Capítulo 0

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Cuando veo la noticia por la tele mientras compro leche, pan, un poco de queso, dos rollos de papel higiéncio y comida para Yesi, comprendo. Las fichas que se acomodan en mi cabeza hacen ruido, creo que Arrocito, el pibe chino que atiende el maxikiosco de la esquina de mi dpto, se da cuenta.

Pago y miro la tele. Arrocito quiere charlar.

-Yesi apareció aquí el otro día.

-No digás, es una gata loca, me hace renegar. Es una caprichosa... ¡La tengo encerrada en el dpto.! Por ahí se escapa, no sé cómo ni por dónde.

-Me debés la tarta del domingo, Pini, ¿te acordás?

-Uh, sí, cobrala, Arr... cobrala digo.

Recuerdo que sólo yo le digo Arrocito y que tiene un nombre, Ignacio o Santiago, y sigo mirando la tele, dando vuelta el cuello porque está puesto para que lo vea el que atiende, no los clientes o compradores circunstanciales.

SAN JUAN. Último momento. Muere la Jueza Arregui haciendo mountain bike.

Las imágenes, la foto de la mujer, los periodistas que dan el informe: "Luisa María Arregui estaba por realizar los primeros allanamientos en el caso Vino Blanco, la ruta andina de la droga". Desaparecida desde el sábado por la tarde, un equipo de rescatistas y policías descubrió en las primeras horas de hoy lunes, su cuerpo y la bicicleta en la zona de Ullum. Con-mo-ción en San Juan. En instantes, ampliaremos"

Arrocito se hace el chistoso conversador.

-Esta gente re top con los deportes extremos, qué gusto, decime, Pini, en trepar esas montañas. Quién la manda, después de todo, es repeligroso. Como los que hacen parapente o paracaidismo. Te imaginás, estando allá arriba y que te des cuenta que el paracaídas no funciona. Mi tío sabe contar un chiste: Jajaja. El tipo soñaba con largarse de un paracaídas. Eso que vos decís: yo quiero esto, lo otro, bueno, algún día me quiero tirar de un paracaídas. Y llegó ese momento. El amigo lo pasa a buscar en la moto y van al Aeródromo. Sube. El avión toma vuelo y se larga con el paracaídas. Tira una vez, no se le abre. Tira otra vez, no se le abre. Tira otra, no se le abre. Y dice: ¡qué mala suerte tengo, ahora falta que no esté mi amigo en la moto esperándome! Es buenísimo, jajajaja.

-Seee, jaja.

-Te veo distinta, ¿te cortaste el pelo?

-Ah, sí, sí, me lo corté, es más cómodo. ¿Cuánto es, Arr... cuánto es, digo?

-Ciento veinte, Pini.

-Dale, tomá, te doy justo, chau, nos vemos, gracias.

Corro por la calle Venezuela, vuelo al departamento y me lo encuentro al encargado de frente. Venía tan ensimismada que casi me lo choco.

-Hola, José.

-¡Buen día, Pini! ¿Todo bien?.

-Sí, sí, hasta luego.

Este tipo vive rascándose la oreja derecha con el índice correspondiente, llevando un control de la gente, observando y registrando, en vez de ocuparse de su trabajo. Subo al ascensor. ¿Esa mujer con la que cené esa noche en Puerto Madero es Jueza? Llego al 5to A, mi dpto. Pongo el canal que estaba viendo Arrocito. Me corren hormigas por la espalda y me da un temblor, un remezón en mi cuerpo que se queda a vivir en mi panza. Dentro de mis tripas, una pelea de perros, corro al baño y vomito una sustancia amarillenta. ¡El mate me está cayendo mal! ¡La mujer muerta en San Juan es amiga de Mercedes! ¡La Jueza Luisa María Arregui! Claro, Luisa, Mercedes le decía: Luisa. ¿La mataron? ¡Muerta, apareció muerta!

SanamarcaWhere stories live. Discover now