reíamos de los chistes que Natasha aprendió de la televisión, eran bastante graciosos.
Entramos a un pequeño local, nos sentamos en las sillas de madera, esperando a que tomaran nuestra orden.
-Buenas tardes señoritas-. Dijo una chica acercándose a nosotras.
