Lunes por la mañana. Tome una ducha y el desayuno. Recogí mi cabello en una cola alta, tome mis auriculares, puse la lista de reproducción de Mamma Mia la película. Aunque no lo crean, ayuda a un corazón roto. Tomé mi bicicleta y me dirigí a la escuela. Una semana más y ya podré graduarme. Ya podía saborear las vacaciones, viendo series y películas en Netflix. Lo sé, es patético, pero no tengo demasiados amigos y socializar no es algo que me apasione.
"I was sick and tired of everything
When I called you last night from Glasgow
All I do is eat sleep and sing
Whishing every show was the last one"
Cantaba mientras el viento acariciaba mi rostro. Una sonrisa se escapó de mis labios. Estos pequeños momentos me traen a la realidad y me recuerdan una cosa: la vida sigue.
Las clases fueron normales, ya no hay tareas que hacer o temas que explicar. En esta época del año, los alumnos deciden no venir. Yo también haría lo mismo, pero me ausente varias veces durante el año que el director me llamo la atención para comunicarme que no podré faltar más si quiero aprobar el año. Y los alumnos que vienen hasta el último día es porque están en la misma situación que yo.
Estas dos últimas semanas estoy segura que bajé de peso. Un pantalón que antes me andaba un poco apretado, ahora es holgado. En la mañana solo tomé una infusión, y a pesar de que no tenía hambre, tenía que alimentarme bien. Fui a la cafetería por una barra de cereal. Sabía que encontrarlo en la cafetería las probabilidades eran muy altas. Entré y contuve la respiración. Como era de esperarse, había pocos chicos. Por el rabillo del ojo pude ver que la mesa estaba vacía, solo entonces pude soltar el aire. Pedí mi barra de cereal sabor manzana, era mi favorita. No quería quedarme en la cafetería, prefería quedarme en el aula esperando a que comience la siguiente clase.
Estaba abriendo el envoltorio de mi barra, cuando levanto la vista y me quedo helada. Adam venía riéndose con sus amigos que yo alguna vez también llamé amigos. Tiene la altura ideal. Yo soy alta y el solo me sacaba una cabeza. Tenía el cabello rubio alborotado. Seguramente uno de sus amigos lo abra despeinado. Los músculos se le notaban bastante por la presión que hacía en su remera. Su carcajada era fuerte y la sonrisa le llegaba a sus ojos. Ojalá yo también pudiera reírme así. No lo veía desde ese día. Mi corazón empezó a latir fuerte, mi estómago se revolvía. Sentía mis ojos más húmedos pero no me iba a permitir llorar en frente de él. Adam miró al frente y después de tres largas semanas, nos estábamos viendo. Su carcajada paró inmediatamente. Indeciso se dirigió hacia mí. Había tantas cosas que quería hacerle, tantas preguntas de las que estaba segura que sus respuestas me lastimarían mucho más. Lo miré y negué levemente con la cabeza. Sé que no le gusta esta situación, pero no tanto como a mí. Sus amigos no notaron el momento que acabamos de tener por lo que me puse la capucha y pasé por su lado. Nunca notaron mi presencia.
Cuando llegué al aula estaba vacía y me di cuenta que ya no traía mi barra de cereal. Maldición. Se debió haber caído cuando lo vi. De igual forma, ya no tenía apetito.
Durante el camino de vuelta a casa, los recuerdos me comen la cabeza. Las preguntas flotan en el aire y tengo que aprender a vivir con el hecho de que nunca tendré respuesta.
-¡Hola, Oliv! ¿Cómo te fue hoy? – Mamá está viendo Flash cuando llego a la casa. Logré convencerla para que viera la serie y después tuviera con quién charlar.
Mi expresión debe ser muy delatora que me pregunta – Lo viste hoy ¿No es cierto?
Asiento.
-¡Ay, Cariño!- Me da un brazo- ¿Quieres hablarlo?
-No, mamá. Gracias. Lo que quiero ahora es un batido de banana.
-Esta bien, te lo voy a preparar.
-No, prefiero hacerlo yo. Tu sigue viendo Flash que cuando termine te voy a acompañar.
Ya es pasada la media noche, el ritual de los últimos días vuelve a empezar. Abrazo a mi almohada y esta se humedece con mis lágrimas. Esta vez no leo los mensajes, sin pensarlo elimino toda la conversación y al instante me arrepiento. Lloro más fuerte, sé que no se pondrá en contacto conmigo, ni yo con él y acabo de borrar aquello que alguna vez me sacó sonrisas, y también te lastimó. Me río un poco. "Ahora solo vive en mi memoria".
Empiezo a sentir el cansancio de todas las emociones que sentí hoy y me quedo dormida preguntándome si él se siente igual que yo en este momento.

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Sulfira
FantasyOlivia Casanova tiene 18 años. Está por graduarse de la secundaria y además está atravesando una ruptura muy dolorosa. Su vida era muy aburrida, se la pasaba leyendo comics y viendo películas y series. Un día, cuando por fin decide salir, un hombre...