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Caminé hasta la salida y pude ver a Joel vestido con una chaqueta de cuero negra, pantalones negros y gafas también negras.

Fui hasta donde él y lo abracé intensamente, sin importar quien estuviera viendo.

— Te extrañe, lindo — Susurra en mi oído.

Sintiendo el calor en mis mejillas me alejo un poco de él.

Se acerca otra vez a mi oído.

— Te ves tan lindo sonrojado así que vayamos a otro lugar porque quiero besarte — Suelta con un gruñido.

Muerdo el interior de mi mejilla caminando hacia el callejón más cercano.

Apenas Joel llega me apoya en la pared y empieza a besar cada lado de mi cara.

— Te extrañe tanto, en verdad — Gruñe mientras lame sin cuidado mi labio superior.

— Solo pasaron unos días — Me justifico atrayéndolo hacia mí.

— Eso es mucho.

Por fin une su boca con la mía, restregando cada lado en mí.

Disfruté su cálido toque hasta que recordé que tenía algo importante que decirle.

— J-Joel yo... — Decido hablar.

Tenía que decirle sí o sí.

Trato de alejarlo un poco, pero me besa aún más fuerte.

Dejé de besarlo.

— Tengo que decirte algo, Joel — Dije serio.

— Esta bien, discúlpame — Se aleja apoyándose él en la pared.

— Yo... te estuve ocultado algo.

— Suéltalo, lindo.

— ¿Recuerdas todo eso que dicen de mí? — Un nudo se formó en mi garganta.

— Sí...

Abro la boca tomando un gran trago de aire.

— Es verdad, toda la mierda que dicen es verdad — Hablé rápidamente.

— ¿Qué?

— El pupitre que está a mi lado lo incendié por mi propia cuenta — Apreté mis dientes.

— ¿Y por eso te tienen miedo? — Pregunta juntado sus cejas —. He conocido a gente peor, eso no es nada.

Él lo piensa de otra manera.

— ¿Recuerdas la fiesta en la mansión Zhukovski? — Él asiente —. Por favor, mira ese basurero.

Él lo hace y yo me concentro en moverlo, alzo mi mano que está temblando y la giro hacia la izquierda, el basurero se mueve bruscamente.

— Tú...

— Yo detuve el dardo — Confesé.

— Dios — No pude mirarlo —. Dios, Dios, Dios.

— Entiendo sí ahora me tienes miedo — Miré el suelo.

Vi como mi mano era tomada.

— Eres increíble, Erick — Dijo en un susurro —. Nunca te tendría miedo.

— ¿No?

— Sé que no le harías daño a nadie, ni siquiera a una hormiga — Logra hacerme reír.

— Ojalá los demás pensarán así.

— Algún día lo entenderán — Levanta mi mano y la besa —. Ahora explícame que es todo esto.

Brujo | JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora