- extra no. 3

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—Yongsun, vamos, no estés mirando a Jeon todo el tiempo, ¿podrías dedicarle a tú mejor amigo unos minutos?

—No, no hice la tarea de química— respondió embobada Yongsun viendo pasar al pelinegro con sus tres amigos, tal y como hacia siempre. O al menos siempre que podía.

Los amigos de Jungkook caminaban con el pecho de fuera y las manos en los bolsillos. Dando pisadas en un ritmo inaudible mientras parecía que se paseaban en la orilla del mar con una total despreocupación.

—Vámonos, Yongsun— reprendió a la chica una vez más por estar tan distraída como de costumbre —¿Qué clase sigue?

El castaño apenas pronunció aquella pregunta y los ojos de Yongsun ya brillaban con destellos de amor, pues seguía historia.

No, a Yongsun no le gusta la historia ni tampoco se le daba bien en esa materia, no era buena en ninguna en realidad, siendo una alumna muy promedio. El asunto era que Jungkook y ella compartían esa asignatura y Kim tenía la dicha de sentarse detrás de él.

—Vamos, niña— Namjoon tomó por la mochila a la pequeña Yongsun y la jaló hasta llegar al salón.

—¡Suéltame, suéltame!— exclamó la chica en un susurro, alejándose de Namjoon, yendo en puntillas al asiento detrás de Jungkook.

<<Mi precioso asiento>>

Ella no se daba cuenta muchas veces de ello, pero solía hablar por lo bajo consigo misma, lo que había ocasionado varias visitas a detención.

Pero todos los maestros conocían a Yongsun y la adoraban, sabían que no era su intención interrumpir la clase ni ser molesta, pero ellos de todos modos no podían permitir que hablara durante aquellas horas.

Muchos creen que tiene algo similar a hiperactividad, pues es muy distraída, poco centrada y es fácil de distraer. Pero ella, aunque fuese todo eso y más, era muy lista y capaz. Es muy leal y altruista a pesar de no tener amigos además de Namjoon.

Desde su asiento podía llegar el olor de la colonia de Jungkook, de hecho, estaba segura que se podía percibir aún estando a 27 metros. Esa colonia era su favorita, la de Jeon y de Yongsun.

Jungkook, a parte de ser guapo, tenía mil y una cualidades. Podría ser catalogado como el reservado y misterioso, por no decir enigmático, chico súper-inteligente-sin-ningún-esfuerzo y bueno para todo. Y no era exageración de Kim ni el club de fanáticas que el sujeto tenía, era simple y llanamente la mera verdad.

A Jeon se le daban bien las materias donde se requiriera memoria y lógica; en otras palabras, se le daban bien todas sin excepción. Pero a él no parecía apasionarle ninguna, no además de las artísticas y deportivas.

Oh, cómo adoraban las niñas junto con Yongsun oírlo cantar y ensayar para recitales o concursos escolares. Era como ser bendecido y pasar tres minutos y medio en el cielo.

Tanta era su popularidad que tenía un canal de YouTube entero y únicamente para él y sus presentaciones. Los millones de vistas junto con los miles de subscriptores eran prueba del talento celestial de Jeon Jungkook.

Sin embargo, aunque él hubiese dado miles de actuaciones, había una con la que Yongsun aún soñaba, ya sea despierta o dormida, a esa chiquilla no se le salía de la cabeza la presentación del primer año: aquella con la que conoció a Jeon Jungkook.

Recién iban a mitad del primer semestre de la preparatoria. Aún no habían famosos clubes con integrantes reconocidos; aún el nombre de "Jungkook" no era pronunciado por cada chica de la escuela y escuchado por cada rincón de la misma. Por esa misma razón, se organizaban eventos dando a conocer la variedad de talleres que habían, uno de los tantos fue un recital de artes.

𝖅𝖔𝖒𝖇𝖎𝖊𝖑𝖆𝖓𝖉》 𝔍𝔢𝔬𝔫 𝔍𝔲𝔫𝔤𝔨𝔬𝔬𝔨 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora