- extra no. 4

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El pequeño Jeon Jungkook. Todos lo tildaban de taciturno, retraído y temeroso, más que nada. Jamás se le veía despegarse ni un milímetro de la mano de su madre, era hasta adorable, y con un padre ausente era de esperarse.

No era como si su padre fuese una mala persona, al contrario, fue el héroe más grande del inocente Jungkook. Pero, lamentablemente, la admiración de un niño no puede unir un matrimonio echado a perder. Por más que amara a sus padres, no lograba conseguir que sus padres se amaran entre sí. Eso provocó un amargo desenlace para la reducida y, ahora rota, familia Jeon.

Aunque no deberíamos acarrear toda la culpa a dos adultos que ya no se supieron entender, Jungkook siempre había preferido la comodidad del silencio y de unas buenas películas ante cualquier desastre que otros niños llamaban "jugar" o "divertirse". Aquel divorcio sólo terminó definiendo su conservada personalidad.

Desde los cinco años el había entendido y puesto en práctica el concepto de "soledad", después de todo, no tenía hermanos ni un padre. Sólo a su desgastada mamá que trabajaba fuera y dentro de casa.

—No le abras a nadie, si escuchas que tocan la puerta de otra forma distinta a la que te enseñé, entonces no soy yo, ¿Entendiste?

Era increíble lo listo que ya era a sus casi seis años, la gran memoria la empezó a desarrollar cuando se tuvo que aprender el número telefónico de su madre y el de la oficina. Afortunadamente, pocas veces tuvo que hacer uso de ello.

La primaria parecía ser, o al menos tenía la esperanza de serlo, un lugar donde al fin Jungkook recibiera un poco de compañía y convivencia. Su madre buscó la mejor escuela que su pobre sueldo le podía ofrecer a su hijo, emocionada por el inicio de la pequeña vida de su pequeño niño.

Oh, señora, cómo estaba equivocada.

Amigos. Eso esperaba que su hijo tuviese en su nueva escuela. Nada. Eso es lo que en realidad tuvo.

Jungkook no mostró interés en hablar o siquiera saludar a compañeros o maestros, no le parecía cómodo o necesario. Simplemente no quería hacerlo. A su fortuna, nadie parecía obligarlo a tener que realizar algo parecido, de todas formas. Eso estaba bien.

Él no hablaba con nadie y nadie hablaba con él, le gustaba, tenía su espacio. No. En realidad no le gustaba ver y sentir el enorme vacío, el enorme "espacio", ya había tenido suficiente de eso y estaba harto.

¿Cómo podía llenar ese espacio si no era capaz de soltar algunas palabras? No estaba para nada acostumbrado. Jamás había sentido algo como la vergüenza, hasta ese momento. Por lo que se veía en esos tiempos, sus ganas de recibir algo de convivencia no eran más grandes que su pena, así que no se inmutó.

Ver a los niños jugar y reír ya era rutina, una costumbre más, que deseaba que fuese un hábito suyo. Su diminuto mundo parecía no ser víctima de turbulencias o cosas que lo perturbaran, pero, como dije, sólo parecía no serlo.

—¡Ja, ja! Jungkook está solo, como siempre.

—Es muy raro.

—Escuché que su papá pensó que era tan raro que lo dejó.

—¿Ya vieron eso? Hasta sus dientes son extraños...

Otra vez ese montón de niños fastidiosos, ¿de dónde habían escuchado tantas tonterías? Ya estaban a mitad del segundo grado y parecían no cambiar nunca.

El comité de padres eran igual que todos ellos, chismorreaban de los miembros y la ex-señora Jeon parecía ser la novedad semanal. Novedad que ha venido perdurando desde el primer grado.

—Dinos, Harin, ¿tu esposo no te engañaba? Debes estar segura, no pudo haberte dejado de amar así nada más.

—Estoy segura. Creí que tendrías experiencia en eso de "dejar de amar así nada más", ¿Que no fue ese el motivo de tu ex marido? Dijiste que él pidió el divorcio— Harin no era tonta, no dejaría ser humillada por una sarta de gente malintencionada. Pero, por más que intentara defenderse, parecía no acabar nunca con los insultos de los padres imbéciles de los compañeros de su hijo.

𝖅𝖔𝖒𝖇𝖎𝖊𝖑𝖆𝖓𝖉》 𝔍𝔢𝔬𝔫 𝔍𝔲𝔫𝔤𝔨𝔬𝔬𝔨 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora