Un corazón roto

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     Me dolía el pecho y el corazón. Este último martillaba con fuerza. Las lágrimas brotaban y parecía que nunca iba a parar. Hace 22 minutos, mí novio Adam Gustin decidió poner fin a nuestra relación. Juro que escuché cómo mí corazón se rompió como si de vidrio se tratara cuando dijo éstas palabras: "ya no estoy enamorado", "no eres tú, soy yo", "eres una buena chica". A pesar de que odio esas frases cliché, aquí estoy preguntándome ¿Qué hice mal? Quiero gritar, romper algo, pero me contengo y lloro en silencio en mí cama. Todavía estaba un poco mojada por la lluvia pero eso era la menor de mis preocupaciones. Lo único que rondaba por mí mente es que toda la seguridad que me brindaban sus brazos ya no la iba  a sentir más ¿Estará llorando él también o ya se habrá ido a dormir?

Empiezo a leer nuestra conversación en WhatsApp. Había colocado en favoritos el mensaje que me mandó confesándome que quería ser más que amigos. El último mensaje se lo mandé yo pidiéndole prestado una campera. Leo toda la conversación hasta el día de hoy. Mí corazón se rompe más con los recuerdos. Tengo la esperanza que me llegará un mensaje, me dirá que se arrepintió, que me comprará diez kilos de helado para que lo perdone o qué tal vez solo era una broma de mal gusto y había grabado mí reacción para subirla en Youtube.

Apago mi teléfono y cierro los ojos. Permanecí así toda la noche esperando un mensaje que nunca llegó.

¿Pude dormir? Claro que no. Acostada en mí cama, pude ver cómo mí habitación se iluminaba poco a poco con los primeros destellos del día. A pesar de la lluvia torrencial de anoche, unos pajaritos cantaban dándole la bienvenida al sol y recordándome que todo seguía su curso.

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