El primer príncipe, Asmodeo.

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  Noriaki se sabe desde ya quedo fascinado con su nuevo hogar, estaba conforme con sus nuevos compañeros y no sólo eso, ya se sentía en casa, estaba algo nervioso por estar en un lugar fuera de su zona de comfort, pero por fin podía decir que sentía la magia de Italia llenarle las venas.

  Era sábado por la tarde, los fines de semana eran sus días libres, el resto de la semana se la pasaban ayudando donde querían y podía, más allá de que fueran reencarnaciones de Arcángeles seguían siendo humanos y tenían sus limitaciones. Aún así, aquello no opacaba la imagen que todos tenían sobre esos sacerdotes, menos sobre el quinto, el recién llegado que olía a rosas y a cerezas. Las mujeres suspiraban al verlo, los hombres quedaban prendados de su belleza, era malo desearlo, pero era un mal inevitable. Cambiando de tema, ahora el pelirrojo se hallaba dando un paseo, no tenía que nada que hacer y no había nadie en el cuarto, Rohan se había ido quién sabe donde a dibujar, Avdol fue a una plaza para jugar con niños que iban de paseo desde el hospital ahí mientras que Buccellati y Giorno fueron a ver a los chicos los cuáles Bruno había adoptado y puesto bajo su tutela en una pequeña casa donde todos convivían felices, bueno, casi siempre peleaban unos muchachitos llamados Fugo y Narancia, pero eran cosas de niños. Noriaki ahora estaba paseando tranquilo, saludando a cuanta persona conocida y desconocida le devolviera el gesto, tenía una sonrisa hermosa y su figura despampanante se mostraba curvilínea bajo la larga sotana que lo hacía lucir como un ángel a pesar de que la tela era de color negro, el alzacuellos que resaltaba la pureza que portaba en todo su ser, la biblia; también regalada por su abuelo, siempre en sus manos o bajo su brazo, la cruz de plata brillante que relucía ante cualquier mínimo destello de luz y una rosa que fue regalada por el florista de la iglesia ahora bailaba en sus manos e iba ocasionalmente a su nariz aspirando aquel dulce aroma que desprendía, no tenía espinas, el tallo era suave y él tenía una maravillosa idea en su cabeza. Ahora la rosa estaba enganchada en su oreja, del lado derecho ya que en el izquierdo estaba su largo y ondulado mechón, el cuál acariciaba de vez en cuando o enrollaba un poco en sus dedos. Y nuevamente se escuchaban silbidos, suspiros, miradas llenas de amor y llenas de lascivia, "Hay de todo en la viña del señor" dicen ¿No es así?

  Lejos de allí, lejos del mundo mortal, allá donde se reciente todo lo malo, donde los condenados caminan cargando pesadas cadenas, siendo sumidos en los castigos más atroces, actos innerrables que sólo provocarían que uno vomitara con el simple hecho de describirlos. En ese lugar, donde los demonios habitaban, donde los pecadores eran castigados y sometidos, vivían los príncipes del Infierno, se suponía que eran siete pero una batalla librada hace 200 años quedo solamente con 5 de ellos vivos, los otros 2, bueno, eran polvo de historia, literalmente. Aunque se sospechaba que Leviátan aún seguía con vida, donde estaba, ese era el misterio. Pero los demás; Lucifer, Satanás, Mammón, Asmodeo y Belfegor seguían en sus tronos, castigando a todos los pecadores que eran enviados desde la Tierra, aquel mundo neutro donde las vidas tenían un limite y en reemplazo de esa alma que se iba, nacía otra, una pura, sin experiencia del mundo, sin habla, un ser dependiente de otros humanos a los que llamaban "Padres". Aquel mundo era curioso, lleno de cosas que ellos deseaban explorar, almas puras de olores únicos que los volvían locos, actuaban como bestias ante esos nuevos aromas que penetraban sus narices saturadas de tanto azufre, amonio, alquitrán y otros gases que salían de los cuerpos de los castigados, las heridas porosas y llenas de fluidos desagradables eran algo normal de ver para los príncipes del Infierno que yacían allí desde que tenían memorias, ellos, como todos, tuvieron vidas humanas de las cuáles sólo quedaron vestigios en su memoria plagada de millares de recuerdos de sus extensas vidas que finalizaron en lo que eran ahora, guardianes de la Tierra del Olvido.

  De entre los príncipes que se encontraban haciendo a lo que fueron enviados cuando se convirtieron en demonios, estaba uno de los demonios que representaba al pecado capital más común entre los hombres; Asmodeo, y su pecado; La Lujuria. Éste ser infernal de temible altura, y fuertes feromonas era la razón por la que existían las infidelidades en el mundo humano, "ellos son sensibles, la carne es débil y yo sólo tomo ventaja de ello" siempre decía cuando los condenados le preguntaban coléricos por su condena de castidad, mientras él, se regorcijaba en la mierda y podredumbre que invadía aquellas almas en desgracia, era uno de los pocos demonios que podía tomar una forma humana sin necesidad de poseer un cuerpo, eso  se debió a que antes fue un humano y recordaba como serlo más allá de su temible aspecto.

Corazones en el LimboWhere stories live. Discover now