parte 11°

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Jeff empieza a levantarse.

"Oh, ¡por fin! Parece que ya quieres pelear."

Jeff permanece en silencio, con la sangre y el vodka goteando de su rostro. Esa extraña sensación carcome su corazón, arde en sus venas, ese impulso animal de supervivencia que se pervierte, que adquiere el fuego de la locura primitiva.

"Por fin, ¡vamos, arriba!"

En ese momento algo sucede dentro de Jeff. Todo pensamiento piadoso ha muerto, toda represión racional ha desaparecido, excepto el deseo de la muerte, la capacidad de engendrar dolor por el placer de saborear el sufrimiento ajeno. Incluso experimenta un vigor, una energía poderosa que alimenta sus músculos, que frunce su entrecejo y oprime su cerebro al máximo de adrenalina. No, no hay pensamientos, no hay siquiera una palabra en su mente, solo instintos, impulsos terribles e insondables como la naturaleza. Alza el puño y derriba a Randy, quien ha estado desprevenido, hablando de más. Instantáneamente, en cuestión de segundos, concentra la fuerza de su cuerpo en su puño y lo imprime directo en el corazón del pobre diablo.

Randy jadea, cubierto de abundante sudor, agitándose con desesperación. Golpe tras golpe, Jeff le arrancó su último aliento.

Todo el mundo está mirando a Jeff ahora. Los padres, los niños llorando, incluso Troy y Keith. A pesar de que esos dos tiemblan sin control ante su horrible mirada, sostienen sus armas, apuntándolo. Jeff, veloz, se precipita sobre las escaleras, mientras Troy y Keith abren fuego hasta agotar inútilmente sus balas. Jeff se encierra en el baño. Toma el pequeño estante donde reposan utensilios higüiénicos, como la toalla y el cepillo de dientes, y lo arranca de la pared.

Jeff The KillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora