Cuando se alinean las estrellas

Comienza un nuevo año.

Nuevo año, nuevas metas, no dejaba de repetírmelo a diario, tenía muchísimos planes por cumplir, tanto propios, como también los que involucraban a Ana, este año esperaba comenzar mis estudios y seguir adelante con mi proyecto de vida, ya tenía mi residencia y el cupo en la universidad, faltaba esperar las inscripciones que por la situación del país tardarían un poco, aunque la fecha tentativa era el 14 de abril, un día antes de mi cumpleaños, lo cual sería un excelente regalo de cumpleaños.

Como Ana aún estaba castigada no nos íbamos a poder ver durante los primeros días del mes, pero no me desanimaba porque después de tanto tiempo sin vernos aumentaban las ganas de hacerlo y las ansias de tenerla entre mis brazos, ya estaba súper ansioso por volver a tenerla junto a mí, de besarla y decirle lo mucho que la amaba, no me cansaba de decirlo, la sonrisa que dibujaba su hermoso rostro de oreja a oreja cuando escuchaba eso, era absolutamente increíble, esa sonrisa, me daba vida, me daba ganas de seguir adelante.

Ella había dejado de ensayar en la orquesta porque los profesores de viola (instrumento que ella tocaba) dejaron de preocuparse porque los alumnos aprendieran, y por su desanimo dejó de perder el tiempo.

Siempre le habían encantado las guitarras de todo tipo, pero no sabía tocarlas, para cumplir el deseo de aprender, su papá le regaló una guitarra acústica, con la cual ella volvería a entrar en la orquesta, pero practicando con dicho instrumento, eso significaba que podríamos volver a vernos a diario, mientras ella siguiera ensayando, o hasta que comenzaran mis clases.

Cuando volví a verla fue completamente mágico, pareció que era la primera vez que la veía en toda mi vida, después de tanto tiempo lejos, aunque fue menos de un mes, pero al estar acostumbrado a verla a diario, se sentía como una vida entera, porque ella para mí es precisamente eso, es quién me daba ganas de vivir, ella es mi vida, mi mundo, mi universo, mi todo.

Le di el abrazo más fuerte y largo del mundo, acompañado del beso de "Feliz Año Nuevo" que no pude darle el día correspondiente, y le dije cuanto la amaba, una cantidad inexplicable en palabras o números, al igual que todas las veces, duramos minutos "discutiendo" quién amaba más al otro con excusas tontas como "yo te amo más porque soy más alto y me cabe más amor" o "yo te amo porque soy más cachetona y me cabe más amor", con ella todo era así, tierno, inocente pero a la vez tan magnífico, tan único que no hay palabras suficientes para describirlo más que "perfecto".

Después de haber vuelto a sus ensayos volveríamos a vernos a diario en el teatro, aunque solo era durante las dos horas que estaba ahí, era más que suficiente para satisfacer mis ganas de verla, siempre me sentaba a verla mientras ensayaba con sus amigos, se veía tan hermosa concentrada, intentando aprender, aunque como no tenía profesor, aprendía por su cuenta y le costaba un poco más, pero no dejaba de intentarlo.

A medida que corría el mes de enero se acercaban las fiestas de nuestro pueblo, el cual cumplía 389 años desde su fundación en 1628, para celebrarlo hacían conciertos de artistas locales e invitados famosos, en la plaza principal del pueblo y el anfiteatro del parque, acompañados por puestos de comida ambulantes, vendedores de todo tipo, e incluso venían circos y parques de atracciones para animar a los niños y adolescentes.

Llegó el 25 de enero, día de la celebración, los compañeros de promoción de Ana, vieron esta oportunidad para poner un puesto de venta en la plaza y recolectar dinero para sus actos de graduación, así que Ana estaría ahí, el único problema, mis padres estaban fuera de la ciudad y Hunter como estaba pequeño y aparte enfermo, necesitaba ser cuidado así que no podría ir a acompañarla, sin embargo vivo a 1 cuadra de la plaza y antes de ir a "trabajar" al puesto, vino a saludarme.